🦋𝙋𝙧𝙤𝙡𝙤𝙜𝙤🦋

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— Jungkook querido, eres igual a tu madre. — la mujere parecía decirlo con cariño y de reojo vio que su padre sonreía con orgullo.

— Bueno, eso dicen — le respondió Jungkook rascando la parte trasera de su cuello.

— Yo era su amiga, su madre y la mía eran muy amigas y nosotras también — Jungkook escucho atento esas palabras pensando en que de haber estado su madre talvez las cosas serían diferentes — recuerdo cuando nos fuimos a viajar a Grecia, ahí fue donde conoció a tu padre.

— No sabía eso, papá no habla mucho — la señora soltó una risa y le dio un apretón en la mano.

— No te preocupes, ya estoy aquí para contarte. Por si no lo has notado, yo no soy coreana, soy Griega, sin embargo mis padres vinieron a vivir aquí desde que estaba muy pequeña, así fue como conocieron a tu abuela, ella ayudó a mis padres a asentarse aquí y pues inevitablemente tu madre y yo nos hicimos amigas. — Jungkook y todos en la sala estaban ensimismados en la historia — tu madre era muy pasional y aventurera, yo por otro lado era calma como la arena, sin embargo cuando ambas cumplimos dieciocho obligue a tu madre a acompañarme a Grecia, para unas vacaciones. Esas vacaciones se descontrolaron y así fue como conoció a tu padre. ¿Lo recuerdas Minjae?

— ¿Como podría no hacerlo? — Jungkook no podía obviar la sonrisa que su padre tenía en la cara — me la robé por dos días y recuerdo que sus padres casi me matan cuando la encontraron conmigo — todos en la sala soltaron una carcajada.

— Luego de eso los obligaron a casarse.

— Padre, tu nunca dijiste eso — Jungkook estaba sorprendido pues en las historias que su padre le había contado no estaba esa.

— Lo se hijo, pero es que fue un despropósito en ese entonces, tu madre me gustó desde la primera vez que la vi, pero tus abuelos la obligaron a casarse — su padre suspiró — no quería que pensaras que yo también había obligado a tu madre, jamás lo hubiese permitido pero era lo correcto. A pesar de ello, fuimos felices porque me encargué de enamorar a tu madre y no descanse hasta que lo conseguí.

— Minjae fue un excelente esposo, y cada vez que hablaba con tu madre todo lo que escuchaba era que estaba locamente enamorada de él — Alina le dio una mirada de cariño — ¿sabes? Tu mamá era feliz, y estoy segura que de estar viva, lo estaría aún más.

Con eso cerraron la plática y empezaron con otra, luego de ese momento se concentró en la pequeña y bonita Adele que no había dicho ni una sola palabra y que de vez en cuando lo miraba y trataba de resistir su mirada pero terminaba sonrojandose.

— Jungkook, lleva a Adele a un recorrido por la casa — su padre ordenó sin posibilidad de alegación — tendremos platicas de adultos.

— Bien.

Le hizo un gesto a la chica para guiarla atravez de la sala de estar. Cuando estuvieron ya un poco alejados del salón decidió hablar.

— Eres muy callada Adele.

— Bueno, es que el Coreano no es mi fuerte — la chica respondió con timidez y con un pequeño déficit en pronunciación, pero se le entendía claro — mi padre lo hablaba conmigo desde pequeña, pero en casa pasaba más tiempo con mamá y ella hablaba en Griego todo el tiempo.

— Entiendo, si te quedas aquí lo suficiente, puedes mejorarlo — Jungkook seguía guiando la por los enormes pasillos.

— Creo que nuestro viaje es permanente, los negocios de papá en Grecia se han cerrado. — contesto la chica con un poco de tristeza, dejar su tierra no era fácil.

— Excelente. Digo, es difícil dejar tu lugar pero puedes encontrar otro — le comento cuando alcanzo la puerta de la enorme biblioteca que era sin dudas el lugar más precioso de la casa.

— Eso creo. — la chica posó su ojos en lo que tenía en frente y se maravilló.

— ¿Cuantos años tienes Adele? — Jungkook le preguntó con curiosidad.

— Tengo dieciocho, ¿y tu?

— Veintiuno.

— Te ves más joven. Tu cara es de un niño.

— Pues gracias, si era un cumplido — la chica por primera vez sonrió.

Jungkook no estaba ciego, era preciosa o más que eso, no era tan alta, más bien tenía tamaño promedio, tenía la piel súper clara, sus rasgos no eran tan similares a los de su padre, en su rostro dominaba su madre, tenía los ojos como la miel, redondos y bonitos, pestañas largas que parecían besar sus mejillas cada vez que cerraba los ojos, y por supuesto gozaba de una condición física muy admirable, sus pechos se asomaban orgullosamente por la fina camisa de botones que vestía, eran tan grandes que podía jurar que el botón estaba a punto de reventar en su ojo, era delgada, y sus caderas que no eran exageradas parecían haber sido hechas con mucho cuidado, piernas tonificadas y bonitas ideales para todo tipo de propósitos.

Pero sobre todas estas cosas, lo que más predominaba eran esos intensos y rojizos labios que la femenina poseía, eran unas piezas que se encajaban a la perfección con su cara, parecía que las avispas le habían picado y la inflamación no había bajado, probablemente eran el tipo de labios que todo hombre deseaba besar.

— ¿Jungkook? — la voz de Adele lo sacó de sus pensamientos.

— ¿hum?

— Te preguntaba si podía tomar este libro — pregunto agitando el pequeño libro frente a su cara "Platero y yo" — lo devolvere cuando lo termine.

— Sí, claro.

Siguió con el recorrido por su casa, le mostró sus lugares favoritos y Adele parecía escuchar con sumo cuidado cada cosa que tenía por decir, Jungkook la observaba con un brillo inigualable e intenso y ella solo podía perderse en sus palabras y en el sensual tono de voz de aquel chico.

𝐋𝐚𝐬 𝐥𝐮𝐦𝐛𝐫𝐞𝐫𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐨𝐜𝐚𝐬𝐨©|𝐉𝐞𝐨𝐧 𝐉𝐮𝐧𝐠𝐤𝐨𝐨𝐤|Where stories live. Discover now