-Ken, Ken~. Draken~.
-Eres muy ruidosa ¿Qué quieres?
-Quería salir contigo, pero ya que eres muy grosero me iré sola.
-¡Si sales lastimada no iré a verte!
-¡No me importa, idiota!
-¡Largo entonces! No te iré a salvar, aunque seas una débil que no sabe defenderse.
-¿Otra vez peleando? Ya deberían llevarse bien, después de todo son casi hermanos.
-Uhm, que haga lo que quiera.
La niña se fue del lugar, azotando la puerta en el proceso para comenzar a correr por las calles de la ciudad. Vivía junto a Draken desde que tenía memoria, la figura de sus padres siempre estuvo borrosa, así que aquel muchacho era lo más cercano a una familia que tenía, además de la gente del burdel.
Recorrió el centro como si nada, llegando hasta el parque que solían frecuentar con Draken para sentarse en los columpios, sintiendo las palabras del pequeño rubio en su corazón para finalmente llorar ahí, sola, donde nadie la vería.
O eso pensó.
-¿Te encuentras bien?.- La suave voz de otro niño la sacó de su llanto, haciendo que se sonroje hasta las orejas de la vergüenza pues odiaba que otros la vieran así, por eso se había ido, para poder llorar a gusto-. Te veo llorando desde hace un rato ¿te caíste?
-N-No te interesa.
-¿Quieres hablar de algo?
-Déjame en paz.- Hipeó, intentando limpiarse el rostro-. No es algo que te interese.
-Pues... no puedo ver a una linda niña llorar y no preocuparme.- Admitió, sacándole una tonta risita-. ¿Ves? Hacerme el tonto siempre funciona.
-Uh, gracias.- Comenzó a jugar con sus pies, observando de reojo como el de cabellos lavanda se sentaba a su lado, observándola sin dejar de prestar atención a sus alrededores. Pudo ver a dos niñas mucho más pequeñas jugar en los juegos, bastante seguras y a la vista de él-. ¿Son tus hermanas? Se parecen mucho a ti.
-Sí... las cuido siempre, ya que mi mamá no está en casa ¿tú viniste sola?
-Iba a venir con mi... uhm... ¿hermano? Algo así, pero se portó como un tonto conmigo, así que me enojé con el y me fui de casa. No quiero regresar, siempre es un idiota conmigo.
-Pero no creo que alguien llore por un idiota ¿no crees? Tal vez... deberías hablar con él, pueden arreglar eso si le dices como te sientes.
-Pfff, ¿hablar con él? Imposible...
-Entonces... no hablarlo, pueden hacer otra cosa que les guste a los dos para arreglar todo.
-Tal vez... Eres bueno dando consejos, eh... ¿cómo te llamas?
-Mitsuya Takashi.- La dulce sonrisa del muchacho le revolvió el pecho, desviando la mirada enseguida-. Ah, creo que ya debo irme... Mana, Luna, nos vamos.
-Juguemos otro día... ¡y no le digas a nadie que me viste llorando!
-Es nuestro secreto, entonces.
-Nos vemos.
-Adiós~.
Se quedó ahí sentada, viendo como Mitsuya recogía a las nenas para irse del lado contrario, una pequeña sonrisa formándose en su rostro. Se veía amable y, después de todo, logró calmar su llanto.
