17 (parte 2)

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En la rifa de hoy nos anotamos solo Julia y yo.

— Pierden su tiempo –repone el mayor de los Chuker–. Todo eso ha de estar arreglado.

— Ayer ganó uno de tus hermanos –asevera Candi–. ¿O dirás que hubo fraude solo para hacerlo ganar?

— Con la primera vez son leales para hacer picar a los que apuestan, después, todo se torna un arreglo.

— Chicos por favor vamos a calmarnos –propone Julia–. Lo menos que necesitamos es atraer más atención innecesaria a nuestra mesa.

— Vámonos entones, Iria, Julia: gente como ellos no es lo mejor que pueden tener.

— Si estás intentando que le demos la espalda, vas lista –certifica Julia–. No más. Si alguien llegara a abandonar esta mesa por decisión propia esa vas a ser tú.

— Bien. ¿Iria? ¿Vienes conmigo?

Solicita Candela tras ponerse en pie. Yo por el contrario me mantengo estancada en el asiento.

— Candi...–balbuceo– yo, yo...no quiero irme.

— Creí que eras algo más piadosa.

Raeél se levanta cuando lo dicho por Candela llega a su final.

— Y yo creía que tú tenías la capacidad de decisión propia. Dime ¿de veras crees que somos todo lo que dicen de nosotros? Es tú momento, adelante que nadie, salvo los presentes en la mesa, te oiremos hablar.

Candela nos ve masajeando sus puños pero no habla. Creo que se irá, no obstante, yo que la conozco, estoy segura que no piensa como los demás que caminan frente al grupo y nos señalan.

De repente la música en vivo se enmudece.

Por ende desplazamos la atención de Candi a la plaza, más específicamente a donde bailan los que al son de los músicos pasaban su noche.

— ¡Buenas, buenas! –sonríe un señor que ocupa el micrófono– Al parecer Mike, nuestro cantante estrella ha bebido del mal jugo de la empachada, así que...

Al chico dividamos que se lo llevan en camilla siendo presa de los vómitos. Arrugo el ceño como muchos pero atiendo a lo dicho.

— ...estaremos dando carta abierta a los ¿Cómo se le dice? –pregunta a sí mismo– "Amateurs" o "Aficionados" del canto. El micrófono está libre. ¡Que siga el Carnaval!

El señor baja de la tarima limpiándose la calvicie con un pañuelo y se apega a otros tres hombres que oyen atentos sus indicaciones. Imagino que habrá que sacar de debajo de las piedras a un cantante decente. Cosa que, a juzgar por sus expresiones, a ellos no les parece tarea fácil.

Con todo, Raeél Chuker olvida también a Candela y su respuesta nunca emitida. Se aleja de nosotros que corremos tras de él como si nos hubiese dado tal mandato.

No paramos hasta llegar al tumulto. Raeél no se detiene hasta estar sobre el escenario. Toma el micrófono y habla para todo el que alcance a oír.

— Buenas noches, pueblo de Rooth, invitados, amigos, turistas –enumera y sonríe al acabar–, quisiera cantar una canción, de mi autoría, si nadie me lo impide por supuesto. Estoy aquí –alza las manos– no pondré objeción si alguien opina que debo bajar del escenario.

Él calla. Espera. Nadie viene a pedirle que baje de ahí. A mi lado, Sardrián y Axmiel sonríen. Y detrás de ellos dos ubico a Candela. Julia está junto a mí enlazada por un brazo.

— Se llama «Soy sincero». ¿Quieren saber de qué trata? –el silencio de los más cercanos, muestra que sí–. Bien. Soy sincero es otra canción más de amor, no esperéis un éxito mundial –bromea–. En esencia, va de esos amores que la vida te revela por capricho y no porque estemos esperándolos. Lo particular...es que no se trata de esa época dorada en que soñamos con la chica perfecta o el príncipe azul. No. Soy sincero va de esa época gris en que un día te enamoras, luego de las decepciones consecuentes de haber ido en busca de la chica perfecta, o el príncipe azul, y dices: ésta persona es la que esperado toda mi vida. Y justo ahí no importan los defectos, porque vas en busca de la paz, o la comprensión, o el calor que es capaz de darte esa persona cuando están juntos, tomados de la mano, o compartiendo el tiempo sin importar el lugar. Ésta canción va del amor verdadero y de cómo en muy raras ocasiones suele llegar. Espero que os guste.

Él se posiciona con guitarra en mano para cantar. En consecuencia, desde el primer acorde que libera su canto, la piel se me pone chinita. A la redonda muchos se acercan y otros tantos giran sus cuellos para debatir de cómo el cantante anterior era un bebé en pañales comparado con Raeél Chuker.

Los plausos despuntan cortos y marcados por parte de sus hermanos. Sus acordes dan notas más altas que van en armonía con su canto y perfecta afinación. Me digo por ende que eso es talento. Por consiguiente todavía más cuando la guitarra deja de acompañarlo y Raeél canta a capela el tono más alto.

Voceo con las manos alrededor de la boca. Julia igual. Y muchos de los presentes también. Se forman parejas para bailar cuando Raeél entona el coro de nuevo. En tanto, los cuatro, o los cinco, parecemos el club de fan por nuestra posición hacinada.

Julia me deja sola. Va con Sardrián y toma su mano de forma disimulada; él nota su tacto. Voltea a verla. Entonces, forman pareja de baile. Candela se ha ido y recién lo noto, así como advierto que Axmiel y yo somos los solitarios del lugar.

— ¿No teníamos una cita tú y yo? –evoca Axmiel.

Parece que recién lo recuerda.

— Según tengo entendido, sí. Así era.

Complacida con mi respuesta veo de nuevo a Raeél. Acaba la canción pero el público por asombroso que parezca, pide más. Pide otra y otra, a coro.

— ¿Qué tal si bailamos la siguiente?

Lo miro a los ojos. Veo después su mano extendida.

Prefiero no mentirme: deseo con ansias que bailemos la siguiente. De manera que acepto y cuando empieza la canción en coordinación con los músicos, Axmiel rodea mi cintura. Nuestras cabezas quedan cerca con el inicio lento de la canción. No obstante, el ritmo de la pieza avanza tornándose movediza y sensual. Conforme a ello, sus manos dirigen el movimiento de mis caderas, haciéndome desesperar a causa de la excitación que ello supone.

Axmiel me acerca él.

Quiero pensar que ha sido una ilusión de mi parte. Aunque no lo es: pues la canción revela su beta reggae y sus manos no dan espacio ni a una mínima separación entre nosotros. Mientras nos movemos en un baile mucho más íntimo que otras parejas. Mismas que de momento andan fuera de mi radar: porque veo a la dirección de sus ojos que ansían mis labios.

Pero no hay más que un deseo no conquistado.

Axmiel me aleja, me da un giro y seguimos el baile ahora lejos. Solo tomados de las manos. El sentimiento de insatisfacción me nubla, seca mi garganta y le hervor que segundos atrás me calentaba la piel ha cedido ante el frío de la noche.

Nada más acaba esta canción, él se va.

Muchos piden otra interpretación de Raeél; yo he quedado sola y plantada en medio de la pista.

El Caos de los Chuker © Completa ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora