2 - Halloween 2013

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El despertador en la mesita de noche sonó particularmente fuerte ese día, quizá era porque deseaba más que nada no salir jamás de la cama o porque, al tener conciencia de que era su cumpleaños, estaba más sensible a esas cosas que el resto de los días. Se talló un ojo antes de estirar una mano para golpear el aparato y que dejara de producir el estridente ruido, movimiento en falso que sólo sirvió para lanzarlo al frío piso de madera.

— Apágalo ya… —su pareja gruñó con voz pastosa desde el otro lado de la cama, cubriéndose hasta más arriba de la cabeza con las frazadas para amortiguar el ruido.

Frank resopló, lanzándose a apagar por fin el despertador y dejarlo de nuevo en su lugar. Eran las nueve de la mañana y sentía como si fueran las cinco de la madrugada. Volvió a sentarse en la cama, y dejó salir un gran bostezo antes de ponerse de pie nuevamente para ir a tomar una ducha.

Aun con los ojos cerrados recorrió el camino que se sabía de memoria hasta el baño y quizá le falló la memoria o sus pasos se desviaron, porque terminó golpeándose de lleno el dedo pequeñito contra una de las patas de madera de la cama.

— ¡MADRE DE… ogh! —un par de lágrimas cayeron de inmediato por sus mejillas, sus manos viajaron a alzar el pie lastimado acariciando con parsimonia el dedito que lucía terriblemente rojo y así, saltando en un pie se metió al baño y cerró de un portazo, a tiempo para esquivar una de las almohadas que viajaba como un torpedo desde la cama en dirección a él.

Como si estuviese predicho que ese sería un día de mierda, aparecieron los problemas en el baño. Mientras estaba meando bostezó nuevamente, el sueño le hizo tambalearse y en un momento de estupidez se regó los pies, más tarde en la ducha, se terminó el agua caliente y tuvo que terminar con agua terriblemente fría. Como cubitos de hielo bajando por su piel. Adiós erección matutina. Y luego, para más remate, se cortó dos veces la barbilla mientras se afeitaba.

Cumplir 32 años seguramente no era lo mejor del mundo, por lo menos para él.

*

Al regresar a la habitación la tentación de lanzarse de vuelta a la cama y recuperar el sueño que se le había arrebatado fue enorme, pero no podía hacer eso. Tenía que salir y no sabía dónde mierda si no tenía un trabajo siquiera.

Se vistió con esa camisa roja a cuadros que comenzaba a apestar de tanto que la usaba, unos jeans y una camiseta con el logo de black flag en ella, se calzó las Vans que había adquirido hacía unos días y salió de casa.

Todos los perros estaban durmiendo.

Suertudos de mierda.

El plan era simple, ir al supermercado a comprar algo para el almuerzo y unos 20 kilos de comida para perros, pasar a la tintorería y luego… luego regresar a dormir. En cierto modo le estresaba saber que tenía que seguir haciendo las labores de la casa aun cuando era su jodido cumpleaños. Pero él mismo se había ofrecido para eso, no podía replicar nada.

Para su sorpresa —en aquel día de mierda— el auto partió al primer intento, salió del garaje y comenzó a alejarse por las calles de su amada Nueva Jersey rumbo al área comercial. Le gustaba cómo se veía la ciudad a esa hora, todos los tipos bronceados y las chicas de faldas cortas seguían con resaca de la noche anterior, así que sólo se veían los universitarios en sus bicicletas, una que otra pareja paseando a un bebé o una anciana con su peludo y pomposo perro.

Estacionó cerca de la puerta principal, pero no logró avanzar mucho cuando escuchó un chillido a lo lejos, seguido de unos pasos a tropel, corriendo hacia él. Demonios, qué bello día para recibir a fan. Pensó con sarcasmo.

warm and fluffy; frerardKde žijí příběhy. Začni objevovat