Fascinado por la paleta de su sabor favorito, Jimin quitó el plástico. Rememoró en su imaginación el dulzor de la frutilla en su boca, ansioso por probar bocado mientras volvía a su escondite.

No alcanzó a llegar allá cuando un chico mayor, de quinto grado, se llevó puesto al emocionado rubio, haciéndolo trastabillar por el peso del empujón con tanta mala suerte que el helado resbaló de sus manos regordetas, terminando al pie de un cantero lleno de barro.

Jimin miró su preciado helado ya empezando a derretirse sobre tierra por el calor que hacía y luego levantó la vista para descubrir quién lo atropelló. Su cuerpecito rápidamente entró en tensión al comprender que había molestado a alguien más grande que él y que no lucía muy animado con el accidente.

Sus ojitos claros se nublaron con gruesos lagrimones por el miedo y la pena, ya que no podía hacer nada por el postre y, con toda seguridad, el otro chico se enfadaría.

–¡Tonto! ¿Qué haces en el camino? –el contrario se enojó por habérselo cruzado. Tenía una mirada capaz de asesinar a cualquiera y estaba bastante exaltado. –¡¿Por qué no te fijaste por dónde ibas?! ¡Estúpido!

El maltrato ocasionó un cierto estrés en el menor de los dos, acrecentando el llanto que hacía vibrar sus labios. Quién lo mirara no podría evitar sentir lástima por él. Lucía como un cachorrito espantado después de una golpiza. Sus ojos reflejaron pánico y su cuerpo se encogió inconscientemente para protegerse a sí mismo, tembloroso. ¿Cómo no ponerse así cuando su oponente le sacaba al menos cinco cabezas, además de tener un porte robusto?

–L-Lo s-siento –tartamudeó Park, tratando de buscar amainar las aguas.

–¡Cállate!

Jimin recibió un empujón que lo tumbó al suelo. Su trasero golpeó el cemento y se quejó por el dolor al caer en una mala posición.

–Levántate, inútil.

La orden se le fue dada, pero el rubio no quería alzarse para recibir otro daño que podría incluso resultar peor para su integridad.

Se cubrió el rostro con las manos, esta vez llorando sonoramente sin que pudiera evitarlo. Su cuerpecito tembló más y acercó sus piernas a su pecho, adquiriendo una posición defensiva para soportar el castigo que pudiera llegarle.

–¡Oye, Wonho!

Se escuchó otra voz masculina a lo lejos junto al ruido de pisadas apresuradas en su dirección.

–¿Qué sucede aquí, Wonho?

Otra vez la voz, esta vez más cerca.

Los sollozos lastimeros de Jimin amainaron. Movió apenitas los dedos para ver a través de ellos, buscando el origen de esa voz. Lo hizo justo cuando otro niño grande llegó.

Era unos centímetros más alto que su agresor, que parecía llamarse Wonho. Llevaba el cabello negro tirado hacia un costado y tapándole un poco los ojos. En la camisa de su uniforme se distinguía la insignia de presidente de curso. Eso lo volvía alguien responsable, que respetaba los valores.

–¿Estás peleando otra vez? ¿Qué no ves que es más pequeño que tú? Lo vas a lastimar.

–Métete en tus cosas, Jungkook –Wonho intentó empujar al recién llegado. Jungkook fue más veloz y lo sujetó con un gancho que lo inmovilizó.

–Cuidar de los demás estudiantes es parte de mis cosas –gruñó, molesto de ver que el buscapleitos de su curso estuviera tomando ventaja de alguien inferior. Liberó a su presa de golpe, haciendo que cayera a los pies de un sorprendido Jimin que había terminado por apartar sus manos para contemplar la escena.

Before the baby ║ Kookmin/VminWhere stories live. Discover now