Miré ambos cuarzos que ahora colgaban en mi pecho, sonreí a medias. Sacudí la pequeña caja y algo dentro de ella sonó, curioso la abrí. Al final de ella había una pequeña nota, más una dedicatoria. Tomé el papel y lo desdoble leyendo las palabras de mi mejor amiga.

“Tan pequeño cómo grandote, tan burlón cómo tierno, tan divertido cómo serio, tan inteligente cómo increíble, tan protector cómo mi ángel, tan mejor amigo cómo mi hermanito”

“Los mejores amigos soñados existen, tu eres el mío, tenerte conmigo es uno hecho realidad”

Atte: D.C

— Dios cómo arruiné todo.— Murmuré sin parar de llorar.

Terminé de leer la nota. Miré la dedicatoria escrita en la tapa, reí entre lágrimas al ver lo que decía.

“Para el cara de moco pegado a la pared que siempre me hace feliz”  

Miré al cielo sintiendo las lágrimas bajar por mis mejillas, apreté los ojos con fuerza al sentir ese dolor indescriptible en mi pecho. Tenía que arreglar todo, tenía que hacerlo. No podía perder a mi hermanita.

(...)

Miré a mis lados intentando de alguna forma descifrar qué hora era, pero no me daba ni un indicio, todo estaba oscuro aún. Resoplé sin saber que hacer, era muy tarde para ver a Calle, su mamá debería estar durmiendo.

Entonces rápidamente sali corriendo hacia el coche, abrí la puerta del copiloto una vez llegué al coche. Abrí el compartimiento del tablero, buscando una pluma.

—¡Si!— Celebré cuando encontré la libreta que mamá siempre llevaba en el coche, para hacer las compras.

Rápidamente me senté en el asiento, miré la ventana de Calle y no daba ningún indicio de que estuviera ahí. Sin pensarlo mucho empecé a escribir.

Me perdí tanto en lo que quería decir que, terminé escribiendo media hoja. Firmé la carta, mientras la doblaba no tenía sobre, así que era eso o nada. Salí del coche cerrando la puerta, pensé cómo podía dejar la carta.

Después de tanto pensar, mi única opción era dejarla en el buzón de correo. Llené de aire mis pulmones guardando mis manos en mis bolsillos, no esperaba que todo se solucionará, pero al menos esperaba una pequeña esperanza, un motivo para no mandar nuestra amistad a la basura... Aunque yo lo había hecho.

Me subí al coche con la cabeza gacha para ir a casa, cerré la puerta y encendí el motor. Un sonido inundó mis oídos, rápidamente busqué en los asientos traseros, me di cuenta que se trataba de mi teléfono. Contesté encendiendo el coche.

—¿Bueno?— Respondí moviendo la palanca de velocidades.

— Ey... Soy Gema.— Detuve toda acción al escuchar su linda voz.

— Gema, hola. ¿Por qué llamas a esta hora?— Pregunté riendo nervioso.

— Es que...— Un silencio invadió la línea, solo podía escuchar su respiración.— Tony, me gustas.— Confesó dejándome asombrado.

— Pero si tú me mandaste al diablo.— Respondí bajando la vista con tristeza, tamborileando mis dedos en el timón.

— Lo sé.— Respondió en un suspiro.— No soy buena en ésto, ¿Vale? Los hombre nunca me han querido y, solo me han visto cómo un juguete sexual.— Podía sentir la decepción en su voz.

— Nadie me había gustado hace mucho... Hasta que llegaste.— Murmuró en una ligera risa, sonreí.— Sé que te arrastré conmigo a las drogas, no sabes cuánto me arrepiento pero, podemos ayudarnos, salir de esto.— Añadió dando un calorcito de felicidad en mi pecho.

Eviterno || TerminadaWhere stories live. Discover now