—Sí, el alcalde me citó para hoy a las nueve de la mañana, mi nombre es Scott Nigth.

—Sí, si aquí está su nombre, pero me temo que deberá esperar un poco, él Alcalde ahora mismo está en una reunión urgente con otras personas.

Scott asintió con la cabeza y se sentó en el pequeño sillón que había junto a las escaleras.

De pronto alcanzó a percibir un aroma, uno que se le hacía extrañamente familiar. Tardó varios segundos en reconocer el fuerte olor a pino que le calaba un poco la nariz.

Y no fue lo único que logró oler, pues dentro de la oficina del Alcalde se encontraba Alexander con Ofelia e Isabella.

Mientras que Alexander intentaba contener el impulso de salir y enfrentar a el Alfa que se encontraba afuera de ese lugar, pero no sería imprudente, ese no era el lugar para que dos Lobos se enfrentarán, no con tantas personas inocentes cerca.

—¿Sucede algo Alex? —susurró Isabella al ver los ojos azules de Alexander resplandecer como faroles.

Alexander no pudo ni contrastar, sentía que si lo hacía todo se le saldría de control, por lo que solo se limitó a asentir y apretar un poco los puños.

—Tengo a todos los oficiales del escuadrón "N" buscando, pero no hay señales, —decía el elegante hombre tras el escritorio— me temo que es todo lo que puedo hacer por ustedes...

—No se preocupe Alcalde, sabemos que ustedes están haciendo todo lo posible; nosotros tenemos que retirarnos, todavía hay lugar por buscar. — respondió Isabella tomando a Alexander del brazo. Mientras Ofelia se despedía del Alcalde, Isabella pudo captar la presencia de aquel que tenía tan alterado al Alfa junto a ella, era un olor fuerte y penetrante.

Fue hasta que salieron que lograron ver a un chico pelirrojo sentado mirándolos fijamente, era el dueño de esa presencia tan abrumadora. Fueron tan solo unos segundos, pero parecieron una eternidad. Ahora en sus mentes había solo un pensamiento: ¿Y si ese Alfa tenia a Thomas y los demás?

—Isabella... —alcanzo a decir Ofelia justo antes de que ambos Alfas hicieran crecer su presencia en ese lugar.

Todos en la alcaldía sintieron la atmósfera amenazante, todos y cada uno sintió las inmensas ganas de salir huyendo, pero al mismo tiempo el pánico los paralizaba; fue como si tratarán de evitar cualquier movimiento con el fin de no ser atacados por lo que sea que los estuviera acechando.

Fue una lucha titánica entre el hombre pelirrojo que se encontraba sentado a un lado de las escaleras y el pelinegro que se encontraba frente a la puerta de la oficina del Alcalde. Lamentablemente para Alexander, se había metido con el Alfa equivocado, pues su presencia no solo fue superada, sino que logró hacerlo retroceder un poco.

Scott miraba con odio al que parecía ser Alexander Jones, el hijo del traidor de su gente.



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Lo único que logró ver fue destrucción y una obscuridad, una densa y profunda oscuridad, una que le hacía sentir vacío, sin esperanza, como si todo lo que lo hacía ser él no estuviera. Al sentirse desprotegido y abandonado, su primer pensamiento fue buscar a Lucas; camino y camino, hasta que sus piernas no dieron más, y cuando no pudo caminar comenzó a gritar.

Observó centenares de cuerpos sin vida en el suelo, entre los que pudo identificar a varios miembros de los aquelarres, además de varios Licántropos destrozados por montones.

CAOS Libro 2Where stories live. Discover now