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La primera semana en la casa después de que el Ministerio llegara a mi casa fue algo... extraña.

Para empezar, Draco no vino a verme más que por dos días, el resto solo vino su madre. André se apareció, preguntándome sobre lo que decía el profeta, así que le expliqué todo y le dije todo lo que había sucedido con el Ministerio. Tom se limitó a ser "amable" a su modo, según él, solo bajaba a comer y se la pasaba el resto del día en la biblioteca, leyendo cualquier libro de suspenso o asesinato. Tuvo un mayor interés en un pequeño libro sobre la primera guerra Mágica.

Amanecí del otro lado de mí cama, había sido una larga noche. Mis pies estaban en la almohada y mi cabeza al borde de la cama. Estaba envuelta en las sabanas, sin moverme. Al abrir los ojos, me quedé un largo rato mirando a la nada, sin ganas de levantarme o de hacer algo. A ese punto, me saqué el anillo de Draco del dedo, lo puse sobre las sábanas a la altura de mis ojos y ese objeto fue con el que me quedé sumergida.

Alrededor de dos horas después o no sé con certeza cuánto tiempo me quedé así, me levanté y me alejé de la cama para ir directo a mi escritorio, tomar mi pluma, un tintero, un pergamino y ponerme a escribir.

...

—¿Algún día dejarás de quejarte? —pregunté harta, dejando caer mi tenedor sobre el plato de porcelana, provocando un estruendoso ruido.

—¿Algún día mantendrás tu pequeña boca cerrada? —contraatacó él, apretando la mandíbula.

—No, mientras sea MI casa. Cuando tú tengas la tuya, podré callarme las veces que quieras —contesté de mala manera y me puse de pie—. Serás muy mi hermano, pero no tengo que aceptar tus quejidos, molestias, ¡o tus estúpidas opiniones sobre lo que hago con mi vida! —exclamé enfurecida, pisando fuerte hasta quedar frente a él—. De verdad tuve una diminuta esperanza de llegar a quererte, pero, aunque seas mi familia, no me obligará a hacerlo. Eres...

—¿Qué? ¿Alguien odioso que nadie soporta?

—Exacto.

—Y de seguro tu eres la más popular, la que todo mundo quiere ser su amigo, la que es envidiada por todas y todos, la que tiene la vida PERFECTA.

Empecé a notar un ligero brillo en sus ojos. Podría apostar que eran lágrimas, y sí si era así, me hubiera detenido.

—¿Sabes qué? ¡Sí! —le grité sonando tan real, aunque es totalmente lo contrario—. ¡Y lo descubrirás cuando vayas! ¡Y también te darás cuenta que nadie te soportará porque eres un maldito! ¡Tratas mal a cada persona que trata de ser buena contigo! 

Lo fulminé con la mirada, pero no dije ni una sola palabra más, y el tampoco, solo apretó su mandíbula. Después me alejé de ahí y me dirigí al patio trasero.

Lo odié con todo mi ser en ese momento por ser tan jodidamente egoísta. No me entra en la cabeza porqué me trata mal, si literalmente no le he hecho o dicho algo, más que hasta ahora. Simplemente no puede evitarlo, solo explote y sé que, si me hubiera quedado más tiempo, habría dicho cosas peores.

Me quedé un rato, sentada, mirando fijamente a las estúpidas gardenias que mi mamá cuidaba con su alma, hasta llegué a creer que amaba más a sus plantas, que a mí.

Odio pensar de esa manera sobre ellos, porque, aunque mis padres no fueron los mejores, siempre los amaré. De alguna u otra forma, me demostraron cariño en algunos ratos.

Y el sentimiento de odio me hace sentir culpable de todos modos. 


Regresé a mi habitación cuando ya estaba oscureciendo, además, no quería dormir muy tarde. Hice lo que siempre hago antes de dormir, pero antes de meterme a la cama, me asomé si Blair estaba por ahí con alguna respuesta a mi carta. 

Hazme suspirar {Draco Malfoy y tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora