Ⅶ -♱MÓRTEM♱ -PARTE 2

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Que negro esta todo...

Que frío hace...

Me siento tan sola...

Los niños que tienen papá y mamá juntos se quejan de no tener lujos, de que papá no les compre el último celular y que mamá no les consienta con comida a cada hora, se ponen caprichosos en un claro ejemplo de codicia por el bolsillo de sus progenitores.

¿Qué pasaría si a ellos les faltaran sus padres?, se darían cuenta del valor que tiene y el porqué de cuidarlos y amarlos como se debe, de respetarlos y aceptarlos.

Lo dudo...

Porque ellos no se han sentido solos, como me siento yo ahora, en una esquina de la habitación acolchada envuelta en una camisa de fuerza, meciéndome mientras lloro y deseo a alguien que me diga que todo saldrá bien. Ya no recuerdo como era mamá, ni como era papá, solo me queda la canción de cuna de esa figura borrosa que alguna vez me dijo te amo.

De mi padre que en mis sueños lejanos dijo que durmiera, que él me protegería de los monstruos de debajo de mi cama.

Deseo y envidio a esos niños que no gritan en una habitación como yo, de cuatro paredes blancas, clamando que me dejen, que me saquen, que ya no deseo esto.

—Ayúdenme... —aún sigo escuchando susurros de las paredes que se me hacen tan pequeñas. —me siento sola, con frío, y el corazón vacío...

Quiero morir, tal vez así se me baje el que mi mente no se calle, ni en la noche, ni en el día desde lo sucedido en la cabaña.

Una semana con terapias que solo me hacen pedir perdón, compasión y clemencia hacia mi madre, quien solo... Quien... solo aumenta los voltajes, los olores, obligándome a ver a esos muertos en esos sueños que no deseo.

No más...

Que se sentirá estar en una casa humilde, llena de animales, cultivar y beber limonada en días calurosos, que llegues de la escuela y te digan te amo.

—Tengo un angelito, los cuido siempre que está en mi cielito, lo tomo de la mano y apago mis ojitos, porque el sueñito es el cariñito de...—canto, pero me detengo sin recordar como seguía la canción del rostro borroso de mi verdadera madre.

Quiero cantar más, desgarrarme la garganta sin importar que, deseo tener mi arpa y bailar dando vueltas mientras toco y mi garganta pide agua. Porque cantando no se notará lo mal que me siento y la ayuda que requiero.

Su voz fue la única herencia que me dejó mi verdadera madre, porque no sé si saqué de verdad su belleza, si es verdad que fue de ella este rostro angelical y cuerpo de muñeca de caja de música.

«Eres débil...»

—Por favor no me insultes otra vez —sollozo —ya no quiero que me digas mierda, ni lo imbécil que soy...

Ya no aguanto más esto.

«Consigue el libro».

El estúpido libro... ya no tengo entendido si fue la versión de leo, el que me lo entregó o la de Eden porque al parecer el segundo volvió a jugar con mi mente haciéndome creer que de verdad fue aquí en el Garden cuando ese libro vino de fuera, todo estaba calculado para volverme loca y desquiciarme.

—¿De qué me sirve el libro? —cuestiono y la voz se calla —eh respóndeme...

Nada no dice nada.

Me tiro rendida un rato en el que solo veo la pared blanca de manera fija y parpadeo mientras cuento con cada cerrada de ojos que doy.

Abro.

Cruel Perdición © HDM#1 [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora