3

624 277 692
                                    

La noticia que se adelantó en el segmento anterior sobre la sorpresiva muerte del joven Eliot Colina, fue obligada a caer bajo la investigación de autoridades policiales, quienes confirmaron que dos delincuentes son los responsables de la muerte del renombrado atleta. Además, fuentes cercanas al caso incluyen cierta incertidumbre con respecto al desconocido paradero de sus cuatro amigos. La investigación sigue en curso y se espera que se revelen más detalles en breve.





Eliot Colina.



19: 37 PM.

Job me señaló un espacio que están desalojando para estacionar el auto. Giré el volante hacia la izquierda mientras sostengo mi teléfono celular en forma de pinza entre mi cabeza y hombro. Le marqué a Belén para saber si está cerca del restaurante, pero no ha contestado aun. Mediante la espera, utilizo el espejo del retrovisor para observar el auto que se posicionó detrás de mi vehículo. Eché un vistazo al espejo lateral para moverme cuando el conductor este listo en partir y cederme su espacio de aparcamiento.

Por fin dejé de caer en el buzón de mensajes y Belén se dignó en contestarme:

—¡Hola! —Se escucharon sonidos de bocinas estridentes en el fondo—. Lo siento mucho, estoy estancada en el tráfico. Llegaré en cualquier minuto, pero llegaré.

—¿Hola? —le respondí, en un tono cortante—. Si yo también te he extraño como nunca mi amor.

Belén sopló aire por la nariz escuchándose mediante el dispositivo telefónico.

JA JA, que divertido eres idiota, estás en graves problemas amorcito ¿Sabes?

Unos ''Auch" salieron en unísono de las bocas entrometidas de Irían y Abel.

—¿En problemas? —repliqué, sin entender nada—. Belén, amor, ¿Estás en tus días? —murmuré eso último.

Me quedé intrigado unos segundos, con un silencio matador que Belén profundizó al no hablarme.

—Amor, nos vemos en el restaurante ¿Sí? Y no, no estoy en "mis días". Me haces reír Eliot —dijo ella, escuchándose lo más femenina posible—. Te amo, mi corredor número uno. Bye.

¿Cómo una persona que mide menos de 1,60 cm puede debilitar con tan solo unas palabras el duro escudo que he forjado en mi pecho con vibranium y adamantium?

Le susurré al micrófono del teléfono, con la intención de que mis palabras se escuchen en un tono de privacidad, dirigido específicamente a ella:

Te esperaré con ansias junto al ventanal de nuestra mesa favorita. Te amo más, mi escritora número uno. Ya te veo.

Cuando finalizó la llamada giré mi cabeza en dirección a los chicos, quienes empezaron a burlarse como es de costumbre.

—¡Mí todo!

—¡Ay mi mor!

—¡Lele pansha!

—¡Unos besitous!

—¡Vini qui gordo!

Salomón y Abel terminaron abrazándose, fingiendo un simulacro de amor entre los dos, tocándose y mordiéndose los labios con mucha sensualidad e intercambiando miradas provocativas, como las adolescentes precoz cuando ven por primera vez a los integrantes de su banda favorita. Desbordando feromonas y pena ajena por todas partes.

—Eso sí que es vergonzoso —solté, evitando no reírme de sus buenas actuaciones de féminas ardientes—. ¡Ahora sí chicos! ¿O chicas? —intenté sonar burlón para equilibrar la balanza de bromas—. ¡Vamos a celebrar como si no hubiera un mañana! —me limite a decir con furor y fuerza espontánea.

Después De La Luz [En Proceso] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora