Capítulo XIX: UNOS VUELVEN OTROS SE VAN

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Glen sospechaba que sacar a Bastiaan de su celda no iba a ser tan sencillo como le fue para ella llegar hasta allí. Sobre todo porque Ian no estaba cerca, a él lo tenían en las celdas más cercanas a la salida. Así que tomó una decisión sobre la marcha, en vez de llevar a Bastiaan hasta él, traería a Ian hasta Bastiaan.

Salió de la celda de Bastiaan, pensando en qué inventarse para los vigilantes de afuera. El que vigilaba la entrada le preguntó qué tal le fue con Bastiaan, y ella dijo que hubo un avance. Le dijo que no quería esperar hasta la mañana ni tampoco traer a Kenna por si no funcionaba, que prefería hacerlo por su cuenta. Para eso debía llevar a Ian con Bastiaan. El vigilante hizo una mueca y ella le dijo que le echara una mano, conociendo la situación actual de Ian, sabía que la necesitaría. Además la sugerencia, por extraño que pareciera, se la dio Bastiaan antes de que ella saliera. Según el muchacho si ella les pedía ayuda a ls vigilantes, su presencia allí ganaría más credibilidad a ojos de ellos.

Tuvo razón, porque el vigilante asintió y llamó al otro para que vigilara la entrada mientras él ayudaba a Glen. Probó varias llaves hasta dar con la correcta, a diferencia de Bastiaan, Ian estaba despierto. Su cadena era más larga, pero permanecía sentado en el colchón. Glen no lo había visto desde hacía varios días, y cuando sus ojos se encontraron con los de él, pudo sentir el dolor expandiéndose por su pecho de nuevo, pero lo controló. Con el vigilante allí no podía demostrar lo que le afectaba todo el asunto.

—Necesito que colabores conmigo —ella comenzó, optando por un tono diplomático, como si no le importara nada de lo que estaba haciendo y solo siguiera ordenes—. Te vamos a llevar a la celda de —Se detuvo, si decía Bastiaan, Ian jamás colaboraría, sospechaba que el solo hecho de que ella estuviera allí era suficiente para que no lo hiciera, porque de hecho la estaba mirando de forma dura, como si pudiera asesinarla con sus ojos azules—. De Tibak. —Glen miró hacia el vigilante y este le asintió. Todos estaban al tanto de porque Ian estaba encerrado y el vigilante pareció entender la resolución de último momento de Glen. Ian enarcó ambas cejas.

—No sabes mentir —aseguró, y el corazón de Glen se agitó.

—No me interesa que me creas. Tienes que venir y punto.

Abrazó la molestia, porque sabía que ese era su motor, si se dejaba consumir por el miedo, las dudas y la aprensión, Ian seguiría mirándola de aquella forma, cuando había dejado de hacerlo. Glen pensó en la bolsita de bayas azules que le regaló por su cumpleaños. Controló las lágrimas y caminó hacia él con las llaves en las manos.

—Mi amigo aquí presente estará vigilándote así que no hagas ningún movimiento.

—Chica. —Glen se detuvo al escuchar la voz del vigilante, este con un gesto de la cabeza le señaló el cinto de sus vaqueros y entendió. No era buena idea acercarse a Ian con el arma, así que se la sacó y se la tendió al vigilante. Cuando se inclinó para desatarlo, en los labios de Ian bailaba una sonrisa malévola.

—¿Puedo preguntar quién te puso a cargo?

—Aunque no lo creas, tu madre. —La cadena cayó y Glen se irguió, Ian permaneció sentado, mirándola con superioridad.

—Pues no lo creo. No creo que mi madre tenga tan mal juicio. ¿Qué haces aquí, Glen? ¿Cuál es tu plan? —Al principio Glen no entendía a qué se refería, pero entonces una idea empezó a formarse. Ian no confiaba en ella, creía que ella estaba confabulada con Owen y que su permanencia allí era para espiarlos o algo similar.

—Ponte de pie —dijo, decidida a ignorar todos sus intentos por hacerla sentir mal. Ese no era Ian, era alguien producto de una alteración por parte de Bastiaan y así tuviera que arrastrarlo por sus cabellos rubios, estaba decidida a traer de vuelta al Ian que le regaló una bolsita de bayas azules por su cumpleaños.

Valor de Fuego [Razas #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora