Capítulo 8 (Draco)

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Entre gemidos, Sel abre los ojos, todo lo que ve son cuatro paredes negras y un cuerpo borroso frente a ella; siente náuseas y está completamente mareada. Asustada, intenta tocarse para ver si ha sufrido algún daño, pero algo se lo impide. Con fuerza cierra el ojo para intentar mejorar la visión, y lo consigue. Mira hacia los lados donde sus manos permanecen quietas, intenta mover los dedos, pero no lo consigue.

Entonces, el cuerpo borroso que antes tenía delante se convierte en un  cuerpo bien perfilado, un chico guapo, alto y musculoso sonríe frente a ella.

 Rhys.

-Hola, bella durmiente- dice Rhys sonriendo- ¿con quién soñabas? ¿Con tus padres?

¿Cómo lo sabe? Se pregunta Sel.

-No estás preparada para saber por qué- contesta él, como si le hubiera leído la mente.

¿Por qué…por qué no me puedo mover? Piensa ella escuchando su propia respiración entrecortada

-Si no te mueves, es porque tú no quieres, nadie te impide estar así- contesta él a sus pensamientos.

Tras ello, Rhys se acerca a Sel y le acaricia la mejilla. Ella intenta mover las manos para darle una bofetada, pero una vez más, no puede.

-¡Uy!- dice Rhys con una sonrisa burlona- pues parece que sí estás atrapada.

Sel tampoco puede girar la cara para impedir que le toque, por lo que lo único que hace es aguantarse y esperar a que deje de hacerlo.

-¿Qué sucede, no te gusta?- le pregunta-. Parece que se te ha comida la lengua el gato- añade tras un par de segundos.

Sel intenta mover los labios para gesticular cualquier palabra ofensiva que lanzarle a Rhys, pero no lo consigue; lo que hace que no pueda mover cualquier parte del cuerpo también afecta al habla. Puede que sea un conjuro, pero puede respirar, por lo que quiere decir que la quieren viva o simplemente todavía no la quieran matar.

Acariciándole la bella melena a Sel, Rhys saca poco a poco un cuchillo de su bolsillo, y apunta con él hacía ella.

-Tu pelo siempre ha sido tan bonito, pero hay algo que no me gusta en él. Creo... que tendré que hacerle un arreglillo.

Entonces, sin dejar margen para que Sel lo entienda, con un movimiento de muñeca le corta el negro cabello, dejándole apenas un pelo que no llega a los hombros. Él lo tiene todo planeado, lo que aún no sabe es que esa casi insignificante acción, podrá desmoronar todos y cada uno de sus planes.

Fulgur. El poder de la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora