Capítulo 1: Prefacio

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Jack estaba parado frente a la entidad del vacío.

Habían tenido una larga charla que pareció durar por toda la eternidad y quizás fue cierto si es que, Jack, tomaba en cuenta de que el tiempo corría muy distinto en los terrenos del vacío y demás lugares fuera de la realidad de la tierra; igual, estaba contento y conforme con lo que acordaron y eso lo dejaba bastante satisfecho y a la vez tranquilo con el resultado porque era para ambos satisfactorio.

—Al menos, espero que respetes nuestro acuerdo no volviéndote a ver ni a tus soldados, menos a tus enemigos —habló su reflejo que le sonreía de una manera fría y calculada.

—Cumpliré con mi parte siempre y cuando tú cumplas con el tuyo —respondió Jack en el mismo tono.

—Tenemos un trato, entonces.

—Lo tenemos —a firmó Jack serio.

No le gustaba que le hubiera copiado su aspecto, pero no dijo nada, sabía que no era necesario hacerlo y que la entidad lo hacía adrede solo por el simple hecho de provocarlo; así que solo decidió no caer en juegos tontos, recogió a todos los ángeles, arcángeles y se los llevó al cielo, mientras que a las otras criaturas las envió a sus respectivos lugares, salvo a los que el vacío se había negado a soltar. Él estaba de acuerdo con eso, así es que se fue al lugar donde en realidad deberían estar junto a los que ahora serían sus soldados más fieles.

Una vez de regreso a su nuevo hogar, se vio en un amplio salón acondicionado para todos los que había rescatado que ahora estaban acostados en el suelo. Caminó directo hacia el ángel que para él era el más importante y una figura representativa de todo lo bueno que deberían ser los seres no solo celestiales sino todos en general.

Castiel.

El ángel estaba con una expresión, si bien parecía serena, mostraba y trasmitía una triste tan marcada que dolía solo de verlo. Respiró profundo y lo trasladó a la habitación privada que había acondicionado con anterioridad, separándolo del resto. Jack necesitaba pensar bien cómo proseguir, no quería que sufriera más porque sabía que si lo despertaba sería poco más que un cascarón vacío y eso le dolía porque no se lo merecía y más porque escuchó la confesión que le dio a Dean, la que fue muy triste. El saber con exactitud lo que pasaba por la cabeza y el corazón de ambos, era agonizante, pero no debía intervenir, algo se lo impedía. Después lo comprendió que era el verdadero libre albedrío el que debía respetar, sin embargo, no era ni fácil ni justo en muchos casos y si bien él podría darse licencias, esas no debían ser ni muchas ni frecuente. Debía encontrar el equilibrio perfecto, algo que con Castiel se le hacía muy difícil porque quería solo lo mejor y sabía que con solo tronar los dedos le podría dar el mundo entero, pero debía ser justo aunque fuera muy difícil.

Miró a Castiel y reprimiendo un suspiro cansado y sin pensarlo más, lo despertó posando sus dedos en la frente del ángel. Después que un destello de luz iluminara aquel rostro, vio sus labios emitir un jadeo silencioso. Él en su forma natural era hermoso e inmenso, pero con solo un pensamiento y la apariencia de James Novak tomó forma frente a él con su típico y único traje. Por un momento, sus ojos parecían dos remolinos de agua cristalina, hasta que poco a poco fueron tomando su verdadero color azul intenso.

—Dónde... estoy... —la voz de Castiel salió más ronca de lo habitual, sin embargo, su mirada mostraba precaución al mirar a su entorno, hasta que se levantó de improviso y se paró listo para reaccionar a quien sea que pensara que lo atacaría.

—Calma, Castiel —intentó calmarlo con las manos alzadas—. Soy Jack y estamos en el cielo —le mostró una sonrisa lo más sincera posible—. Todo acabó, estás a salvo y en casa.

El vacío que llenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora