Academia

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En la academia aprendían.

Los humanos eran divididos en tres grupos: Básico, Medio y Perfecto dependiendo de los campos que dominasen; mensualmente eran expuestos, los desnudaban y con vendas en los ojos terminaban de pie mientras los compradores los analizaban. Eran educados en muchos campos, aprendían de la A hasta la Z. Los humanos perfectos eran los más caros, los más cotizados y los más difíciles de encontrar, uno de cada cien humanos era perfecto y KyungSoo resultó ser ese uno. Los llevaban desde niños a aquel lugar y los ofrecían hasta los 21 años, después de aquel tiempo si no eran comprados pasaban a ser humanos de Reserva.

KyungSoo fue empujado hasta el interior de su habitación, la ira le invadió mientras se giraba con fuerza queriendo al menos poder hablar aunque sabía que en ese lugar y con su condición- un simple humano- hablar no era uno de sus derechos.

Vampiros.

La sonrisa sarcástica se expandía por el rostro del pelinegro mientras analizaba su miserable vida como cada noche terminaba haciendo, de fondo los de reserva gritaban pidiendo ayuda y el corazón de KyungSoo se encogía de miedo, lástima y tristeza. Había perdido muchas de sus emociones en lo que los años transcurrían y el odio se hacía grande, en ese momento el odio hacia aquellos seres era mucho más  grande que el miedo o la tristeza, para el chico vivir de la manera en que vivía ...¡Aquello no era vida!.

Vampiros.

Seres sin alma, KyungSoo odiaba tanto a los vampiros por haber asesinado a su madre, por haberle secuestrado, por obligarle a aprender todo aquello y  tratarle como un animal.

Tenía veinte años ahora, había pasado doce años en aquel lugar rodeado de otros humanos, pidiendo por el día de su muerte. El pelinegro deseaba morir antes de siquiera pensar en ser comprado y tener que ser la mascota de algún vampiro. La herida en su brazo se burlaba de él con descaro, sabía que el fin de mes estaba cerca y alguien ya estaba interesado en él.

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El calor de su cama se desvaneció con rapidez, el pelinegro caminaba de forma lenta hacia la salida, con un rostro lleno de preguntas ¿Le habían comprado?. KyungSoo quería morir ahora mismo, dio una mirada hacia atrás mientras el dolor seguía su día, realmente no sabía si reír o llorar.

Un tipo le miró casi con asco y le ordenó subir al auto negro y  lujoso frente a él, KyungSoo quiso negarse pero un golpe en su rostro lo obligó a cumplir aquella orden. El pelinegro se encogió en una esquina mirando hacia sus propias piernas, sus ojos ardían mientras sus lágrimas amenazaban con hacerse presentes, su mejilla ardía y la voz de aquel maldito vampiro retumbaba en su cabeza.

-¿Cuál es tu nombre?-el pequeño abrió su boca y el vampiro frente a él, un hombre de cabello negro y mirada fría, rió antes de escucharle dejando a KyungSoo algo descolocado-¿Ibas a contestar? ¿Crees que tienes un nombre?

-Me llam- 

-¡Cállate!-el sonido del golpe hizo a KyungSoo encogerse de manera automática, bajó su mirada de nuevo y apretó sus dientes.

El día había llegado, el día en que le comprasen, KyungSoo sería oficialmente una mascota. Quería reír en ese momento, miró vagamente por la ventana mientras su antiguo hogar iba quedando atrás poco a poco y su verdadero infierno comenzaba. Aquel vampiro frente a él-porque KyungSoo sabía que lo era, lucía como uno- le miró con desprecio como el resto de vampiros le miraba ¿Era ese tipo su dueño ahora? La pregunta hizo que un escalofrío le recorriera de forma precipitada.



Mi propio humano - [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora