Capítulo 26:

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RACHEL:

Durante la mayor parte de la noche di vueltas sobre el colchón. Aunque antes de acostarme me había saturado con capítulos de The Vampire Diaries, ni siquiera Damon me ayudaba a conciliar el sueño. Estaba demasiado ocupada odiando a nuestro nuevo invitado en nuestra habitación. La sombra que proyectaba el oso de Madison era tan grande que daba miedo.

Debido a lo mal que dormí durante la noche el día siguiente empezó mal. Además de que tenía bolsas bajo los ojos, no encontré mis zapatos favoritos y Madison parecía odiar todo a su alrededor. Lloraba por cualquier cosa. Se sentía incómoda en cualquier postura. La única forma en la que era feliz era si la colocaba sobre mis hombros y así no podría vestirme, por lo que mis oídos hicieron un pequeño sacrificio mientras me vestía.

—Te ves preciosa —le dije aunque su cara fuese de infelicidad total.

Cuando empecé a tomar nuestras cosas para irnos, el llanto enojado volvió. Soltando un suspiro, metí la mano dentro del dobladillo de su vestido para quitárselo y descubrir que este picaba al tacto. Horrorizada, lo coloqué cerca del canasto de basura y lo cambié por uno azul de gasa. Era vaporoso, pero liviano.

Así el vestido no irritase su piel se lo habría cambiado.

Mi perdición era no poder negarme a lo que quisiera mi pequeña.

Inclusive si eso involucraba a Nathan.

Le tendí a Pulpo y a otro de sus juguetes favoritos cuando la metí en su carriola. Gary y Ryan habían salido la noche anterior con Cleo, Eduardo y las chicas cuando terminamos de celebrar los ocho meses de Madison. Todavía no llegaban, por lo que no me crucé con ninguno de ellos en el camino de salida del apartamento. Cualquier pensamiento malo que tuve durante la noche sobre Nathan desapareció cuando Madison llevó sus manos a la diadema por la que también había llorado, la manera en la que me dirigió la palabra después del espectáculo de Madison viniendo a mi mente.

Nunca nadie me había hablado así.

Exceptuando el día que papá se enteró de que Maddie venía en camino, nunca antes había sentido deseos de llorar mientras rememoraba una conversación.

—Espero que te portes bien, pequeña. Tenemos un fiesta que hacer —murmuré cuando me incliné para besar su mejilla, mis ojos vidriosos.

Gracias a Diego un chófer estaba esperándonos en la calle con una limosina negra cuando salimos. Él me ayudó a meter las cosas de Madison en la maleta. Durante el trayecto jugué con ella en mi regazo. Cuando llegamos volvió a ayudarme con la carriola, esta vez empujándola él mismo con Madison dentro hasta entramos en el jardín dónde sería el baby shower. Como estaba previsto había trabajadores de la agencia moviéndose de un lado para otro sobre el césped, tres carpas en medio.

—Buenos días, madre de mi sobrina que no es mi cuñada.

Ante el sonido de la canturrearte voz me di la vuelta. John, el rubio de ojos azules que era hermano de Nathan, me quitó la carriola de Madison para empujarla mientras caminaba junto a mí. Como era lo opuesto a su hermano se me hacía imposible odiarlo. Estaba usando un traje gris que realzaba el tono de sus ojos junto a una corbata rosa de biberones.

—¿Dónde están los demás? —pregunté.

—Si te refieres a los Acevedo, están arreglándose. Si te refieres a tus trabajadores, están dónde se supone que deben estar. —Me ofreció una brillante sonrisa de dientes blancos—. Todo luce bastante bien, Rachel. Estoy aquí desde las siete y no he oído de ningún problema. ¿Por qué no te relajas y disfrutas?

Tal como dijo, así era. Jardineros iban de un lado a otro con picos, regaderas, sacos de abono, palas y arbustos de rosas azules. Mujeres y hombres por igual posicionaban sillas y mesas de la manera que estipulamos, alrededor de las carpas para comida, juegos y regalos, mientras Cristina caminaba de un lado a otro con su agenda en mano y su habitual traje rosa reemplazado por uno blanco, asegurándose de que nadie cometiera un error.

Deseos encontrados © (DESEOS #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora