Capítulo 19

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Pemberley estaba cambiando. La primavera se acercaba cuando los propietarios volvieron a residir en


ella. La nieva había desaparecido y los árboles comenzaban a exhibir sus brotes nuevos.


Lizzie, podía disfrutar de largos paseos por los alrededores, algunos, apenas salido el sol. Aprovechaba


esos momentos para pensar, hábito que no dejaba de cultivar. Sus pensamientos iban dirigidos,


principalmente, a la salud de su hermana Jane, al cómo ayudar a Georgiana y el Coronel y, a limar las


asperezas con Lady Catherine.


Pocos días después de su llegada a Pemberley, Darcy, entró a la sala donde Lizzie bordaba una pequeña


manta para su futuro sobrino.


-¿Te molesta si te acompaño?- preguntó, con su rostro delatando cierta turbación.


-Para nada, sabes que me gustan tus visitas inesperadas- respondió su esposa.


-¿Dónde está Georgiana?- volvió a preguntar, como si quisiera demorar el verdadero motivo de la visita.


-A esta hora suele estar practicando en su pianoforte- y, notando la expresión de culpabilidad en el rostro


de su marido, agregó:


-¿Estás por marcharte en viaje de negocios?


-No, no...¿por?


-Por tu cara de preocupación, pero si no es eso, tendrás que informármelo tú- diciendo esto, dejó de lado


su labor, alisó su falda, se sentó muy derecha, con sus manos sobre su regazo y lo miró atentamente a los


ojos.


Darcy, se sentó frente a ella y, un poco dubitativo, comenzó a hablar.


-Hoy he recibido carta de Rosings, mi tía ha contestado la que le envié- frenó para aclarar su voz- En ella


le dije que pensaba pasar la Pascua donde estuviera mi esposa, entonces ella... ella se ha invitado a


Pemberley- dijo terminando la frase, quedándose en silencio, mirando a Lizzie y, esperando su reacción.


-¡Ah!- fue la respuesta de Elizabeth, tratando de disimular el miedo que le producía la visita- ¿Y cuándo


llegará?


-Dentro de... dos días.


-¡Dos días!¡Eso es demasiado pronto!- exclamó preocupada, al tiempo que salía como disparada del


sillón- Tengo que llamar urgente a la Sra. Reynolds, hay tanto que preparar...


-Lizzie...- la llamó su marido, pero ella no lo escuchó.


-Hay que alistar las habitaciones, hacer pedidos, preparar las comidas...


Fitzwilliam la tomó de los hombros para que se quedara quieta y lo mirara.


-Lizzie, detente. Le escribiría a mi tía si creyera que eso la detendría, pero no serviría de nada. Además,


que ella se decida a venir, es una señal de acercamiento, ¿no crees?


La inocente expresión que mostró su esposo al hacerle esa pregunta, enterneció a Elizabeth, que prefirió


guardar su opinión al respecto.

Secuela de Orgullo Y PrejuicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora