EXTRA DE AIDEN

1.3M 109K 689K
                                    

Antes de leer: este extra no es obligatorio. Es decir, no es indispensable para entender la historia. Si te quedaste satisfechx con el final que le di en el epílogo, no es 100% necesario que lo leas. Esto es más que nada un extra para la gente que se quedó con ganas de más contenido de la historia :)

(Y también porque yo me quedé con ganas de escribir más, no me escondo)

Ahora sí, a leer puerks





Aiden

Con los codos apoyados en las rodillas, todavía sentado en el borde de la fría acera, mis ojos no se despegaban del final de la calle.

En algún momento un taxi giraría por ese camino y dentro estaría ella, ¿verdad?

Pero llevaba aquí sentado lo que parecía una eternidad, mirando la carretera, y no aparecía nadie. Ni un coche, ni nadie andando, ni... ni nada. Intentaba mantener la esperanza, pero una parte de mí ya era consciente de que no iba a volver.

—Señor Walker...

Levanté la mirada hacia el portero de mi edificio, que había estado ofreciéndome una chaqueta y un café durante casi todo el rato. Parecía algo preocupado.

—¿Sí? —pregunté, seguro de que no querría saber lo que tenía que decirme.

—¿Está seguro de que no quiere esperar dentro? Está empezando a hacer algo de frío.

—No, gracias. —Sacudí la cabeza—. Estoy bien. Solo... esperaré un poco más.

Miré al frente cuando me dejó solo de nuevo. La caravana estaba aparcada al otro lado de la calle. Había comprado comida, sábanas e incluso me había pasado dos horas eligiendo decoración, cosa que detestaba profundamente, solo porque sabía que era lo que ella siempre había insinuado que faltaba en mi piso. Lo había comprado para que Amara se sintiera bien, a gusto, en casa, pero...

Pero... no iba a volver, ¿verdad?

Agaché un poco la cabeza al darme cuenta. Fue casi como una patada en el estómago, una verdad escupida a la cara. No iba a volver. Amara no quería irse conmigo. Tenía su vida aquí, tenía sus ilusiones y sus metas. Y yo no formaba parte de ninguna de ellas.

Respiré hondo y levanté la cabeza. No sé por qué me costó tanto entenderlo. En el fondo, ella misma me lo había dicho. No estaba preparada para una relación. No podía forzarla a irse conmigo. No podía obligarla a hacer algo que no quisiera hacer. Me puse de pie lentamente, preguntándome si yo estaba preparado para estar con ella. Quizá, en el fondo, tampoco.

El portero no dijo nada cuando me vio subiendo las escaleras hasta mi piso. Ya estaba prácticamente vacío, solo quedaban los pocos muebles de los que quería deshacerme. Recorrí mi alrededor con la mirada. Había pasado un tiempo en esa casa, pero no había llegado a encariñarme de ella. De alguna forma, abandonarla hacía que me sintiera bien. Que me sintiera vivo.

Saqué el móvil de bolsillo por algún motivo que ni yo mismo entendí. Creo que una parte de mí esperaba ver un mensaje o una llamada, pero la otra tenía claro que no la habría. Por eso no me sorprendí en absoluto cuando vi que los únicos mensajes que tenía eran de mi hermana, mi hermano o mis padres. E incluso alguno de Rob, mi entrenador, a quien se le había pasado un poco el rencor de haberlos dejado tirados y me deseaba suerte en mi nueva aventura indisciplinada.

Amara no me había dicho nada, claro.

Un músculo se tensó en mi mandíbula cuando dejé el móvil lentamente sobre la encimera. No sé cuánto tiempo pasé así, pero de pronto alguien se había acercado a mí.

Tardes de otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora