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Corrimos por la ciudad, sonriendo mientras el sol nos acompañaba. Todo era tan mágico, él no soltaba mi mano, sentía tantas emociones dentro de mí, las cuales hacían que se me formara una sonrisa. No quería que esté día terminará, jamás me había sentido tan llena de mi vida, tan viva.

Entonces nos paramos de caminar al ver ante nosotros una librería. Nos miramos de reojo y ambos formamos una sonrisa de lado, siendo cómplices del momento. 

-¿Desea pasar hermosa dama?-dijo en un tono elegante. 

-Por supuesto. ¿Gusta acompañarme?-lo imité.

-Claro, después de usted-entonces yo empujé la puerta de vidrio haciendo sonar una campana, y él pasando detrás de mí, había libros por doquier, estaba impactada. Había muchas personas, unas doce tal vez. El lugar era gigante. Él apretó mi mano y volteé a mirarlo-Esto está alucinante ¿no es así?-inquirió no mirándome a mí, sino a los libros.

-Muy alucinante y fantástico-chillé con una sonrisa de oreja a oreja. 

-Lo prometido es deuda. Adelante...-extendió su brazo mostrando todos los libros.

-¿De qué hablas?

-Toma cualquier libro, el que quieres, puede ser más de uno.

-¿Qué? No, no. Esto sería mucho y yo no...

-Daidi, no seas tonta. Aprovecha esta oferta contaré hasta cinco, solo tienes que decir si o no.

-No me hagas esto, Nolan. Quiero, claro que quiero, pero...

-Dos.

Entonces puso sus manos en mis hombros y me empujo hacia donde estaban los libros. 

-Velo como mi regalo cuando me vaya.

Volteé a verlo, frunciendo el ceño.

-¿Cuándo te vayas?-al mirarlo vi como apretó sus labios, porque se le había escapado, soltó un suspiro sabiendo que no tenía escapatoria.

-No quería decírtelo, pero volveré luego de esto a Nueva Zelanda. 

-¿Por qué no me lo dijiste?

-No supe como te lo tomarías. Lady...-que dijera mi nombre me asombraba, porque casi nunca me llamaba así, fue como me llamó mi padre antes de morir-Tú quieres cumplir tus sueños, y te apoyé en ellos, estoy muy orgullosa de ti, créeme. Y siempre que me necesites ahí estaré, pero necesito también cumplir los míos.

Acerqué mi mano a su mejilla y lo acaricié.

-Lo sé muy bien. Ve y cúmplelos-le di una sonrisa nostálgica, no sabía cuanto tiempo le tomaría cumplir sus sueños. Y eso era lo que más me asustaba, porque él no me podía dar un tiempo determinado y el no saber eso, hacía que las posibilidades de volvernos a ver bajaran. Porque me estaba volviendo a acostumbrar a verlo día a día. 

-No te pongas así-su expresión a una más dolida, acaricio mi mejilla, mientras una lágrima recorría mi mejilla-Estaremos en contacto, ahora será diferente. 

-¿De verdad?

-¿Crees que esta vez dejaría perder el contacto contigo? Jamás. No se volverá a repetir.

Me apegué a él, y olí el perfume impregnado en su ropa, quería grabar no solo con mis ojos su recuerdo, este instante que lo tenía tan cerca. 

Levante mi vista y volteé, tome un libro al alzar.

-Este-exclamé con una sonrisa, reteniendo mis sentimientos dentro de mi ser. 

-¿Solo ese? 

-Sí-respondí y tomo mi mano y pagamos, salimos de ahí, el sol iba ocultándose lentamente. Mi estómago hizo un sonido y Nolan se rio mucho por aquello, mis mejillas se tornaron rojizas, pero luego después me reí también. Disfrutaba, o al menos intentaba, quería grabar y memorizar cada detalle, como nuestros dedos cabían tan bien entrelazados, como dos piezas de un rompecabezas. 

EFÍMERO  [2]Where stories live. Discover now