Capítulo 20: Giovanni/Athanasia.

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Narra Giovanni.

1.

Mis ojos pesan pero trato de poner atención a lo que dice el profesor. Escucho que habla de la ley del consumidor y da ejemplos.

“Quiero dormir”.

— Para la próxima semana quiero que presenten casos dónde esto se haya pasado a llevar. Eso es todo.

Y soy de los primeros en levantarme para irme. Elios llega a mi lado y bosteza. Veo a una pelinegra venir rápido hacia nosotros con semblante serio.

— Mierda, es Madison.

— ¿Qué hiciste? — le pregunto divertido.

— Nada malo, lo juro.

Y la pelinegra creo que intenta matar a Elios con su mirada, en su mente él ya murió.

— ¿Eres idiota? — le pregunta con su ceño fruncido.

El rubio sonríe incómodo.

— Pensé que te iba a gustar.

— ¡Compraste cómo si fuéramos a tener gemelos y ni siquiera me preguntaste mi opinión!.

Siento varias miradas sobre nosotros, de todas maneras ya se sabe que Elios y Madison van a ser padres.

— Creí que te gustaría — se defiende cruzándose de brazos — además si quiero comprarle todo el mundo lo voy a comprar, es mi hijo también.

Ambos se miran serios. Quizás al principio Elios fue un imbécil pero ahora va a cada control y siempre está atento a Madison.

— Los dejo — digo incómodo y me voy.

Note la mirada de Elios pidiendo auxilio pero lo ignore, que él se arregle con Madison.

Salgo de la institución para ir a los estacionamientos, arranco la moto para ir a la empresa. Al llegar veo que mi padre está en la entrada.

— Hola hijo.

— Hola, pensé que todavía no volvías a trabajar.

— Fui al hospital otra vez y me dijeron que podía trabajar hasta que sea la operación, además estaba aburrido.

Asiento y me despido de él. Voy a la cafetería y Ana ya está ahí, a Bruno y Lian les tocó en la mañana.

— 5 minutos tarde — molesta la chica.

— El tráfico.

Me pongo la playera para trabajar y me pongo en la caja. La primera hora pasa lenta, solo una persona vino a comprar.

— Mira, es ella otra vez — me avisa Ana.

Ellie del equipo de finanzas. Viene con una carpeta en mano, al verme sonríe.

— Le gustas — comenta Ana con una sonrisa.

— Le pongo — digo negando con una sonrisa — es diferente.

La pequeña chica se acerca.

— ¿Qué quiere ordenar?.

— Café expreso y una dona de esas blancas.

Recibo su tarjeta y Ana hace el pedido. Le entrego la maquina para que ingrese la clave y le vuelvo a entregar su tarjeta.

— Hmm — murmura y la quedo mirando — ayer en la tarde no estabas.

— No era mi turno — le contesto encogiéndome de hombros.

— Ah… Yo… Te quería invitar a tomar algo luego del trabajo — dice tímida y sonrojada hasta las orejas.

Una segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora