Capítulo 1: Una noche agitada

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En primer lugar, no tengo idea porqué acepté salir de mi cama en la mañana.

Había estado toda la semana de mudanza. ¿Saben lo agotador que es eso? Ir de acá para allá moviendo cajas, subiendo y bajando escaleras (porque los nuevos sillones no entran en el ascensor), con todo tipo de cosas, desde cajas llenas de mis pertenencias, hasta mi escritorio.

¿Alguien con la decencia de pegarme un tiro, por favor?

Y si, aunque tuve ayuda, fue agotador. Mis primos y mi abuela vinieron a ayudarme ¿Tienen idea de lo insoportable que es tener a dos miembros de mi familia bajo un mismo techo? Se la pasan discutiendo por cualquier estupidez y luego haciendo chistes malos. Agotan mi paciencia.

Cuando logré liberarme de ellos, mi mejor amiga, Emmie, llegó a casa diciendo que debíamos salir a celebrar que me había mudado con ella. No entiendo cómo se me cruzó por la cabeza que sería buena idea mudarme al mismo edificio que mi mejor amiga, la loca. La amo, eh. Pero está loca.

Lo único que quería era meterme en mi camita y dormir cuarenta y tres horas seguidas. Y miren que soy una persona con mucha energía, pero tengo agotamiento mental y corporal actualmente.

Me mudé para iniciar mi vida adulta de una vez por todas. En unos meses me graduaré de la universidad, en unos días tendré una entrevista de trabajo y me entusiasma la idea de comenzar sola por primera vez. Hasta creo que podría adoptar una mascota.

Tengo veintitrés años y estaba viviendo con mi padre. Ustedes dirán, ¿Y por qué no te mudaste antes, estúpida?. Pues, siempre fui muy independiente, pero me sentía mal por dejar a papá solo en casa. Él es un poco desastroso y distraído...bueno, yo soy igual. Pero entre desastrosos nos entendemos. Si me iba no sabía cómo estaría él.

Pero el abuelo enfermó hace unos meses y para cuidarlo mejor fue a vivir a casa con la abuela. Odié ver a mi abuelo así, pero que se hayan mudado me dió la oportunidad de irme. Además, ya lo dije, tener a dos miembros de mi familia en un mismo lugar no es recomendable para la salud mental de cualquiera.

En fin, volviendo a la realidad; Emmie prácticamente me metió bajo la ducha, me eligió un atuendo para la ocasión y me subió a su auto. Obviamente, me quejé hasta más no poder, pero ella me ignoró totalmente.

Ahora estaba sentada en la barra de la discoteca bebiendo de malhumor, mientras Emmie ligaba con cualquiera que tuviera bonita cara y pase el metro ochenta. Es decir, media discoteca.

Llamé al barman para que me dé otra botella, porque sino bebía hasta ver doble no sería feliz, pero el imbécil no me prestaba atención. Estaba más ocupado sirviéndole al grupo de chicas de tetas grandes y cabellos perfectos del otro lado de la barra.

Puede que yo no tenga el cabello brilloso o las tetas enormes como ellas, pero no hacía falta que me ignore como anuncio de YouTube.

El hombre pasó frente a mí y vi mi oportunidad.

Ni Que Fuera Casualidad [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora