Capitulo 3

26.1K 1.7K 114
                                    


♡ 

Lluvia


Hoy parecía ser buen día para retomar viejas costumbres. —¡No te distraigas Box! —seguimos trotando por alrededor del lago, del parque central más transitado de todo Nueva York.

La ciudad donde a cualquiera te puedes encontrar en cualquier momento. Dicen las malas lenguas (el club de bingo de mi madre) que el amor puede llegar a tocar tu puerta cuando menos te lo esperes. Aunque en estos momentos yo pondría un papel en la reja de la entrada con un escrito –No estoy- o –No entre, el perro muerde-, atrancaría con seguro la puerta y ni me atrevería a ver por la mirilla, por ahora me conformo con solo observar desde a lo lejos. Volver a estudiar un poco más el territorio, tomarme mi tiempo antes de adentrarme a la aventura y no caer y morir en un acantilado.

Nuestra velocidad disminuyó. No me quejo, el lugar es tranquilo, las tardes se disfrutan. La mayoría sale a pasear con sus hijos o hijos perrunos. También aquí uno puede encontrar de todo, chocar de manera intencional y entablar una conversación casual.
O también conseguir números, aunque por el momento no sé si sea lo mejor para mí, tal vez primero tenga que cambiar de número telefónico... aun los sigo pensando.

Box dejó de avanzar. Me puse en cuclillas para estar a su altura y rascarle el lomo.

—Box ¿qué pasa? —Observé lo que estaba viendo —Picaron, ya la vi —miré a una labrador color canela, amarrada en una rejilla para estacionar bicicletas, al otro lado de la calle en una florería. Sigo sin entender el amor perruno de Box, ha rechazado a todas las cachorras de su misma raza y se la pasa suspirando por razas más grandes.

Esperamos por unos minutos observando con curiosidad de saber quién era el dueño, hasta que salió una persona de la tienda y se acercó a su mascota a desatarla, una mujer delgada con un gran sombrero. Bingo.
Supuse que era mujer y al parecer no me equivoqué, sigo teniendo el toque intuitivo.

Dejé de observarla cuando Box comenzó hacer unos ruidos que no llegaban a ser ladridos ni aullidos, era una combinación extraña. La labradora lo imitaba igual. Vaya rara forma de comunicación entre ellos.

Miré con más atención a la mujer que había salido con un tubo de papel bajo su brazo. Y con un gran ramo de flores algo desconocidas para mí vista.
Alta, de tez muy blanca y cabello oscuro. Algo sombría y para mis gustos, está bastante plana. Negué con la cabeza. Traía lentes de hippie y un potente tono de labial oscuro.

Los perros seguían comunicándose con esos extraños ruidos, seguí observando a la chica con más atención, no sé si fui muy obvio, o será por el extraño comportamiento de su mascota, ya que observó a lo lejos hasta chocar con mi mirada. Y en esa mirada expresaba fastidio, tragué saliva y jalé a Box.

—Vámonos, no me gustó —tire de su correa, el seguía ladrando-aullando hacia la perra —Box, ya para la próxima. Neta te voy a compensar después de esto, pero la mujer de allá, enserio da miedo. —Seguimos caminando.

Nos paramos a descansar en una banca, agarré una botella de agua que había comprado y bebí, después le di al agitado Box. Me la pase contemplando a un par de chicas que hacían unas interesantes posiciones de 'yoga'. No creo que solo con yoga y comiendo lechuga uno pueda obtener y mantenerse en forma. ¡Por Dios, esa mujer hasta tiene cuadros! A mí me costó más de un año y medio poder conseguir los míos, yo siempre pensé que saldrían solos tomando nada más que agua. La realidad fue dolorosa.

Un ladrido de Box me despertó del trance.

Mire al cielo. Gris, se está tornando gris.

Devuelvo mi mirada a las dos chicas que están cambiando a otra interesante posición, niego con la cabeza. — Mentirosas— digo en mi mente. Suspiro. Ya ni puedo mirar y contemplar la naturaleza de un buen trasero. Le agradezco al cielo. ¿Ese es mi castigo?

—Hora de irnos —enredo la correa a mi muñeca.

—Adiós guapo —escuché que dijeron mi segundo nombre, volteo y descubrí quien me hablaba. Justo las chicas que estaba mirando con atención.
No conteste, solo levanté la mano en señal de despedía y les guiñe un ojo, por su parte ellas sonrieron.

Nos volveremos a ver. O tal vez no.

Box me jaló con más desesperación, dando señal que pronto llovería.

Apresuré el paso a unas cuadras antes de lo que quedaba para llegar a casa. A mitad de camino comenzó a llover, nos resguardamos por unos minutos debajo de un tejado esperando que disminuyera la lluvia, pero eso no pasó, sino todo lo contrario. Decidí correr la última cuadra restante.

—Entra —le digo a Box cuando abrí la puerta. Antes de entrar veo a mi vecina, la señora Claire meter las jaulas de sus pequeños canarios adentro —Señora Claire ¿Necesita ayuda?

—Oh no Dave. Ya casi acabo —dijo descolgando una jaula.

—Déjeme terminar por usted — entré a su patio delantero —No se debe de estar mojando. Se puede llegar a enfermar.

—Gracias querido —dijo cuándo todos sus pajaritos ya estaban adentro de su acogedor hogar —Debes de bañarte con agua tibia. No te vaya hacer daño —fue a su cocina y trajo un termo — Calienta esto cuando

—Gracias señora Claire.

—Por nada querido. Espera te traigo una toalla para que te seques un poco.

—No, no se preocupe —dije enseguida. Muevo el termo. —Con esto es suficiente.

Llego a mi puerta más empapado que antes. Busco a Box con la mirada y lo primero que veo es el camino de agua que dejó. Y un tembloriento perro sentado en el sillón. Enseguida fui por algo para secar todo el piso y unas toallas para mi y Box.

Estornude. —No— Corrí a la ducha.

Bajé y me encontré con Box acostado en el sillón. Mi favorito. —Ese es mi lugar, lo sabes — se baja y camina a la cocina.

Puse a calentar la avena que me dio la señora Claire. Vertí más leche.

Busqué algo de comida para Box, calenté y serví en su plato.

—Toma amigo, para que no te enfermes — coloqué en el suelo.

Empezaron a pasar unas películas de acción en la televisión. Parecer ser un buen fin de semana.

Tenía todas las luces apagadas a excepción de la entrada. Mis acompañantes constaban de Box, una manta, un refresco de lata y un paquete de palomitas ya casi terminado.

Cambié de canal y comenzó una de terror. Corrí a la cocina a preparar otro paquete de palomitas y regresé.

El principio era genial.

Estaba viendo la de la niña del aro.

Y un relámpago cayo haciendo que todo se iluminara por el rayo de luz. Mire por mi ventana que está situada detrás del sillón. Afuera seguía lloviendo más fuerte.

Si que está lloviendo. ¡El cielo se cae!

Estaba muy entretenido viendo la película. ¡Vamos! Es una película vieja, la cual tiene parodias de comedia, pero aun así y con este clima se va sintiendo la tensión y más cuando el suspenso y la intriga comenzó, abriéndole paso a mi miedo a este tipo de películas. Tratando de cubrirme un poco con la manta para ver la próxima escena que ya sabía, algo sucedió.

El maldito teléfono sonó, haciendo que mi corazón latiera a mil por hora. Y Box me mirara con susto.

¡¿Qué hago ahora?!




Hola a todos, les mando un abrazo.


Inexperto Papá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora