Capítulo 18

1.6K 263 7
                                    

Me sentí enferma. ¿Cómo superaría esta siniestra situación?

Sobre todo, no dejaba de pensar en lo preocupados que estarían Lucy y Delane al darse cuenta de que no estaba.

—¿Cómo estás? Veo que te tratan muy bien.

Tenía un mal presentimiento. Mi desesperación crecía y solo quería que alguien viniera por mí.

Sonreí suavemente, contendiendo el impulso de morder mi labio.

—Puedo verlo.

—Rirector, ¿ronde estamos? Toravia quedan dos shemanas...—pregunté con cuidado, tratando de calmar a mi ansioso corazón.

¿Por qué diablos trataste de secuestrarme tan peligrosamente?

De cualquier manera, si el gran duque no me aceptaba, dejaría la mansión en dos semanas.

—Incluso si eres una inútil, parece que hay gente que te necesita. Ya que veo que hay gente buscándote. —dijo el director con una sonrisa maliciosa. Al mismo tiempo, la persona que estaba detrás dio un paso adelante.

<Él tiene que ser la persona que usó magia. ¿Entonces, él viene a....?>

El hombre se puso delante de mí y se quitó lentamente la capucha.

Era un rostro que nunca podría olvidar.

Tan pronto como lo vi, no tuve más remedio que temblar de miedo.

<!Esta persona!>

Mi cabeza daba vueltas a causa del shock.

¡El hombre que robó parte de mi poder espíritu en el orfanato poco después de entrar en este cuerpo!

¡Era el mensajero de la emperatriz!

Los ojos del hombre brillaron con una luz fría sin una sola gota de agitación.

Abrí la boca para gritar. Sin embargo, estaba tan conmocionada que el sonido no salió tan alto.

Sólo se oía mi débil y agitada respiración.

< ¿Está tratando de quitarme mi poder otra vez?>

Desde que era un bebé, Shuelina había sido privada de su poder espiritual por los mensajeros de la emperatriz.

Hubo un total de cinco personas quienes fueron los encargados de drenar su poder espiritual. Parecían cambiar periódicamente.

Tenían diferentes edades y géneros, pero tenían algo en común. Todos usaban magia.

Cuando aquellas personas usaban su magia en mí, no podía resistirme. No podía hacer ningún sonido ni moverme, aunque estuviera perdiendo mi poder.

Se sentía como si mi cuello estuviera rodeado por una soga mágica que contenía mi poder espiritual.

Se volvía aún más terrible cuando comenzaba la magia.

La sangre de mi cuerpo se heló y tuve un terrible dolor, como si ms órganos internos se retorcieran.

—¡Ayúdenme! —sonó como una leve suplica. Tenía que encontrar a alguien que me ayudara.

El sonido que apenas escapaba de mi garganta era asombrosamente tembloroso.

Pero estábamos en un callejón apartado, no había manera de que alguien me escuchara. Lo sabía, sin embargo, no pude evitar pedir ayuda.

—Ha pasado un tiempo. —la voz del hombre era tan espeluznante, como una serpiente lamiendo sus orejas.

Nadie me quiere a excepción de los villanos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora