Jeon Jungkook y el elevador

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A Yoongi le hubiese encantado razonar mejor la frase nada es para siempre. Hubiera dado lo que fuera por que el golpe de realidad derivado de su reciente egreso de bachillerato fuera amortiguado por una deliciosa y mullida almohada de conciencia sobre su situación.

Se había separado de Jeon Jungkook poco antes de que las calificaciones de sus últimos parciales fueran entregadas (no sacó uno de los mejores promedios de la generación, pero tampoco se le dificultaba entrar a cualquier carrera que no fuera medicina) y vaya, si jamás había vivido un drama de romance colegial, aquel día sí que lo experimentó.

Jeon fue, con un ápice de decencia, a pedirle que caminaran juntos a casa (ya era raro de por sí), y traía consigo ese cabello rojo sujetado con una pequeña coleta que tenía ese no-sé-qué que a Yoongi le hacía las piernas temblar. Oh, debió haberlo sabido, que esas cadenas que el cuello de Jungkook adornaban no eran las que le regaló en su cumpleaños, ni tampoco la pulsera que llevaba. Debió haberlo sabido cuando llegaron al inicio del pequeño callejón que daba a la casa de Yoongi, justo antes de subir las escaleras.

"Hay otro" debió haber dicho Jungkook, mientras su cabeza daba vueltas por el aire que comenzaba a faltarle. "Er... lo siento, me iré a vivir con él a Australia en cuanto... ¿me estás escuchando?"

Yoongi pasó todo aquel verano bajo un ventilador que era de su abuela y sobre una alfombra de su sala.

Sus padres nunca estaban y Jeon Jungkook ya no estaría tampoco.

▪︎

Cuando Hoseok le preguntó "¿Qué harás?" en verdad le hubiera gustado responder algo, lo que fuera que no haya sido un "umhhm...er" (porque su cerebro fallaba estrepitosamente en conectar pensamientos-boca). Le hubiera gustado contarle sobre el maravilloso trabajo de medio tiempo que consiguió incluso antes de haberse inscrito en aquella Universidad pública en Seúl, pero suponía que su amigo se había dado cuenta de ello luego de la primera llamada que hicieron cuando Yoongi desempacaba las cosas en su nuevo departamento compartido (y esa fue la vida gritándole sorpresaaa, no tienes dinero suficiente para rentar un piso tú solo y tendrás que encontrar gente con quien compartir existencia los próximos cinco años de tu vida –si bien te va- mientras ajustaba las cuentas de los gastos con sus padres).

Y a este punto, Min Yoongi se preguntó si todo lo que el destino le tenía guardado eran pequeñas porciones de tranquilidad y felicidad impregnadas en gotas, compartir su departamento con Park Chaeyoung, agradecer a Jungkook por su honestidad, hacer malabares entre su carrera y trabajo y ser un burrito sudoroso de carne molida en la hora pico del metro (lo de la carne molida era porque se había resbalado al salir del tren y el sentón que se dio en el suelo sonó por toda la estación).

Anpanman –la compañía para la que, si todo iba bien, prestaría sus servicios- había comenzado a fungir en mil-novecientos-y-tantos como una empresa dedicada a la publicidad, y Min Yoongi, foráneo en Seúl y principiante en Diseño Gráfico, sabía que claramente no sería el CEO de la empresa. Lo sabía. Aunque si le hubiesen preguntado qué puesto deseaba tener hubiera dicho de primera instancia que de jefe, sí.

Yoongi miró a la mujer tras el escritorio; manos sudorosas y un dolor desesperante en su costado izquierdo, con una solicitud de trabajo sujetada firmemente con sus falanges y probablemente las mejillas rojas por el frío. Seguramente dando la impresionante imagen del mismo cansancio de un hombre de mediana edad con tres hijos y un trabajo de tiempo completo.

A este punto esconderse en la bufanda de tejido blanco que llevaba puesta no era una opción.

"Entonces" comenzó ella, cuando arrebató la solicitud y una de sus manos iba hacia sus cabellos de plata, en busca de su pluma color rojo. Yoongi tragó saliva. "Dieciocho años. Un año de experiencia de trabajo en un gimnasio de natación para niños. Min... Min Yoonji" su ceja se levantó. "¿Eres trans?"

"¿Perdón?" Oh, aquello era nuevo.

"Bueno" la mujer vio cuando Yoongi pasó de manera incómoda su lengua por su labio inferior, intentando humectarlo un poco "tu nombre es de chica; somos de mente abierta, pero necesitas cambiar tu información lo más pronto posible".

Sintió una agonía terrible cuando de su boca no pudo salir ni un vocablo para aclarar que la anciana había leído mal su nombre –O Yoon se había equivocado-, así que cuando la mujer guardó silencio, sus ojos marrones se posaron en sus arrugadas manos.

"Er... no, no soy trans" muy bien, Yoongi, una oración completa. 'Se equivocó' debió haber dicho 'es que leyó mal' debió complementar.

La mujer no se disculpó y él asumió que ella simplemente pensó que no estaba lista para salir del clóset en un ambiente laboral. Y luego de eso, de manera amable, le pidió presentarse al día siguiente por la mañana, indicándole con la mirada que ya podía marcharse.

Yoongi permitió que su cuerpo se descompusiera un poco en cuanto subió al ascensor, perdiendo la recta y rígida postura que había estado manteniendo hasta ese momento, observando cómo las puertas se iban cerrando, dejándose sufrir en silencio y en paz el dolor por el santo guamazo que se dio al hacer su patético intento por ser un adulto funcional.

Ojos cerrados, recargado contra el cristal.

"¡Por favor detén el ascensor!" De manera casi mecánica Yoongi volvió a apretar el cuerpo, estirándose con la misma destreza de un hombre de ochenta y tantos para colocar su mano entre las puertas. "Gracias, buenos días".

Ni siquiera se había atrevido a levantar la mirada cuando aquellas pisadas torpes golpetearon el suelo del ascensor.

"No es nada" quiso decir, apretándose más en aquella bufanda blanca, mientras que por el rabillo del ojo, observó la caja que aquel ser externo a él cargaba.

"Gracias" repitió, con una voz tan calmada que Yoongi casi rompía su regla de oro al querer levantar la vista "los jefes no nos dejan usar el ascensor, pero tenía que llevar estas cosas de urgencia" hablaba mucho. "Oh... ¿vas a comenzar a trabajar aquí?" y también era un metomentodo.

"Si" una pequeña alarmita en su cerebro comenzó a sonar cuando sintió que le faltaba el aire tras aquel patético monosílabo. Sus ojos fueron hacia arriba. Casi llegaban a la planta baja. "Si, mañana" complementó.

"Oh, qué mal, ya he hablado de más" Toda la vida. "¿Te gustaría que mañana te enseñe las instalaciones?"

"No, gracias".

"¿Que te presente a algunos compañeros?"

"No, gracias"

Yoongi vio sus pies moverse hacia delante, cuando la puerta se abrió en el primer piso, luego de eso, aquel avanzó fuera y giró sobre sus talones justo cuando comenzaba a preguntarse por qué no notó que había colocado en qué nivel bajaría.

"¿Cómo te llamas?" cuando su mirada se despegó del suelo y observó hebras cafés y ojos miel. La respuesta raspó en su garganta.

"Min" Las puertas se cerraron. "Min Y---." siempre tarde. Yoongi siempre hacía las cosas tarde.

Cuando llegó a la planta baja facultó a su cuerpo a comenzar a batallar al caminar, dando pequeños brincos en busca de estabilidad.

Y la estabilidad no era una opción cuando el cielo comenzaba a tornarse color gris, nuevamente.




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⏰ Última actualización: Sep 14, 2021 ⏰

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Al final del invierno [TaeGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora