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Agosto 29, 2018.
Leskovac, Serbia.
Henry
Un tiro.
Dos, tres, cinco, diez.
Gotitas pequeñas de sudor me recorren la frente.
Diviso los agujeros de las balas en los blancos y suspiro.
Un día más de aletargo preparándonos para lo inimaginable.
El sol decae atrayendo consigo el anochecer. Descargo el armamento antes de entrar a la fortaleza. Se las entrego a los hombres armados que custodian la mansión.
Me retiro los guantes y ordeno colocarlas en sus puestos, pulirlas y rellenar los cartuchos.
Subí cuatro pisos en puras escaleras, llegando al mismo rincón oscuro de siempre. Llego a mi respectiva habitación, me saco la ropa y me doy una rápido ducha, colocandome vaqueros, un suéter negro y las botas. El llamado llega cuando Djævel me avisa que la junta está por comenzar. No le respondo, igual no demoro.
Me meto el arma que siempre cargo dentro del pantalón.
Me apresuro a bajar y adentrarme en la sala de juntas donde Maxim, Luciano y los jefes recién llegan. Nancy se desaburre rodando una bala sobre el escritorio grande, Dalila con la cara de odiosa y Daniela como estatua. Djævel también entra.
Maxim nos pide tomar asiento.
Entonces el holograma se abre en medio de la mesa que rodeamos.
La imagen que aparece frente a nosotros me obliga a levantar la mirada.
Esto no puede ser.
—Estuvieron a punto de dispararme. —comenta el danés—. Los seguimos y efectivamente, la perra sigue viva.
—Desgraciada. —musita Dalila.
—Atrapamos a uno de sus subordinados, cabe mencionar que el idiota no soltó ni una sola palabra, además de... —presiona un botón que en cuestión de segundos cambia la imagen a un video que se reproduce, mostrando la imagen de un hombre siendo golpeado y torturado. Al fondo se escucha la voz de Maxim preguntando cosas sobre la organización de Elijah. El tipo no dice nada de relevancia, no además de...
