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Capítulo XI - Reencuentro

Luego de golpear la puerta de la casa de mi padre, esperaba ansiosa nuestro reencuentro, miles de sensaciones recorrían mi cuerpo, mi alma estaba congelada de emoción, mi cabeza estaba llena de dudas, mi corazón rebosaba de amor, y mis ojos... no veían que se abra la puerta, mis oídos tampoco oían que alguien responda del otro lado.
¡Toc, toc! –Golpee nuevamente. Pero por mucha esperanza que haya en mí, no había caso, efectivamente no había nadie en la casa. ¿Todo esto habría sido en vano? ¿Mi papá se habría mudado? Como sea, era irrelevante, lo que realmente me importaba era haberme ilusionado para que pase esto, mas todo lo que tuve que viajar para llegar, quizá por esto mamá no quería que lo viera. Creo que mejor me vuelvo a mi casa.
De camino hacia la parada del colectivo, puedo notar un señor mayor que se acercaba caminando en dirección contraria a la mía y me miraba de manera insaciable, yo con mi carácter y más mi mal humor por la mala suerte de armar tremendo escándalo para nada no me quedé callada.

- ¿Qué tanto me mira señor? No sea degenerado

- No, discúlpame, te miraba porque te pareces a mi hija

- Bueno, ya vio suficiente. Siga su camino si no voy a llamar a la policía

- ¿Aria?

- ¿Perdón? ¿Qué es lo que haría?

- No dije que "haría" nada. "Aria" es el nombre de mi hija

- ¿Qué? –dije exaltada.
¿Walter?

- No lo puedo creer. ¿En serio sos Aria?
¡No puede ser!

Automáticamente el me abrazo de una forma en la cual nunca en toda mi vida me habían abrazado, mientras ambos nos largamos a llorar podía sentir su corazón acelerándose cada vez más. Todo lo que pensaba hacia solo unos minutos atrás se revirtió a la negatividad de lo dicho, nada había sido en vano, valía la pena estar ahí, haberme arriesgado, haber sufrido con la noticia. El amor de él no era como el de mamá, se notaba que en verdad me extrañaba más que a nada en el mundo.
Luego del emotivo momento de reencuentro vivido en aquella desolada vereda, papá me invito a entrar a su casa.

- Hijita mía, mirá lo que sos, ya estas hecha toda una señorita. Vos no te das una idea de cuánto te extrañaba.

- Tengo una pregunta para hacerte que por más dura que parezca necesito una respuesta a esta duda.
¿Por qué nunca me buscaste si estabas vivo?

- ¿Vivo? Obvio que estoy vivo, me ves acá frente a vos. ¿De dónde sacaste que yo estaba muerto?

- Mi mamá me dijo que estabas muerto... pero no me respondiste mi pregunta

- Yo siempre te busque Aria, hasta que perdí las esperanzas. Contraté abogados para poder verte, pero tu mamá jamás dio la cara, jamás se supo su paradero y de esta manera era imposible que la justicia pueda interceder para que yo pudiera estar con vos, en un momento era tanta la desesperación que se solicitó un allanamiento en la casa de tu abuelo, de tu abuela, de tus tías. Se me vino tremendo problema moral con toda tu familia por eso. A lo último ya empecé a perder las esperanzas, pero hoy apareciste vos y por fin mi vida empieza a tener más color, tengo tantas cosas por hacer, tanto tiempo por recuperar, son inimaginables las ganas que tengo de poder por fin relacionarme con vos, de ser tu padre.
Ahora respóndeme vos ¿Cómo fue que tu mama me mato en su mundo para que no me vieras?

- Poco tiempo antes de que cumpla diez años, yo estaba chinchuda por que no habías asistido a mis cumpleaños anteriores, entonces me negaba a festejar el décimo si no ibas a estar conmigo, en ese momento mamá me sentó en su regazo y me dijo que vos te habías ido al cielo y todas esas cosas que le dicen a un nene chiquito para explicarle la muerte de un ser querido, tiempo después me surgió la duda de cómo fue que pasó eso y me inventó que te habían llevado preso por robo y te mataron en la cárcel.