18-EL PROTEGIDO DEL LEÓN

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El arrebol de aquel día, teñía con matices rojizos las nubes iluminadas por los rayos del sol. Se podía apreciar las incontables aves volando en una sola dirección y como los árboles frondosos del parque movían sus hojas al compás del viento.

Era una tarde tranquila en la que los niños disfrutaban de jugar en el pasto, corriendo y saltando emocionados por el principio del Otoño. Perdidos en su mundo y ajenos a lo que ocurría a su alrededor por su propia inocencia.

Sentado en la silla de un columpio, un niño de diez años se balanceaba despacio hacía adelante y atrás observando a los otros. Sus rosadas mejillas resaltaban en su piel lechosa estrellada en lunares, y sus pupilas avellana contrastaban con su cabello revoltoso color negro azabache. Xiao Zhan era un tímido y dulce huérfano cuya sonrisa era capaz de iluminar hasta el corazón más frío. Pero su tristeza alejaba a los demás y se refugiaba en sí mismo para controlar sus emociones.

Wang Yibo quiso acercarse al menor, pero se detuvo admirandolo desde la distancia, escondido detrás de un árbol sin saber que clase de recuerdo sería éste.

— ¿Por qué no juegas con los otros niños?—cuestionó una mujer de larga cabellera negra, sentada en el columpio de al lado y luciendo un vestido puramente blanco que caía hasta sus rodillas.

—No les agrado... Mi comportamiento les parece extraño y se alejan—volteó a verla con aparente tranquilidad—. Pero no te preocupes por mí, es mejor así. Disfruto de la soledad y mis momentos para hacer lo que me plazca...

—Eres un niño maravilloso, te aseguro que algún día encontrarás a alguien que sepa valorarte... Pero para eso también debes intentar tener amigos. Sé que podrás lograrlo...

Xiao Zhan desvió la mirada al suelo, notando como sus pequeños pies tocaban el pasto verde y la tierra pintada en el, comprándolos con los de la mujer que eran de un color brilloso casi transparente, que parecía desparecer entre el paisaje. Suspiró perdido en sus pensamientos y trató de disfrazar su dolor con una sonrisa fingida antes de romper el silencio abrumador.

—Te estás despidiendo ¿Verdad mamá?

—Mi tiempo para acompañarte se terminó—la mujer acarició la mejilla del niño con ternura—. Sólo quería verte un momento en tu cumpleaños cariño...

—Está bien, lo entiendo...—asintió resignado.

Wang Yibo presenció la mirada triste del azabache y como éste se retiraba momentos después con su abuela mientras su madre desaparecía como un destello de luz saltando al cielo. En ese momento reconoció la vestimenta del niño y se dió cuenta de que era el día en que ambos se conocieron. El cumpleaños número diez de Xiao Zhan.

El León siguió al niño hasta la casa de los Xiao y continuo vigilando desde afuera como veían una película y se separaban cada quien a su habitación.

Las advertencias de Nie Mingjue eran exactas, no podía ser visto por alguien más de aquel recuerdo que apresaba al humano o este no volvería. Al ver que Xiao Zhan ya estaba sólo, se decidió a entrar a su habitación mientras esté trataba de dormir sin poder conseguirlo.

Wang Yibo paso por la pequeña ventana sin hacer ruido alguno, una usando su agilidad felina para pasar entre los muebles y algunos objetos tirados en el suelo. Peor cuando creyó que consiguió su objetivo, se dió con la sorpresa de que ele niño está asentado mirándolo con suspicacia.

EL PROTEGIDO DEL LEÓN Where stories live. Discover now