CAP 26. RECUERDOS FALSOS Y MALAS INTENCIONES

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Nuevo Capítulo.

La madrugada era fría y calaba los huesos de quién se atreviera a deambular a tan altas horas.
Una joven llegaba agotada a su casa el camino desde Aomori había sido tortuoso, pero no tanto por el trayecto sino por la enredadera de ideas que tenía en su cabeza, temblorosa tomó las llaves de la puerta.

—Así que no estás enferma —interrumpió una voz haciendo que ella soltara las llaves.

Nerviosa giró su cabeza, era muy pronto para enfrentar a Ranma.

—¡¿Qué haces aquí?! —exclamó con la voz temblorosa— Es decir ¿Cuándo volviste?

—No sigas jugando Ukyo créeme que no tengo ánimos —respondió apoyando ambas manos en la pared encerrando a la joven— ¿Dónde dejaste a mi madre?

—Ella está durmiendo en Aomori, descuida no le haría daño —contestó bajando la mirada.

—Pensé que te conocía ahora te creo capaz de cualquier cosa, no confío en ti —la miró frunció el entrecejo— ¿Vas a abrir la puerta o prefieres hablemos aquí?

Ukyo pasó saliva y recogió las llaves, en cuanto la puerta se abrió los dos entraron, esa madrugada seria muy larga para ambos.

Lejos de ahí en Fukushima dos mujeres esperaban que el médico saliera a dar noticias sobre el estado de salud del pelimorado.

Mientras tanto en Nerima una joven dormía profundamente soñando con un día especial, sin embargo, Ryoga no podía conciliar el sueño sabía que ya no había esperanza con Akane, a pesar de querer insistir sentía que otra vez se había quedado en el camino, su único consuelo era que Ranma se encontraba en el mismo lugar que él.

La mañana trajo consigo la incertidumbre de una mujer que despertaba sola en una pensión, una carta de las castaña permanecía sobre la almohada.

En las calles de Aomori un pelinegro le daba indicaciones a su pupilo.

—Seguramente querrá vengarse, no confío en el silencio de Ukyo —Comentó Mousse tomando un poco de té caliente.

—¿A dónde iremos señor? —Le preguntó el joven calvo.

—Yo a China tengo unos asuntos pendientes que resolver, tú te quedarás aquí atendiendo los asuntos que pudieran presentarse, ya te he entrenado lo suficiente —argumentó el pelinegro— Tú me avisarás cuándo sea seguro volver.

Dijo pensando en la furia del chico Saotome.

En Nerima una taza de té yacía derramada por el suelo de la habitación, Ukyo se mantenía sentada en una esquina cubriendo su rostro con sus manos, en el otro extremo Ranma seguía sin poder asimilar la historia narrada por la chica.

—No creo ni la mitad de lo que has dicho —dijo el chico Saotome rompiendo el denso silencio de la habitación.

—La hierba rompecorazones es real, la use durante mucho tiempo y también es verdad que si Nabiki no lo toma yo no hubiese confesado nada —expresó apretando los puños.

—Si nadie hubiese sospechado seguirías engañándome —añadió decepcionado.

—Ya no tengo nada que perder ¿Por qué habría de decir mentiras? —respondió Ukyo con la mirada al frente— Tomo la parte de culpa que me corresponde en esta historia, hice toda esa locura para retenerte pensé que con el tiempo me mirarías de la forma en que lo hacía yo.

—No fui sincero contigo desde el principio, lo sé y lastimé a muchas personas con mi inmadurez, pero cuando me lo preguntaste de frente yo te lo dije claramente —explicó con un nudo en la garganta— Dije que eras mi hermana en todos los lugares en que íbamos juntos, te cuidé y no me cansé de demostrarte que mi cariño y preocupación por ti era el de un hermano.

La castaña desvío la mirada a otro extremo del cuarto.

—Me gustaba que me cuidarás, era la única forma que tenía para tenerte —sollozó peleando con su orgullo.

—¿Qué hice mal Ukyo? ¿Qué fue lo malo que hice para que tú te enseñarás así conmigo? Tú me viste pelear hasta enfermar para conseguir el dinero que aliviara tus dolores, ¡Tenía miedo que murieras y todo fue una mentira! —reclamó con furia y dolor.

—Perdóname Ranma —le pidió— llegué a pensar que lo hacías por que me amabas ¿Qué podría ser si no lo era?

—¡Amor de familia Ukyo! Dije que cuidaría de ti como cuidó a mis padres y a los Tendo —explicó sintiendo como las palabras rompían su garganta— Dime que más no es real ¡¿Qué más me hicieron creer que paso ese loco y tú?!

—La noche de año nuevo en Sapporo no me besaste estando ebrio, tampoco me pediste matrimonio —confesó— el recuerdo donde tú y yo bailamos y por accidente caímos encima del otro jamás sucedió, todo eso fueron fantasías que le pedí a él que metiera en tu cabeza para que creyeras que te estabas enamorando de mi.

Ranma aún recordaba aquellos momentos con Ukyo, siempre había pensado que él entre juegos decidió casarse con ella en un arrebato de soledad.

—¿Que fue lo que realmente sucedió? —insistio él tocando torpemente su cabeza.

—Esa noche él tomó tu forma mientras tú estabas inconsciente, te di algo en el té y todo lo que sabes que ocurrió esa noche en realidad lo estabas soñando, no fuiste tú quién sugirió casarnos y me pidió que me quedara a su lado eso no pasó —Explicó con remordimiento— Cuando despertaste me fue fácil actuar como la víctima, sabía que cargarías con la culpa y tomarías la responsabilidad.
Ranma se levantó del piso y caminó a la puerta.

—Por favor Ranma perdóname, sin ti no tengo nada, tú eres mi familia —Le rogó sujetando su pierna.

—¿Dónde está Mousse? —le preguntó sin mirarla.

—No lo he vuelto a ver desde entonces, no sé dónde podría estar —comentó ella jalando su pantalón.

—No tengo nada más que hablar contigo, márchate de Nerima a la brevedad posible si tienes un poco de vergüenza aceptaras mis condiciones en la separación —sentenció siguiendo su camino.

En Fukushima Akari y la señora Furuta conversaban en la cocina de la casa de huéspedes.

—Es una tragedia —se lamentó la señora negando con la cabeza lo sucedido.

—¿No va a echarlo verdad? —preguntó Akari preocupada sirviendo unos tazones de arroz.

—¡Por su puesto que no! —exclamó tomando un poco de té verde— La estancia aquí no se la voy a cobrar, tampoco los alimentos, es un buen muchacho.

—Yo le ayudaré a que se mejore —sonrió la joven preparando una bandeja con alimentos— iré a llevarle el desayuno, señora Furuta yo trabajaré con más empeño para pagar lo que él consuma. —dijo tranquilamente y salió de la cocina.

—Esa chica es tan buena —susurró la mujer con una sonrisa— ¿A caso está enamorada? —se preguntó desconcertada.

La joven subió las escaleras y llegó al pasillo, tocó levemente la puerta, cuando la abrió observó al joven todavía inconsciente recostado en su cama con una venda sobre los ojos.

Lentamente dejó la charola en la mesita y se acercó al chico unos cuantos cabellos ocultaban su frente, Akari acercó su mano, pero antes de tocarlo él reaccionó.

—¿Qué quieres? —le preguntó deteniendo la mano de la chica.

—Pensé que seguías dormido, te traje el desayuno ¿Quieres que te ayude? —le preguntó animada sentándose a su lado.

—Quiero estar solo —respondió amargamente.

—Tienes que comer para que te recuperes —le dijo ella— el doctor dijo que alguien debería ayudarte no puedes moverte mucho o dañarás tus ojos.

—Dije que no quiero, no tengo hambre llévatelo —le ordenó.

Incómoda se levantó y tomó la charola.

—Vendré dentro de una hora, descansa —añadió y cerró la puerta tras ella.

El joven se quedó pensativo, talvez debería llamarle a su amigo y notificarle lo sucedido, pero su orgullo lo convencía que no era necesario y lo que menos quería era preocuparlos, solo era cuestión de reposo.

En Nerima Akane y su familia despedían a la mayor de las hermanas en la estación del tren.

—Promete que me llamarás, si necesitan que regrese lo haré inmediatamente —comentó Kasumi sujetando su pequeña valija.

—Te lo prometo, no tienes nada de que preocuparte estaremos bien solo te vas unos días a Osaka —respondió Nabiki.

—Cuídate mucho hija, que te diviertas —sonrió Soun.

—Estaré aquí para cuando Akane regresa a la universidad —advirtió la mayor de las Tendo—nada de saltarse los horarios de los medicamentos, papá te conozco.

—Yo misma supervisaré que lo haga —agregó Nabiki— no seas exagerada, todo estará bien.

—Adiós doctor cuide bien de mi hermana, por favor —comentó Akane.

—No se preocupen cuidaré bien de ella, estaremos de regreso en quince días —sonrió el doctor.

El tren se llevaba a una pareja cuya felicidad había sido pospuesta por bastante tiempo.

En una casita un padre vigilaba el sueño de su hijo, Ranma seguía dormido y Genma no se atrevía a despertarlo para ofrecerle de comer, intuía que algo estaba sucediendo.

De camino a la ciudad, en un tren Nodoka venía pensativa mirando por la ventana.

En Fukushima la señora Furuta subió la comida del día y algunos refrigerios al pelimorado.

—Que bueno que decidiste comer algo —dijo la mujer sentada frente al joven.

—Gracias por ayudarme —respondió sentado en su cama comiendo un poco de sopa.

—Debe ser muy molesto tener eso en los ojos, pero es necesario, mientras puedes apoyarte en mi y en Akari —señaló la señora pasándole una servilleta.

—Gracias no quiero dar molestias, puedo cuidarme solo. —sostuvo el chico limpiando sus labios.

—Siempre es necesaria la ayuda de otros, talvez te sientas ridículo recibiendo atenciones, pero para esos son los amigos —dijo ella apoyando su mano sobre el hombro del chico— tú y Akari son jóvenes deberían ser amigos, ella está dispuesta a ayudarte si necesitas algo no dudes en decírnoslo.

—Gracias prometo regresarle el favor —agregó Ryu.

—¿Tienes familia Ryu? ¿Alguien a quien comunicarle tu situación? —le preguntó sirviéndole más té caliente.

—No hay otro Kumon aparte de mi, tengo amigos y alguien que me importa mucho en realidad —le informó— y no quiero preocuparlos, son personas valiosas para mí por eso quiero permanecer fuerte ante sus ojos, para que puedan sentirse protegidos conmigo.

—Talvez deberías considerar decirles lo que ha ocurrido, un hueso roto podría ser algo que ocultar por algún tiempo, pero sabes bien que podrías no volver a ver, necesitas tratamiento y tu recuperación llevará tiempo lo mejor sería que se los dijeras —manifestó la señora Furuta— la comunicación es importante y más con la gente que nos importa, piénsalo el apoyo de los que queremos es fundamental.

Cuando Ryu terminó de comer, la mujer lo ayudó a acomodarse en la cama y salió a terminar sus deberes.

El pelimorado trató de levantarse, cuidadosamente se puso de pie y caminó por la orilla guiándose de sus manos, las palabras de la casera hacían eco en sus oídos, el orgullo de no parecer vulnerable lo carcomía, pero en algo estaba de acuerdo tenía que ser honesto con las personas que lo querían.

Buscando un bolígrafo su mano chocó con un vaso de cristal vacío  que cayó quebrándose al instante.

—¿Estás bien? —preguntó Akari entrando de repente a la habitación.

—Perdón, solo quería sacar algo del cajón —se disculpó.

—No te preocupes déjame ayudarte —contestó recogiendo los cristales rotos.

—Necesito escribirle a alguien, no quiero que se preocupe por mi o piense que le he abandonado —agregó el pelimorado.

