Narra Giovanni.
1.
Mis ojos pesan pero trato de poner atención a lo que dice el profesor. Escucho que habla de la ley del consumidor y da ejemplos.
“Quiero dormir”.
— Para la próxima semana quiero que presenten casos dónde esto se haya pasado a llevar. Eso es todo.
Y soy de los primeros en levantarme para irme. Elios llega a mi lado y bosteza. Veo a una pelinegra venir rápido hacia nosotros con semblante serio.
— Mierda, es Madison.
— ¿Qué hiciste? — le pregunto divertido.
— Nada malo, lo juro.
Y la pelinegra creo que intenta matar a Elios con su mirada, en su mente él ya murió.
— ¿Eres idiota? — le pregunta con su ceño fruncido.
El rubio sonríe incómodo.
— Pensé que te iba a gustar.
— ¡Compraste cómo si fuéramos a tener gemelos y ni siquiera me preguntaste mi opinión!.
Siento varias miradas sobre nosotros, de todas maneras ya se sabe que Elios y Madison van a ser padres.
— Creí que te gustaría — se defiende cruzándose de brazos — además si quiero comprarle todo el mundo lo voy a comprar, es mi hijo también.
Ambos se miran serios. Quizás al principio Elios fue un imbécil pero ahora va a cada control y siempre está atento a Madison.
— Los dejo — digo incómodo y me voy.
Note la mirada de Elios pidiendo auxilio pero lo ignore, que él se arregle con Madison.
Salgo de la institución para ir a los estacionamientos, arranco la moto para ir a la empresa. Al llegar veo que mi padre está en la entrada.
— Hola hijo.
— Hola, pensé que todavía no volvías a trabajar.
— Fui al hospital otra vez y me dijeron que podía trabajar hasta que sea la operación, además estaba aburrido.
Asiento y me despido de él. Voy a la cafetería y Ana ya está ahí, a Bruno y Lian les tocó en la mañana.
— 5 minutos tarde — molesta la chica.
— El tráfico.
Me pongo la playera para trabajar y me pongo en la caja. La primera hora pasa lenta, solo una persona vino a comprar.
— Mira, es ella otra vez — me avisa Ana.
Ellie del equipo de finanzas. Viene con una carpeta en mano, al verme sonríe.
— Le gustas — comenta Ana con una sonrisa.
— Le pongo — digo negando con una sonrisa — es diferente.
La pequeña chica se acerca.
— ¿Qué quiere ordenar?.
— Café expreso y una dona de esas blancas.
Recibo su tarjeta y Ana hace el pedido. Le entrego la maquina para que ingrese la clave y le vuelvo a entregar su tarjeta.
— Hmm — murmura y la quedo mirando — ayer en la tarde no estabas.
— No era mi turno — le contesto encogiéndome de hombros.
— Ah… Yo… Te quería invitar a tomar algo luego del trabajo — dice tímida y sonrojada hasta las orejas.
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Una segunda oportunidad
RandomAthanasia desde sus 15 años amo tanto a alguien que se perdió a sí misma en el proceso. Hoy en día tiene 23 años y vive su vida entre libros, series, café, alcohol y sexo. Amar le da miedo pero quizás se de una segunda oportunidad para amar sin pod...