~~2~~

5 0 0
                                        

Apenas llegué a casa cerré la puerta y me paré en medio de la sala a procesar.

-- Sólo dame unos meses, te prometo que lo lograré -mi hermano estaba en una llamada, me asomé por la puerta, lo escuché suplicar y cuando colgó el teléfono regresé corriendo a la sala.

Me senté, limpié la mesa y preparé las cosas para comer. Él se pasó las manos por la cara y el cabello para después sentarse a comer.

-- ¿Cómo se supone que saliste? ¿La bruja te puso un gps? -se burló y lo miré mal- Tranquila, después de comer quiero que me acompañes a un lugar...

Asentí y me fuí a mi habitación a continuar con mi lectura. No tengo redes sociales, mamá no me deja con esfuerzo de mi parte me compró un celular para tener contacto conmigo cuando sale y me deja sola en casa. No es que no tengamos dinero, es más papá gana bastante bien, es dueño de una empresa y mi madre es profesora de inglés vía virtual. Tenemos lo necesario y podemos darnos algunas comodidades, pero esto no sirve de nada si estoy desconectada de todo.

Lo malo de tener padres estrictos es que a la hora de conocer a alguien nuevo actúas diferente y les ocultas cosas a los que te dieron la vida.

Pasó algunas horas y ya era de tarde, mi hermano entró por la puerta y sacudió las llaves de su coche. Bajé de mi cama y cuando estábamos en el ascensor le pregunté:

-- ¿A dónde vamos?

-- Cuando llegues lo verás, mientras tanto juega con mi celular.

-- No soy una niña a la que tienes que distraer usando un celular -el rió y yo fruncí el ceño.

-- Tengo el juego de burbujas -mis ojos se abrieron en grande y tomé su celular rápidamente para desconectarme del mundo.

En unos minutos estacionó el auto y extendió su mano para que le devuelva el teléfono, se lo devolví molesta pero mi atención se enfocó en el edificio frente mío.

Era alto, estaba sucio y las ventanas llenas de polvo. Bastian me guió a la entrada y entramos. Aquí en especifico si estaba limpio, no había nadie y la iluminación fallaba un poco.

-- ¿Qué hacemos aquí? -pregunté paseándome por el lugar.

-- Nada en especial, sólo visitaremos -me encogí de hombros y empezamos a recorrer los rincones y pasillos del edificio.

---

-- Y esa se supone que sería una sala de práctica -señalo una sala deshabitada.

-- ¿Porqué no hay personas? -sé que está en bancarrota pero es imposible que no haya nadie.

-- No hay nadie. Estoy en el olvido, la bruja tenía razón soy un fracasado -se llevó las manos a la cara y lo escuché sollozar.

-- ¿No hay algo que puedas hacer? -pregunté sin nada de esperanza.

Levantó el rostro lleno de lágrimas y su rostro se iluminó.

-- Bueno... los que me ofrecieron el préstamo me dijeron que les devolviera el dinero pronto.

-- ¿Entonces...? --alenté a que continúe.

-- Mi única esperanza sería un nuevo artista. Pero debería llamar bastante la atención y en poco tiempo -sus ojos demostraban tristeza hasta que su vista se enfocó en mi y sus ojos se iluminaron.

-- ¿Qué? -pregunté al caer en cuenta de su vista sobre mi.

-- Tú.

-- ¿Yo...?

-- Tu serás mi nueva estrella.

--

-- No -repetí por milésima vez.

-- Por favor hermanita, te lo ruego. Eres mi salvación. No pierdes nada, estás en vacaciones -me intentó convencer persiguiendome por todo el lugar.

-- Ya te dije que no, perdería la dignidad.

-- Pero, si no tienes amigos, ni dignidad -lo miré mal y el sonrió nervioso.

-- Eso conlleva práctica y años de preparación.

-- Tu naciste para ser una artista, y talvez podrías librarte de mamá...

Abrí lo ojos de golpe. ¡Eso es! Ya no tendría a mamá encima mío todo el tiempo y podría "independizarme".

-- Bueno... -el sonrió de lado al ver mi cambio de reacción- talvez puedo pensarlo.

1 semana después

-- ¡Bastian, ya déjame! --chillé al verlo correr detrás de mi con lo brazos abiertos para un abrazo.

-- ¡Ven, hermanita querida!

-- Si digo que si, ¿dejarás de molestarme?

-- Absolutamente -asintió varias veces con la mirada iluminada.

-- Bueno, sí. Ahora déjame en paz Pulgoso.

Esta semana fue la más estresante: mi hermano cocinaba para mi, lavaba mi ropa, tendía mi cama y me compraba mis dulces preferidos.

En un inicio era satisfactorio hasta que ya se volvió asfixiante por su exceso de cariño.

-- Gracias hermana, te amo. Eres la mejor te debo la vida.

-- Si si si ya lo sé -canturré cepillado mi cabello.

-- Desde ahora prepárate para tu entrenamiento. No tendré piedad. -tomó su teléfono y empezó sus llamadas.

Si estoy aceptando esto es porque quiero nuevas experiencias además amo el arte en si, y siento que al ser hermana del jefe tendré más libertad. Si esto no funciona al menos lo intenté, además sé hacer muchas cosas: se bailar ballet, marinera, patinaje de velocidad, tocar piano, pintar, dibujar, maquillar, hablo idiomas, canto, rapeo, y varias cosas. No es por presumir pero siempre me ha gustado la atención y admiración de los demás y mis padres, por lo tanto me esforzaba en todo lo que hacía y me volvía experta.

Regresando a la tierra, empecé a rebuscar en mis cosas, hasta que la encontré: mi desgastada libreta.

Era azul con bordes dorados pero todos gastados, ahí estaba desde mis diseños de ropa hasta letras de canciones que escribí a escondidas de mi mamá. Porque ella era así, era inaceptable que hiciera algo que ella no planeaba.

La saqué y empecé a revisarlas, eran buenas letras y tenían un significado.

Me acerqué a mi hermano y le lancé mi libreta, él la atrapó como pudo y lo leyó. Por cada línea que leía abría los ojos, así fue hasta que terminó y me miró con los ojos rojos.

-- ¿Cómo escribiste tanto tu sola? -preguntó tomando mi mano.

-- Eso no importa, ¿te sirve o no? -contesté rápido, no me gusta que me vean con lástima.

-- Obviamente nos sirve, hagamos algunas correcciones y queda impecable, quiero besar ese cerebro tuyo -dejó un beso en mi frente y continuó comentando ideas.

Me reporto después de años, perdón pero no tengo justificación ya saben problemas.

Besos 🌱

MY OWN WORLDWhere stories live. Discover now