I fell in Love with the devil

❛ t h i r t y - f i v e ❜

7:40 am

Sun sujetaba la linterna mientras Chani buscaba entre los libros que estaban en el estante más alto de aquel pasillo en la biblioteca.

— No sé por qué siento que nos estamos metiendo en algo peligroso. – Comentó Chani una vez que tomó el libro que necesitaba.

— Yo también, pero no me digas que no tienes curiosidad.

— Bueno eso sí.

Abrió el libro y comenzó a buscar página por página hasta que pasó casi media hora.

— No hay nada aquí. – Dijo él mientras tomaba asiento y le pasaba el libro a Sun.

— Es tan raro, no hay nada aquí ni en el archivo, es como si nunca hubiesen estudiado en este lugar.

— ¿No será que debes buscar mejor?

— En eso pensé en un principio, pero no estoy tan segura ¿por qué guardar la documentación por partes?

Los dos se quedaron pensando un momento; los papeles que Sun había tomado del archivo eran los registros de los estudiantes que habían sido asesinados en aquel tiempo, pero estaban incompletos, no había nada más que nombres de algunos de ellos y en el libro que buscaban se registraban todas las generaciones de estudiantes.

— Ya me tengo que ir clase... creo que ya no podremos encontrar nada más. – Dijo ella.

— No, aún podemos investigar un poco más.

— ¿En dónde?

— En el pueblo.

— Pero no podemos salir.

— Como si te diera miedo escapar. – Sonrió.

— Shh, ahora es diferente. – Cerró el libro.

— Entonces voy yo solo.

— No, no. – Negó agitando las manos. – No quiero que nada te pase.

— No pasará nada, iré al pueblo, no al bosque. Según lo que leímos, todos los asesinatos ocurrieron en el bosque.

— Pero si quieres escaparte tienes que pasar por el bosque.

— No necesariamente, así que controla tus nervios.

— Chani eres un necio.

— Te avisaré...

— Nada de eso, yo voy contigo.

Chani asintió con la cabeza y sonrió. Después de devolver el libro los dos salieron de la biblioteca y se dirigieron a sus clases.

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Se escucharon un par de golpes en la puerta del aula, el profesor abrió e intercambió un par de palabras con la prefecta, después de eso llamó a Khair.

— Ve a la dirección.

Le pareció extraño y mientras caminaba por el pasillo pensaba en lo que había hecho en las últimas 24 horas que fuese motivo de algún castigo.

— Permiso, me dijeron que viniera. – Dijo cuando entró al lugar.

— Por aquí. – Una prefecta le indicó que la siguiera hasta otra de las oficinas.

Al llegar ahí se encontró con un hombre vestido de traje y con un portafolios en la mano, no lo conocía y eso le resultó aún más extraño.

— Me presento, soy Aaron Jones, abogado de la familia Kim.