el gato

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Cuando Sam desperotó se sentía tan poderosa que estaba deseando probar sus poderes, vió que todos los de aquella sala la miraban expactantes esperando una respuesta y ella decidió contestarle sin utilizar las palabras. Miró hacia las puertas de cristal que daban al patio y se concentró, las puertas de cristal explotaron en mil pedazos y Sam pudo notar como la malloría de las persona de la sala se asustaban, pero antes de que los pedazos de cristal cayeran al suelo Sam hizo que volvieran a su estado original, como si no hubiese pasado nada. Helena se acercó corriendo a las puertas de cristal y las tocó con miedo a que se rompieran, pero no pasó nada de eso, las puertas estaban intactas.

-Increible-musitó.-¿qué es lo que ha pasado en tú viaje?

Sam no tenía ganas de hablar, lo único que quería saber era la historia que su padre tenía que contarle acerca de su madre y de lo que fue de ella. Sam miró a Jetsel y este asintió sabiendo lo que la chica quería decir con esa mirada.

-Yo os lo explicaré luego- dijo Jetsel- ahora lo mejor será que Mike le cuente a su hija todo- esto último lo dijo mirando a la mochila de este.

Mike suspiró y pusó ambas manos en las de su hija.

-Si no te he contado esto antes es porque lo prometí, prometí que te cuidaría como un humano normal a no ser que despertara tu parte de diosa.-Sam asintió y Mike empezó su historia.- Yo nací en un lugar muy lejos de aquí, donde la nieve y el frío reinaban ocho meses al año, era un pueblo rodeado de espesos bosques donde si te perdías lo más seguro era que jamás volverías a ser visto. Pero yo era demasiado aventurero y siempre me adentraba en aquel bosque, claro que tenía mis técnicas para no perderme. Pero nada es infalible, así que un día cuando tenía once años me perdí en aquel inmenso bosque, la noche empezaba a caer y yo no era capaz de encontrar la salida. La noche cayó y yo me dí por vencido, el frío me congelaría los huesos y acabaría muriendo. Pero no sabía que en aquel bosque había algo más peligroso que el frío de la noche, a lo lejos distinguí dos luces rojas, me acerqué confiado pensando que alguien se había adentrado para rescatarme. A medida que me acercaba el miedo se apoderaba de mi y mi instinto me decía que no debía acercarme más, pero era demasiado tarde, un enorme animal salto sobre mi dispuesto a devorarme.

>Un cuchillo voló hacia la cabeza de aquella bestia y se le clavó en un ojo, la bestia se retorció y chilló. Un chico alto y rubio de mi edad había lanzado aquel cuchillo y a pesar de tener aquella enorme bestia gruñendole no parecía tener miedo. Él solo se enfentró a la bestia, pero esta era lista y rápida, el muchacho acabó acorralado por el animal, pero yo le debía la vida a aquel muchacho y si no le salvaba la bestia después iría a por mi. Cogí uno de los cuchillos que luchando se le habían caido y trepé a un arbol. Justo antes de que la bestía le mordiera salté sobre ella clavándole el cuchillo en el craneo. La bestia se desplomó y ambos nos abrazamos por la euforia. Después de aquello formamos un lazo de amistad irrompible, él me enseñó a luchar y yo, hijo de herrero, le enseñe a hacer armas.

>A medida que pasaban los años nos hicimos inseparables y el me contó lo que era él y lo que eran aquellas bestias, me contó todo sobre los cazadores. Cuando cumplió dieciocho años me contó que había encontrado a su pareja, la conocí, era guapa y estaba claramente enamorada de él, pero aquel chico no la correspondía. Un año más tarde irrumpió en mi casa en plena noche lleno de sangre, me contó que los Licaón de aquel lugar se habían alzado en contra de todos los cazadores de la zona y que se estaban reuniendo para ser un mayor número. Suplicó mi ayuda y yo no dudé un instante en ayudarle, cree miles de armas nuevas con materiales casi imposibles y armaduras ligeras, cómodas y totalmente flexibles.

>La guerra comenzo y muchos Licaón murieron, pero cayeron muchos más cazadores, aquel muchacho había perdido a sus padres y a gran parte de amigos en aquella batalla, pero no se rendía a pesar de que iban a perder. Llamaron y pidieron ayuda a otras casa de cazadores, pero estas se negaron alegando que sería un suicidio.

El cazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora