Epílogo

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 NICK

Un mes después


—Ni se te ocurra abrir los ojos —le advertí emocionado mientras la llevaba al centro de la habitación. Tenerla allí por fin me daba una alegría que no sabía cómo expresar con palabras. El cambio que había hecho en mi vida supondría un nuevo comienzo en nuestra relación pero era algo necesario y, a la larga, algo bueno para poder estar todo el tiempo que necesitábamos juntos.

—Odio las sorpresas, lo sabes —me recordó moviéndose inquieta. Son- reí para mis adentros.

—Esta te va a gustar —le aseguré colocándome detrás de ella—. Está bien... ¡ya! —dije quitándole la cinta que le tapaba los ojos.

Miró con sorpresa lo que se desplegaba ante ella. Estábamos en el nuevo ático que había comprado, justamente en la entrada, desde donde se veía el dormitorio, la cocina y un salón. No era muy grande, lo justo para que una persona pudiese vivir cómodamente, pero era uno de los mejores pisos de la ciudad. Una amiga de la familia lo había decorado a mi gusto y el piso había quedado genial. Los tonos marrones y blancos conferían al lugar un aspecto acogedor y moderno. Había mandado construir una chimenea en el centro del salón frente a un sofá color chocolate donde poder ver películas y pasar tiempo a solas con Noah; la cocina era de dimensiones reducidas, pero tenía todo lo necesario, con una pequeña isla donde cabían dos personas para desayunar cómodamente. Había gruesas alfombras en los suelos de madera y un gran ventanal a través del cual se podía contemplar unas maravillosas vistas de la ciudad. Justo en ese momento la oscuridad de la noche las hacía más maravillosas aún si es que eso era posible.

Miré a Noah, que se había quedado con la boca abierta.
—Bueno... ¿qué piensas?
Ella negó con la cabeza, no le salieron las palabras hasta unos momentos después.

—¿Es tuyo? —me preguntó dando varios pasos hacia delante y colocando la mano sobre el respaldo del sofá.

Cuando se volvió hacia mí vi que estaba sobrecogida o preocupada, no sabía muy bien cómo describir su expresión.

—Bueno sí, yo voy a vivir en él pero tú vas a pasar gran parte de tu

tiempo aquí conmigo, por eso lo he comprado, para poder estar juntos sin ningún impedimento —le expliqué acercándome hasta donde estaba. Me encantaba verla allí, ahora sí que parecía un hogar.

Un segundo más tarde una pequeña sonrisa apareció en su rostro.

—¡Es genial...! —exclamó, pero me estaba ocultando algo, lo podía ver en sus ojos.

Le acaricié el pelo, colocándoselo tras las orejas, y le cogí el rostro entre las manos.

—¿Qué ocurre? —le pregunté, preocupado por aquella expresión.
Ella negó con la cabeza y finalmente soltó un suspiro.
—Voy a echar de menos verte todos los días, es eso —confesó acercándose y apoyando su cabeza en mi pecho. Joder, yo también iba a echarla de me- nos, me encantaba levantarme y desayunar con ella, adoraba verla despeinada y sin arreglar pero siempre lista para ofrecerme una sonrisa y ni que decir tiene de esa sensación de saber que estaba a salvo en la puerta de enfrente... Todo eso iba a cambiar ahora que me mudaba, pero también sabía que era necesario. Vivir con mi padre y estar enamorado de su hijastra y encima bajo el mismo techo era una locura. Pocas eran las veces en las que nos sentíamos cómodos para estar juntos y a solas, y ahora que yo tenía mi propia casa Noah iba a poder pasar todo el tiempo conmigo sin ningún tipo de supervisión paterna.

—Y yo, pero esto es necesario, no aguanto verte todos los días pero no poder hacer esto cuando me apetece —dije, y acto seguido besé esos labios tan perfectos—. Ni esto. —Proseguí profundizando el beso y entrelazando nuestras lenguas con toda la pasión que esa chica conseguía despertar en mí. Su respuesta fue inmediata y el deseo se apoderó de mi cuerpo en medio segundo... Ese era el efecto que ella tenía en mí: me volvía completamente loco—. Ni tampoco esto. —La levanté de la cintura y la obligué a rodearme con sus hermosas piernas las caderas.

Ella se rio bajo mis labios.

—Ni esto tampoco —repitió ella tirando de mi camiseta y sacándome- la por la cabeza.

Gruñí al sentir sus manos acariciándome los hombros y el cuello. Ca- miné hasta llegar hasta la que ahora era mi nueva habitación. Tenía una cama inmensa y las vistas desde allí también eran espectaculares. La deposité en la suavidad de las almohadas y comencé a desabrochar los pequeños botones de su blusa blanca.

—Creo que me has convencido... me gusta este sitio —declaró suspirando un segundo después y dejándome besarle cada centímetro de su piel.

—Ya sabía que te iba a gustar —le contesté acercándome a su boca.

En ese preciso instante fui consciente de que esa mujer iba a estar a mi lado el resto de mi vida. La amaba sobre todas las cosas y había conseguido rescatarme del agujero negro que era mi vida antes de conocerla. Nos había costado comprenderlo, pero ahora que estábamos juntos trabajaríamos para sacar nuestra relación adelante. Nuestras vidas no habían sido fáciles y por ese mismo motivo nos entendíamos a la perfección. En un momento crítico y difícil, en medio de la tormenta, uno había sido el salvavidas del otro, y eso es algo que no se encuentra con facilidad.

Unas horas más tarde, cuando la tenía dormida entre mis brazos, me di cuenta de algo muy importante... Las luces estaban apagadas y no entraba luz por la ventana... Noah dormía con su hermoso rostro relajado y tranquilo, sin rastro de miedo. Comprendí entonces que yo también la había ayudado, yo también había supuesto un cambio radical en su vida... y eso había sido exclusivamente culpa mía. 

***

¡Ahhh por fin! ¡Ahora todos a ver la PELI! Me muero de emoción, no puedo creerme que esto esté pasando!!!

Este lunes directo para comentar el final del libro, y la película!! No os lo perdáis a las 19:00 (hora española) en mi Instagram: mercedesronn :)

Culpa mía © (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora