Arte japonés que consiste en hacer ataduras en el cuerpo, que en ocasiones presiona puntos erógenos.
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Are you into me? Like I'm into you Do you wanna do the things I wanna do with you?
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Entre miles de pensamientos que tenía Akutagawa Ryuunosuke en ese momento, definitivamente no pasó uno por su mente, el más importante: Atsushi con grave calentura en su cuarto chillándole por el teléfono que llegara a la casa cuanto antes ¿qué demonios le sucedía al chiquillo ese? La diferencia de edad entre ambos solo podía llegar a su cabeza. Malditos jóvenes hormonales. Sin darse cuenta de qué, quizás, estaba un poco emocionado de llegar a su hogar ¿sería muy evidente su desesperación? Con un extraño tic en los dedos que esperaba impaciente la hora de salida.
Un toqueteo en la puerta de su oficina le hizo volver a lo que estaba: trabajando para sacar el oficio de tres semanas y poder tomar un merecido descanso. No tardó en sacudir su cabeza con ímpetu.
— Pase —llamó. Entró su fiel secretario con una enorme lista de papeles que buscaban ser firmados por su mano. El hombre pelirrojo no hizo ningún ruido, esperando una llamada del otro para poder dialogar. — ¿Falta mucho para salir?
Inconscientemente, soltó una risa que le hizo enarcar una ceja, dándose cuenta del movimiento de dedos que mantenía sin vergüenza. ¿Sería pronto para decirle que faltaba mucho? El menor asintió.
— Nos dijo que nos quedáramos hasta tarde hoy —comentó. No tardó en rodar los ojos. — ¿Necesita salir con urgencia?
Akutagawa negó, en completa parsimonia cuando realmente moría por ir a desvestir a su pareja y empotrarlo contra la pared. Su secretario tomó asiento, sin una invitación previa, al notar el nerviosismo bien disfrazado de su jefe.
— Puede salir si quiere —opinó. — Es decir, es el jefe después de todo.
Pero el suspiro largo y profundo que salió del azabache convenía negar la propuesta. — Esperaré, no es urgente.
— Si usted lo dice...
~✨~
Llegaba cansado a su morada, dejando el saco en el perchero de la entrada y su maletín en el suelo. Se desajustó la corbata antes de abrirse un par de botones de su camisa blanca, ahora arrugada por el día tan cansado que tuvo. Escuchó unos pasos rápidos llegar a él más rápido de lo que calculó.
— ¡Akutagawa! — chilló emocionado el inquilino, siempre bien recibido. El mayor cerró los ojos, buscando fuerzas para cargar al más bajo hasta la sala del lugar. No podía creer que ese chico tuviera energía para todo el día.
— Ya volví.
— ¡Sí! Te estuve esperando... — comentó. Akutagawa pudo darse cuenta que poseía una pijama muy larga, algo transparente que dejaba ver pedazos de una cinta negra ¿en su cuerpo?
— ¿Te lastimaste? — pensó, fue lo primero que le provocó inquietud. El albino negó con un gran sonrojo en sus pómulos alzándose para colocarse encima de los muslos ajenos.
— Es que... estuve leyendo mucho y un amigo me dijo —inició, con cierto jugueteo de dedos. — Que podía hacer algo para que disfrutes.
— ¿Disfrute?, ¿qué cosa?
— ¡Ya sabes!... Disfrutes —su tono cambió un poco, algo que hizo corto circuito en la mente profesional de Akutagawa.
Sus manos pálidas fueron en seguida al atuendo de su pareja, despojándola rápidamente de su cuerpo para admirar el montón de listones que se enredaba con lascivia en Atsushi, desde sus partes íntimas a sus pezones; la piel se empezaba a presentar rojiza por la hinchazón de la presión. ¿Estaría en el cielo? Eso se lo diría muy pronto su actuar, cuando separó más las piernas ajenas para comenzar a besar su cuello.
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Empezamos lento, relájense. Tendrán su NSFW, a veces no, a veces sí, recuerden qué hay mil formas de crear erotismo.
Me estoy informando mucho para darles contenido de calidad. ¡Empezamos con el reto!