Capítulo 24:

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NATHAN:

Al levantarme en la mañana lo primero que vi a parte del fondo blanco del techo fue una foto de Madison, la cual había impreso ayer luego de tomarla con mi teléfono, sobre las piernas de Rachel en mi auto. Se veía hermosa y alegre mientras sonreía para mí con los dedos en la boca. Tomé una ducha y con la toalla atada en mi cintura llamé a Lucy para cancelar mi agenda. Me sorprendí cuando dijo que sería fácil porque mi única cita era con Loren para almorzar. Me di un golpe con la mano en la cabeza, recordando que probablemente lo había dejado plantado.

Culpé a su hermana y a mi pequeña flor por ello.

Eran la única distracción del trabajo que disfrutaba.

—Ahora mismo me vas a contar qué sucedió después de que me fui —dijo John mientras entraba en mi casa media hora más tarde—. Te habría llamado por teléfono si... ah, no, sí lo hice, pero como de costumbre no respondes.

—Eres jodidamente molesto —gruñí preparándome un sándwich.

Se encogió de hombros.

—Soy tu hermano. —Me apuntó el pecho con el dedo—. Me preocupo por ti, Nate.

Tomé un bocado de mi desayuno, en lo absoluto sintiéndome mal.

—Solamente me obligó a arreglar el asunto con la prensa.

—¿Te obligó?

Me encogí de hombros.

—Tiene sus métodos.

—Eso veo.

—También pude ver a Madison por un momento. Se le hizo tarde para buscarla y la llevé a la guardería. —Nos serví a ambos un vaso con jugo de naranja—. Me dejó devolverlas a casa, John. ¿No suena como un avance para ti?

—Estoy orgulloso de ti, Nathan. —Se puso de pie y me apretó el hombro—. Termina rápido de comer y vístete. Necesito que me acompañes y me des tu opinión de padre. Le compraré un regalo a Luz para el domingo.

Enarqué una ceja.

—¿Lo haré?

—Podrás comprarle algo a Madison para la caja —añadió, convenciéndome.

Después de que terminé de comer subí de nuevo a mi habitación para cambiarme. En menos de media hora estábamos listos para salir. No me veía tan casual como John en sus bermudas, camiseta de un restaurante de mariscos y gorra de béisbol, pero estaba usando vaqueros. Mi rostro se volvió inexpresivo cuando llegamos al patio delantero de mi casa, el sitio donde estacionaba mi auto.

—Tú no lo hiciste.

Se encogió de hombros.

—Pensé en lo que dijo Rachel acerca de nuestro parecido y descubrí que tiene razón.

Bufé. Había tardado treinta años en darse cuenta.

—¿Por eso decidiste cambiar a Sally? —pregunté usando el nombre de su amada camioneta vieja.

Apartó los ojos del su nuevo BMW, igual al mío, para sonreírme con tristeza.

—Los padres debemos hacer sacrificios, Nate.

Con la profundidad de sus palabras colgando en el aire, desbloqueó su auto y entramos. Alrededor de las nueve llegamos al centro comercial, pero tuvimos que esperar hasta las diez para entrar porque estaba cerrado. Durante ese tiempo soporté su colección de música clásica. Al vigilante indicar que podíamos pasar los ángeles cantaron para mí. No pude recordar la última vez que había ido de compras mientras entraba. Mucho menos la última vez que había salido con John. Antes de Madison nuestra relación apenas existía. Eso era algo más que debía agradecerle a mi hija. Aunque sonara cursi, debía admitir que me su optimismo había servido de ayuda.

Deseos encontrados © (DESEOS #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora