-Ya te expliqué por lo que se acabó. Ahora déjame marchar.

Nevin seguía sin calmarse y Egbert ya acabó poniéndose frente a su rival para impedir que se siguiera acercando a Eliana.

-Apártate, esto no va contigo.-dijo Nevin-

-Va conmigo puesto que te has dignado a interrumpirnos.-contestó Egbert-

-Aléjate de ella.

-Quítame si tienes valor.

Nevin intentó apartarlo de Eliana y recibió un golpe en la nariz por parte del soldado. Él quería seguir, pero Eliana se puso en medio para que no siguiera golpeándolo.

-Lo siento...-dijo Nevin sangrando-

-Dijiste que me dejarías en paz si eso era lo que yo deseaba, pues cumple con tu palabra y olvídame.-dijo ella yéndose con Egbert a otro lado con todo el dolor de dejarlo ahí y no poder limpiarle la sangre que salía por su nariz-

Egbert la llevó a uno de los muchos parques que había por Berlín, un parque normalmente solitario, solo la arena y las hojas de los árboles les hacían compañía. Se sentaron en un banco, ella sin dejar de pensar en si su amor estaba bien o mal...No sabía si escapar de Egbert y correr a los brazos de Nevin, pero volvió a obedecer a la razón antes que al corazón y ahí se quedó, quieta sin moverse.

-No te preocupes por él, pronto espabilará.-dijo Egbert-

-¿Qué quieres decir con eso?.-preguntó Eliana confusa-

-Su padre está pensando en meterlo en las Juventudes para ser un gran soldado como yo.

-Pero, ¿tú cuántos años tienes?.

-Veinticuatro, como él, aunque yo me metí en las Juventudes muchos años atrás.

A Eliana se le vino el mundo abajo. ¿Nevin ahora soldado? Si lo hacía, las esperanzas de que pudieran estar juntos quedarían destruidas totalmente, Eliana disimuló que no le importaba nada de lo que proviniera de Nevin, como siempre su misión era fingir.

-Este fin de semana hay una fiesta, ¿quieres ir conmigo?.-preguntó Egbert-

No quería ir, eso estaba más que claro, pero por su bien debía decirle que sí, asíque le asintió sonriendo leve. Llegó la noche de la fiesta, Eliana iba bien elegante con su pelo suelto y rizado con una diadema puesta sobre su cabeza acompañada de aquel soldado que también iba bien arrelgado y perfumado. Cuando ambos llegaron, la música ya estaba sonando y él le llevó una copa de ponche con la que brindaron juntos sonriendo. Al cabo de un par de minutos, hizo su aparición en el local Nevin, y cogida sobre su brazo, una muchacha joven con el pelo rubio oscuro recogido en un moño. Le dolió esa escena, sin querer sus miradas se encontraron y Eliana, como no celosa, apartó la mirada con indignación y Nevin sonrió ante ese gesto, lo que para él significó que todavía lo quería y que estaba celosa. Nevin ordenó tocar una canción para la ocasión solo para él y su acompañante, todos los que estaban en la pista se hicieron a un lado y ambos comenzaron a bailar en solitario. Eliana durante ese baile se cruzó de brazos con el ceño fruncido observando los movimientos sensuales. Egbert miró a su dama y odió a Nevin por arruinarle la noche.

-Si quieres, nos vamos.-le pidió Egbert-

-Tranquilo, estoy bien.

Y entonces, al cesar la música, Nevin besó en los labios a aquela rubia y a Eliana le comenzaron a llorar los ojos, mas no permitió que ninguna lágrima se escapara. Egbert pide otra canción y comienza a bailar junto a Eliana también con movimientos provocativos y sensuales poniendo a Nevin también celoso. Al acabar, Egbert le pidió iniciar una relación junto a él, y ella se quedó atónita ante esa propuesta, con el corazón latiendo fuerte junto a su voz temblorosa y tartamudeante atinó a decir:

-Egbert yo...Lo siento, no estoy lista para otra relación...Todavía no he logrado salir de la anterior.

-Pues él sí lo ha conseguido.

-Ese es su problema, yo intento salir del mío como puedo.

Ante esa contestación, Egbert tuvo que salirse unos diez minutos fuera para asimilar ese "no" como respuesta, ya que odiaba no tener consigo todo aquello que deseaba. Ella aprovechó esos diez minutos para ir a por ponche de nuevo cuando Nevin se pone también a su lado.

-Un baile muy bonito, un beso muy lleno de amor. Te felicito.-estalló Eliana víctima de sus celos-

-¿Celosa?.

-Ya quisieras que lo estuviera...Lo que me molesta es saber que nunca te he importado.

-Te recuerdo que me dejaste tú.

-Te recuerdo que fue por nuestra seguridad.

-Nuestra seguridad era estar juntos.

-No, ya no.

Dijo Eliana refiriéndose al beso que le había dado a aquella joven, que esperaba a su hombre sentada en una silla.

-Es verdad, preferiste irte con ese desgraciado, me encantan los gustos que tienes.-siguió Nevin-

-Cierra la boca, yo no he elegido irme con él, es él quien me desea.

-Sí, ya lo veo. Pues lárgate con él, a sus brazos para que sea él quien te proteja y no yo, y que sea él el que te golpé igual que lo hizo Kinor.

Eliana harta de escucharlo, le derramó en la cara la copa de ponche y después la tiró al suelo rompiéndola en mil pedazos.

-Ahora es cuando me doy cuenta de que no merezco estar contigo.-dijo ella-

Se fue de allí llorando mientras todos la miraban, antes de encontrarse con Egbert, se secó las lágrimas y fingió una amplia sonrisa. Ella le pidió que la llevara a casa y entonces Nevin salió tras ellos deteniendo sus pasos al nombrarla.

-Perdóname...No soporto estar sin ti.-dijo Nevin-

Eliana lo miró y sin contestarle siguió hacia adelante hasta llegar al coche de Egbert, que la llevaba a casa de Dina donde se quedaba a dormir.

Los barracones de Auschwitz (Editorial Dreamers) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora