⌦⓿❽

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Alemanía saltó y aterrizó junto al cuerpo inmóvil. Un gemidó de dolor se escapó de su boca, un sonido agonizante lleno de autodesprecio.

No había estado allí, se había escapado de la cabaña como un mocoso egocéntrico. No habia estado allí.

Sin importarle la sangre, se acurrucó contra el suave pelaje color avellana y hundió el hocido debajo de la pesada cabeza. No podía sentie el ritmo constante de los latidos del corazón y el calor parecía dejar rápidamente los músculos sin vida. Petrificado, trató de retener todo lo posible.

No había estado allí. No había estado allí para protegerlo. Para advertirle. Para salvarle la vida.

Se odiaba a sí mismo por eso. Odiaba al mundo por ser tan cruel.

Se acercó al cuerpo familiar. Era mucho más grande que él y le dolia inmensamente darse cuenta de que ni siquiera sería capaz de llevarselo lejos de aquellos cazadores. No había forma de que pudiera mover más de mil libras de músculos y huesos, unas dies veces su propio peso corporal.

La piel terminaría como la alfombra del piso de alguien, la cabeza disecada y clavada en la pared.

Alemania sabía que Reich ya no eataba aquí, la idea hizo que todo su cueepi se estremeciera de un dolor punzante, pero no quería que terminara como el trofeo de alguíen. Reich simplemente no se lo merecía.

Alemania lamió suavemente la mejilla del mayor, saboreando la sangre amargada en la lengua, antes de levantarse y saltar al suelo. Fue terriblemente doloroso retroceder. Todo en él anhelaba recostarse junto a Reich de nuevo y ahogarse en su dolor.

Láhrimas calientes corrían por su rostro y apenas podía respirae por la garganta obstruida. Todo dolía y quería desaparecer, simplemente no estar más, no sentir ese dolor que lo mataba por dentro. Quería a Reich a su lado, salir a la ciudad juntos de compras, comer el desayuno que preparaba cada mañana y reirse de unos chistes malos que solía decir. El era más que un amigo para él...era como un padre y una madre, una figura paterna que supo cuidar de él aunque fuera cachorro de otra especie. Dolía, realmente se odiaba por ser un inutil y más en ese momento.

Se tambaleó hacia la puerta de la camioneta y no dudó en golpear con el puñi la ventana lateral que se agrietó levemente. Repitió el proceso, sin importarle la sangre fresca que goteaba al suelo. El cristal se rompió y abrió la puerta desde el interior. Agarrandose del asiento, se subió al interior y arrancó la cubierta de plástico debajo del volante. Aparecieron alambres y cables enredadoa y los revisó.

Había leído sobre eso. Le había parecido sencillo y estaba seguro de que podía hacerlo. Tenía que hacerlo. Por Reich, su padre..

Sus manos temblarón cuando conectó dos cables y el motoe rugió con fuerza. No esperó a que los cazadores se dieran cuenta de que su camioneta había sido robada en ese momento y pisó el pedal de golpe. El vehículo se lanzó hacia adelante y salió disparado por el estrecho camino.

Alemania agarró el volante con fuerza y se concentró en conseguir la mayor distancía posible entre él y los humanos. No le quitarían a su padre por segunda vez.

Los árboles pasaban zumbando, los animales saltaban fuera del camino y las lágrimas corrían por sus mejillas. La fría determinación adormeció levemente el dolor.

Si tan solo él no se hubiera escapado para ir a la ciudad, tal vez su padre ni quisiera habría salido de la cabaña a buscarlo. Nunca habría estado en peligro. No habría sido asesinado. Estaría vivo ahora mimo.

El camión se detuvo bruscamente y Alemania puso el freno de mano para evitar que se alejara rodando en el momento en que salió de la cabina.

El bosque estaba inquietantemente silencioso, probablemente perturbado por él y el vehículo negro. El sol no era más que un resplandor anaranjado justo por encima del horizonte. Se acercaba la noche.

A unos metros del camión, Alemanía comenzo a cavar. El suelo era húmedo y blando, pero había piedras por todas partes, algunas muy pequeñas pero otras muy grandes. No le importaba que se le rompieran las uñas o que la sangre brotara de las heridas de sus nudillos, lo único que importaba era el agujero que tenía delante.

Perdió la noción del tiempo. Tenía la vista borrosa y la respiración entrecortada. Pensó que él tambien debería cavar su propio hoyo. Dejar que se lo tragara por completo.

Ya nada importaba.

Ni el ardor exhausto de sus músculos.

Ni el dolor en su pecho.

Ni la sensación de haberlo perdido todo.

Solo palear más y más tierra.

Tenía que hacer un agujero muy profundo para evitar que los animales hambrientos llegaran al cadáver enterrado. Y así siguió el pequeño alemán, cavando cada vez más profundo. Porque era lo único que podía hacer por su padre ahora. Porque no había estado alli.

No sabía cuántas horas habían pasado cuando finalmente estuvo satisfecho. Para ser honesto, no le importaba. El tiempo no importaba.

Miró el agujero que estaba lleno de oscuridad. Se odiaba a sí mismo por tener que depositar el cuerpo de su padre en él, pero parecía aun más cruel dejarlo a merced de la naturaleza y de los cazadores.

Sus piernas apenas soportaban su peso y sus dedos temblaban haciendo casi imposible abrir la parte trasera de la camioneta y mucho menos arrastrar un tigre adulto al agujero.

Casí se atragantó con sus sollozos al ver de nuevo el cuerpo inmóvil.

-¡L-lo siento mucho..!-lloró entrecortadamente. Lo más suave posible, empujó el cuerpo del camión al suelo y sollozó incontrolablemente cuando se quedó allí completamente inmóvil.

-No era mi intención...-se disculpó y abrazó la gran cabeza del tigre, acariciando el suave pelaje entre sus orejas.

Poco a poco, logró empujarlo hacía el agujero, gruñendo y gritando de frustración, llorando y sollozando de dolor. Disculparse una y otra vez por no haber estado allí. Por ser una descepción.

Quitó las ramitas y las hojas caídas que estaban enredadas en el pelaje color avellana.

-Gracias, Padre, por salvarme....-susurró y se secó las lágrimas, marchándose la cara con sangre- Gracias por todo lo que hiciste por mí.

Suavemente pasó sus dedos por el pelaje enmarañado.

-Lo siento, debería haber estado allí. ¡Lo siento mucho!

Abrazo el gran cuerpo y lloró contra el pelaje espeso. Empapándolo con lágrimas saladas. Se odiaba a si mismo poe ser tan débil.

Es probable que los cazadores ya se hubieran enterado de que su camión había desaparecido. Lo estaban buscando. No quería que encontraran a su padre.

Así que respiró hondo, apretó con fuerza al tigre por última vez y le dio un empujón al pesado cuerpo. Cayó en el agujero y Alemania se agarró el pecho para aliviar el dolor sofocante.

Lentamente comenzó a llenar el agujero de nuevo, lamentando cada puñado de tierra aue alejaba a su padre de él. Más de una pocas veces tuvo la tentación de saltar y rescatarlo del suelo frío y duro.

Pero tenía que hacer esto. No importaba qué.

Cubrió la tierra recien excavada con las piedras, con la esperanza de proteger aún más los restos de su padre. Sus manos se cerraron alrededor de una de las últimas piedras y retrocedió con un siseo silencioso cuando un borde afilado le abrio la palma. Con la mirada perdida en la herida, se preguntó si se desangraría hasta morir. Ojalá.

El sol comenzó a salir, bañando el bosque con sua cálidos rayos cuando Alemania finalmente terminó su trabajo. El vació en su pecho se sentía sin fondo.

No había estado allí y ahora dejaría a su padre por completo.

Era una criatura terrible. Porque no había estado allí.

𝐌𝐈 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐀𝐃𝐎जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें