∞•Tempestad•∞ [•BNHA•] {Tomura X Oc X Aizawa X LOV}

• ∆1 - Iglesia ∆ •

—¡Ja! Per-

Sin dejar que terminara solo colgué y me fui al baño, tallándome los ojos reaccione un poco y decidí alistarme para otro trabajo más, dando la justicia por mi propia mano, haciendo lo que la policía no.

Dos horas más tarde ya estaba enfrente de aquella iglesia, con el traje de monja que me había conseguido Giran, y que apresar de que le di mis medidas exactas el maldito hizo que me quedara justo...

Lo ignoré y entré, faltaba media hora para que empezará todo así que adecue al ambiente, acercándome al coro de niños, que se veía raro, por lo que para comprobar mis sospechas me acerqué.

Simulando solo chocar por accidente pude tocar a uno de ellos en la nuca, suficiente para poder ver sus recuerdos vagos, sin duda estás eran víctimas, listas para ser subastadas o cosas peores.

No pude hacer nada más sin ser vista de manera sospechosa, por lo que seguí al resto de monjas lejos de ahí, unas llevaban rosarios y crucifijos mientras otras simplemente custodiaban que los del coro no se separaran.

—¿Han visto a la corista? Aún no llega, pero que irresponsable —exclamó aparentemente enojada una de las monjas.

—Tampoco espero que llegue, se tardó media hora ya —dijo otra con disgusto.

—Veo que esa soy yo —dije encogiéndome de hombros al notar apenas cuál era mi rol aquí.

—Oh, no te había visto, eres la nueva no? Ve y vigila a los niños, nuestros señores ya están llegando –dijo desde el fondo una persona que si reconocí, era una de las cabecillas de la lista, la superiora Namikura.

—Claro, compromiso superiora –replique tranquila para luego emprender mi paso.

La iglesia tenía un tono oscuro, y mientras iba caminando mis pasos resonaban en la vieja madera, sin duda no pasaría desapercibido nadie por aquí, con razón no han intentado escapar, más a juzgar por su reacción cuando toque a aquel chico, parece que me tenía miedo, abuso psicológico tal vez, todo aquí me repugna de solo pensarlo.

Todos esos pensamientos pasaban por mi mente mientras varias personas iban entrando al lugar, gente de buen vestir y porte con gracia, aunque al solo estar aquí se sabía que no merecían más que la muerte.

Una vez llegue con el coro me acerqué y los reuní en un esquina, asegurándome de que nadie sospechara de mi comportamiento, seguí mi compostura distante con ellos, a diferencia de mis palabras.

—¿S-sacarnos? ¿Podremos salir de aquí? —dijo una chica con un brillo en sus ojos.

—Si siguen mis plan si, solo que puede que la escena sea grotesca para la mayoría.

—Si es por salir de este lugar lo que sea  se lo merecen, además de que la chica que murió... Yo la conocía y quiero venganza —dijo dando un paso delante una chica rubia mientras sostenía una cadena, sin preguntar podría decir que era de la hija de mi cliente.

—Entonces vamos a dar el mejor coro a nuestro señor –exclamé al sentir cerca a otra monja.

—Con nuestra alma en ello —contestó la misma chica rubia.

—Ya es hora, no retrase más al coro —reclamó desde atrás de mí la misteriosa presencia de la que sospechaba.

—Claro, vamos chicos.

Y echando un último vistazo lo vi, todos estaban en el lugar, cabecilla número uno, Tokiyama Subaki, la superiora, y los demás, listos para tomar su destino. El silencio reino cuando alcé mi manos, y en posición el show empezó.

El coro de chicos cantaba al ritmo de mis muñecas, y con el mismo la tensión del lugar, mientras el tiempo avanzaba la magia sucedía, cuál arte de la justicia las cosas comenzaban a pasar, y sin siquiera voltear podía escuchar que todo resultaba como lo planee.