Capítulo 32

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—ShuShu.

Mientras pateaba las mantas y hacia un puchero, escuché un golpe en la puerta junto a la voz del gran duque.

—Sí...

Cuando la puerta se abrió, tuve que enseñarle mi rostro al gran duque, el cual tenía que estar terriblemente hinchado. Sin embargo, no podía hacerlo esperar frente a la puerta para siempre.

Al final tuve que levantarme y abrir la puerta.

— ¿Me llamaste? —cuando abrí ligeramente la puerta y pregunté asomando solo los ojos, el gran duque suspiró ligeramente.

—Te has saltado el desayuno. ¿Estás enferma? —preguntó extendiendo su mano ligeramente a través de la pequeña abertura de la puerta.

Parecía saber que yo no quería salir de la habitación.

Gracias a su actitud cautelosa de no abrir la puerta deliberadamente, la razón me volvió un poco.

—No es eso.

—Entonces, ¿por qué te has saltado la comida? Todo el mundo estaba preocupado.

—Eso es...

Dudé un momento porque no sabía qué responder.

No sabía por qué me sentía mal. Pero lo cierto es que no quería que el gran duque se preocupara.

No quería convertirme en una hija problemática tan pronto como nos habíamos convertimos en una familia.

Abrí la puerta un poco más y miré al gran duque con atención. Él estaba de pie con un plato cóncavo en la mano.

— ¿Qué es eso?

— ¿Puedo entrar? —el gran duque no respondió a mi pregunta, pero de todos modos asentí con la cabeza y me aparté un poco de la puerta.

—Ven, siéntate. — me llamó el gran duque mientras colocaba el plato sobre la mesa.

Me senté en el sofá, echándole una mirada sospechosa al plato.

—Un estómago vacío no es bueno. Tienes que comer bien para crecer más.

Cuando el gran duque abrió la tapa del plato, un delicioso olor a algas se esparció.

Era una sopa blanda cubierta con rebanadas de pan en forma de cuadrados.

Mi estómago gruñó.

En ese momento, tuve que agarrarme el estómago, sonrojada por el sonido de mi cuerpo.

—No es que no hayas comido porque no tuvieras hambre. —las palabras indiferentes del gran duque aumentaron mi vergüenza.

Con duda, tomé la cuchara que estaba al lado de la sopa.

— ¿Puede el gran duque traer el mismo la sopa?

¿Está bien que el gran duque sostuviera un plato en lugar de las sirvientas? La etiqueta... ¿Es algo así?

—Si no lo hago yo, no podría alimentar a mi hija. Esto es algo que hago por mí mismo, no como el gran duque...

—Sí, papá. —asentí suavemente con la cabeza y bebí la sopa que el gran duque había traído.

— ¡Delicioso!

Tan pronto como probé la comida, pude sentir como desaparecía la depresión que me embargaba.

Cuando mordí la cuchara y sonreí ampliamente, una leve sonrisa se dibujó en los ojos del gran duque.

—Entonces, si no estás enferma y tampoco es que no hayas tenido hambre, ¿por qué mi hija se saltó las comidas?

Nadie me quiere a excepción de los villanos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora