Esperanza...

15 1 1
                                    

Habían pasado algunos años y seguía pensando en ello. Mi corazón latía rápidamente, como si supiera lo que iba a hacer. Armado con mi única mano y con una mente dolorida encontré, en rincones difíciles de acceder de mi cuerpo, el valor suficiente para traspasar aquella puerta que se mofaba de mi pasado. A cada paso que daba mi corazón aumentaba su fuerza, como un eco que se clava en tus pensamientos, como un simple “Gracias…”. El miedo cada vez era mayor ¿Por qué ocurría eso? ¡Iba a salvarla! Eso era lo único que importaba.

Pero no pude evitar que, con el tiempo, mis pasos se volvieran más lentos y mis manos empezasen a temblar. Mi cuerpo dejó de moverse ¡Porqué hacía eso! Podría morir allí dentro ¿No se supone que el ser humano es egoísta? Recordé cuantas veces lo había pensado así… En cuanto recuperé la consciencia me fijé en lo que me estaba planteando y seguí con la caminata como pude.

Estaba ahí. Ante la puerta que anteriormente me había dado pánico, ante una puerta que parecía decirme: “Siempre hay riesgos…” y rebotaba por todas las esquinas recónditas de mi mente. Esa puerta que me había provocado mucho dolor y estaba seguro de que lo volvería a hacer. No era momento de pensar en ello, me la tendría que jugar. “¡Doble o nada!” Me dije a mí mismo. Tenía que hacerlo, por ella, por la persona a la que le debía toda mi vida. Mi mano se deslizo hacía el picaporte, me extrañó que, a pesar de todos mis escalofríos, pude alcanzarlo. Esa puerta no se podía interponer, mis deseos egoístas no deberían llegar a dominar mi mente. Respiré profundamente con los ojos cerrados ¿Esta sería la última vez? No, me negué a pensar que aquí terminaría todo. Este solo era el principio, la esperanza es nuestra arma cuando todo lo demás está perdido. Y, gracias a ese acto, daría esperanza. Eso era lo importante. Con un gesto de felicidad en mi cara giré el picaporte y entré en aquella habitación.

La habitación… de la esperanza.

Esperanza...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora