Capítulo 24

502 34 5
                                    

Jessica.

No podía dejar de reírme por cada estupidez que Jonathan decía mientras fumábamos marihuana. Escapé de la estúpida cabaña y vine con Jonathan para hablar los temas pendientes que tenía con él, pero me vio tan llena de ira que primero me invitó a tomar un trago, una cosa llegó a la otra y ahora estábamos aquí en el edificio abandonado al que Mason me había traído hace unos días. El efecto de la droga en él era muy fuerte pero para mí, era casi leve pero aún así me dolía mucho la cabeza, maldita parte humana. No pensaba en ir a buscar a Mason, que sufra un rato el maldito; por dejarme sola. No debió hacerlo, no me gusta que me dejen no cuando ya me aferro a alguien, porque creo que ya me aferré a él.

—¿Quieres un poco?—me preguntó Jonathan pasándole la botella de vodka.
Bebí el último sorbo y luego tiré la botella contra la pared haciendo que se rompiera en mil pedazos. Aún seguía ligeramente molesta con Mason, aún me dolía el hecho de que haya querido dejarme. Ya no quiero. Ya no quiero sentir mas este dolor, por eso cada que estoy molesta, me drogo, bailo, bebo, fumo y...un montón de otras estupideces.
—Jessica...—balbuceó Jonathan. Vaya que estaba colocado.

—¿Sí?

—Yo, no me acerqué a ti por James, lo hice porque te quiero, pero además sino lo hacía él iba a matarme...—comenzó reírse después de que lo dijo, yo también me reí aunque no me daba nada gracia.
Le di una calada a mi cigarro y boté el humo al cielo.
Sentí su unos dedos entrelazarse con los mios, miré hacia abajo para ver las manos de Jonathan y la mía unidas. Quité mi mano al instante.
—¡No! ¡quiero a Mason! Mason...—exclamé poniendo su cara entre mis manos. Ya me estaba comenzando a sentir mal otra vez. Comencé a acercar su cara  hasta que su frente chocó con la mía.—¿por qué, Jonathan? ¿Por qué no me ama?
Me dio una sonrisa torcida. Y me miro directo a los ojos.
—Él te adora, Jessica.

—Yo no quiero que me adore, Jonathan— lo acerqué un poco más a mí hasta que casi quedo sobre mí—Yo quiero que me ame. Que me ame...
Mire directo a sus ojos azul oscuro y le di un beso en la mejilla, pase mi brazo alrededor de su cuello y lo atraje hacia mí. Al poco rato comencé a sentir que Jonathan pesaba mucho, lo separé de mí y me di cuenta que se había quedado dormido. La cabeza me daba vueltas no debí beber tanto, maldita sea.
Lo último que recuerdo es que la puerta que da a la azotea se abrió de golpe y yo caí en sueño profundo.

Mason.
Lo primero que vi cuando abrí la puerta fue a Jonathan sobre Jessica, ambos estaban completamente dormidos, habían botellas de vodka y vino por todos lados y también varias colillas de cigarro y algo de yerba de marihuana ¿porqué Jessica? ¿Por qué tienes que hacerte esto a ti misma?
Kathija quitó a Jonathan del cuerpo de Jessica, paso su brazo por su hombro y lo sostuvo un rato.
—Yo me encaragaré de él, tú llevar a Jessica.—acabo de percatarme lo marcado de su acento ruso y además  dijo llevar en vez de lleva aún le falta practicar algo de inglés.
Asentí rápido y tomé a Jessica en brazos, me quedé viendo un rato su bonito rostro que por cierto estaba sucio, tenía algo tierra seguro del bosque al escapar de la cabaña, olía a humano por culpa de Jonathan, estuvo pegada a ella por sabe cuanto tiempo.
Kathija comenzó a arrastrar a Jonathan hasta el primer piso y yo bajé despacio para evitar que Jessica se me caiga al suelo.
Abrí la puerta de los asientos de atrás, Kathija tiró a Jonathan sobre este haciendo que quedara boca abajo, no quiero que este más tiempo pegada a su lado.
—¿Sabes conducir?—le pregunte a Kathija.
Ella asintió y yo le di las llaves del coche, y noté como sonrió, digo ¿quien no quisiera manejar un Audi r8 spyder?
Abrí la puerta del copiloto y con Jessica aún en brazos me metí en el auto, acomodé a Jessica para que pudiera estar más cómoda, es normal que no despierte después de todo este movimiento al estar tan drogada.
Kathija pisó el acelerador con fuerza haciendo que el motor sonora de una manera celestial y lo puso en marcha hasta mi departamento.

NO ME MIRESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora