Era muy temprano, más de lo que le gustaría que fuera, apenas las 6:00am y no podía dejar de dar vueltas en la cama.
No era nada extraño para él, pues realmente desde hacía ya mucho tiempo no conseguía dormir más de unas 4 horas, cuando tenía suerte eran 4 horas y media.
Maldijo en un murmullo antes de levantarse hacia el baño, allí aprovechó de lavar su cara y darse una rápida ducha con agua muy caliente, como era de costumbre.
Al salir, enrolló una toalla en su cadera y peino esos incontrolables mechones rubios hacia atrás, dejando caer algunos cabellos mojados sobre su frente. Al ver su propio reflejo en aquel espejo dedicó unos cuantos segundos a observar con detenimiento cada centímetro de su rostro, cuello y su torso, sintiéndose una vez más como alguien tan común y ordinario que le daba pena.
Sus manos bajaron desde sus pectorales hacia una larga y llamativa cicatriz en un costado de su costilla, suspiró fuertemente al mismo tiempo que sus yemas rozaban aquel áspero pedazo de piel rosáceo.
Claro que ya no dolía, al menos no físicamente, y eso lo agradecía.
Pero por supuesto que la herida aún no había sanado del todo, puede que su piel ya esté completamente cicatrizada y no haya rastro de infección alguna, pero aquel largo corte en su torso no solo había sido una marca permanente en su cuerpo, sino en su corazón, su mente y lo más profundo de su alma.
Sintió sus ojos humedecerse en cuestión de segundos, por inercia los cerró con demasiada fuerza, evitando así que estas salieran.
Y de nuevo estaba allí, sintiéndose culpable, sintiéndose como si él tuviera la responsabilidad de todo lo que ocurrió ese día, como si él le hubiese pedido aquel terrible suceso al universo y este, cuál genio de los deseos, se lo concediera.
¿Por qué tú?
¿No era más fácil cambiar de lugar conmigo?
Dejaste tantas cosas acá, tú familia, tus amigos, tu vida entera, a mi...
¿Por qué te fuiste sin siquiera darme oportunidad de despedirme?
Un puñetazo cerrado dió lugar en la pared trasera, Katsuki había descargado su ira nuevamente en una superficie lo suficientemente fuerte como para no derrumbarse ante aquel impacto. Ahora lo que dolía eran sus nudillos rojos, si bien no era un alivio, por lo menos agradecía que su cerebro se encargara de dirigir su atención hacia el dolor en sus manos.
—¿Qué fue eso que so...?— Mitsuki acababa de entrar en la habitación de su hijo, encontrándose con el adolescente sujetando con dolor su mano derecha contra su pecho. —¿Qué pasó, Katsuki?
El cenizo no respondió, sencillamente volteó su cara hacia otra dirección y le extendió la mano afectada.
—Hijo...— se escuchó la voz de la preocupada mujer al mismo tiempo que salía despavorida a buscar el botiquín.
Una vez lo tuvo en manos corrió hacia la habitación del menor, quien ahora caminaba hacia la cama para sentarse en la orilla de la misma.
—Ya habíamos hablado de esto, pequeño...— dijo con tristeza mientras sujetaba la lastimada mano para curarla.
—Lo lamento.
Esto último fue más un susurro casi imperceptible, aún así, la mujer logró escucharlo.
Luego de desinfectar el área, limpiarla y cubrirla con un bonito vendaje naranja depósito una pequeña caricia con el pulgar sobre la mano de su hijo, quien la miraba con decepción.
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Cool Kids| k.d
FanfictionUn pequeño choque entre dos mundos totalmente distintos unirá los caminos de Bakugo Katsuki e Izuku Midoriya. Uno ama el Skate y planea convertirse en el skater número uno de Japón, el otro es un estudiante de intercambio que perdió la emoción de vi...