Esclavo de una diosa: Goku x Jerez (Yandere)

Obsesión

Jerez flotaba en su subconsciente.

Un espacio infinito la rodeaba, teñido de una bruma azulada y dorada. Ecos de su propia voz susurraban palabras que nunca se había permitido decir en voz alta.

"Solía temer al amor y lo que él podría hacerme..."

"Mis lágrimas caían más fuerte que la lluvia..."

"Preferiría morir antes que volver a vivir una tormenta como aquella..."

Las sombras de su pasado se retorcían a su alrededor. Años de desprecio, traición y vacío la habían convertido en la deidad impasible que todos conocían. Pero él... Son Goku... era diferente.

"No puedo creer que finalmente encontré a alguien..."

"Me entregaré completamente... porque es el único que quiero."

El mundo ilusorio tembló y se desmoronó a su alrededor.

Jerez despertó.

Abrió los ojos con un suspiro profundo y se incorporó lentamente. Seniorem, quien había estado observándola, se acercó de inmediato.

—Diosa, ¿cómo se encuentra? —preguntó con cautela.

Jerez frunció el ceño y llevó una mano a su pecho.

—No lo sé... pero mi cuerpo se siente satisfecho. Como si hubiera sido plenamente extasiada y complacida... —Su mirada afilada se clavó en la de Seniorem—. ¿Ocurrió algo durante la hipnosis, querida?

Seniorem ocultó su inquietud con una sonrisa ensayada.

—Por supuesto que no, mi señora. Todo salió según lo esperado. Ahora, ¿podría decirme el verdadero motivo por el que ha venido?

Jerez se reclinó contra su trono y sonrió para sí misma.

—Mis deseos por ese saiyajin solo han aumentado. ¿Qué quiero de él? No lo sé aún... pero lo sabré cuando lo tenga completamente bajo mi control.

Seniorem se humedeció los labios, percibiendo lo peligrosa que podía volverse esta obsesión.

—Mi señora, permítame ayudarle con eso. Puedo darle una poción... una que hará que él caiga rendido a sus pies sin resistencia alguna.

Jerez negó con un gesto elegante.

—No hace falta, querida. No necesito un atajo. —Se inclinó hacia adelante, su sonrisa llena de confianza—. Confío plenamente en que puedo enamorarlo.

Seniorem ocultó su decepción y desvió la mirada a Peru, quien permanecía en silencio. Sin que Jerez lo notara, le deslizó el frasco con la poción.

Pero antes de que Peru pudiera ocultarlo, Jerez lo tomó de un solo movimiento.

El frasco se hizo añicos entre sus dedos.

Seniorem suspiró, mirándola con tristeza.

—Diosa... solo quiero protegerla. Pero no nos permite ayudarla.

—Sé lo que hago. No va a suceder otra vez.

—Entonces, le pido que tenga cuidado. Si algo sale mal, vendrá a mí de inmediato —insistió Seniorem.

Jerez soltó una risa breve y se levantó con gracia.

—Gracias por tu preocupación, pero no habrá necesidad. Nos vamos.

Un suspiro escapó de los labios de Seniorem antes de que el Kaioshin pronunciara un Kai-Kai, teletransportándo a la diosa de regreso a su palacio.

Jerez regresó con una sonrisa en el rostro. Su determinación era absoluta. Se dirigió directamente a buscar al saiyajin.