—¿Quieres que te ayude a escribirle? —le cuestionó mirándolo de pie.

—¿Podrías hacer eso por mi? —le preguntó de nuevo.

—Por su puesto —sonrió complacida.

La tarde caía con su aire fresco, la temperatura comenzaba a descender, en Nerima sentada sobre el tejado esperando que la luna llegara a su punto Akane pensaba en su hermana y en lo feliz que la vio al marcharse en aquél tren, imaginando como sería el día en que ella pudiera sonreír así alguien la interrumpió.

—Akane…—dijo una voz conocida.

Ella se giró para mirar al chico parado a sus espaldas.

—Ranma… ¿Qué sucede? ¿Por qué vienes así? —se levantó desconcertada.

El joven dio un par de pasos hacia ella y recargó su cabeza en el hombro, Akane lo sujetó para que no cayera, Ranma se miraba cansado y derrotado.

—¿Qué sucede Ranma? ¿Qué tienes? —preguntó con auténtica preocupación.

—Ukyo es una mentirosa —dijo en voz baja— lo siento tanto.

Akane sintió una punzada que la atravesaba, sin querer podía percibir la tristeza que cargaba el chico.

—Todo fue una mentira, todo —dijo cerrando los ojos desvaneciéndose al instante.

—¡Ranma! —exclamó asustada acomodándolo en el suelo—Reacciona Ranma ¡Ryoga! ¡Ryoga!.

El chico Hibiki escuchó sus gritos y subió de prisa.

—¡Akane! —gritó subiendo al tejado.

—Algo le paso a Ranma, ayúdame con él no puedo cargarlo —le pidió sosteniendo la cabeza del chico de trenza.

Ya adentro de la casa el joven Saotome fue recostado en la habitación para Ryoga.

—Es una pena que el doctor se haya ido hoy —comentó Soun de pie junto a la cama del chico —Deberíamos llamar a sus padres para que no se preocupen.

—Yo lo haré —dijo Nabiki.

—Solo diles que pasará la noche aquí —sugirió Akane antes de que su hermana saliera del cuarto.

—No debemos preocuparlos, esperemos que mañana se sienta mejor —agregó el padre de ambas.

—Yo me quedaré a su lado, al fin y al cabo somos amigos —mencionó Ryoga.

—Te traeré una almohada y unas cobijas Ryoga —se ofreció Akane.

La peliazul se dirigió la final del pasillo, esculcando en el armario comenzó a buscar, pero recordó que no sabía si las habían cambiado de lugar pues dónde acostumbran tenerlas no había nada, corriendo bajó las escaleras para preguntarle a Nabiki cuando escuchó algo.

—Esta aquí ya debe saberlo todo —dijo su hermana pegada en el teléfono— se ve fatal no es para menos.

—¿Con quién hablas Nabiki? —le preguntó haciendo que está volteara asustada.

—Te veo mañana, adiós —se despidió y colgó el teléfono.

—Tú sabes lo que le pasó a Ranma —le señaló con el dedo— ¡Dime que es lo que sabes Nabiki!.

—No hace falta que te enojes, te diré lo que sé —respondió la joven— total cuando despierte Ranma te contará lo sucedido.

En una habitación pequeña una castaña guardaba los pocos recuerdos que llevaría con ella, estaba resignada a dejar libre a Ranma.

En Fukushima en la pensión aquella con las luces apagadas una joven leía en su habitación de nuevo lo que había escrito, Ryu le dictó cada palabra, cada oración en aquella hoja dirigida a su amigo Yoichi, pero la que más llamaba su atención era aquella que estaba dirigida a la menor de los Tendo no podía reconocer desde cuándo comenzó a sentir desprecio por esa chica, Akari fue su repisa y tomó otras hojas y se sentó a la luz de una vela a reescribir las cartas.

—Lo siento Ryu no es contigo el problema pareces agradable, pero esto es personal —susurró rompiendo aquellas hojas ya escritas— El problema es contigo Akane— sentenció.

Continuará…

















LOS NOMBRES DEL DESEO Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz