28 - Chica especial.

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- No puedes estar así, no tiene sentido. - Otro día sentada en el mismo lugar, con una sandía. - Ya se... - Genya esta vez con su katana en mano, le acerque la sandía y la acepto. - Tal vez sea un error. - No sabía que pensar de su situación.

- No lo creo. - Mordí la rodaja de la fruta que me pertenecía. - No deberías rendirte. - Las noches se volvían menos largas, la luna perdía su brillo al pasar el tiempo, aún así nuestros ojos continuaban por ella.

Se lo veía frustrado, estaba en un laberinto de dudas y preguntas. - Tu mismo dijiste que querías hablar con Sanemi, si no lo haces podrías arrepentirte.

- Solo estoy entrenando por mi cuenta, si volviera con Himejima podría entrenar con el. - Balbuceo nuevamente, ya con un cuarto de la sandía devorada. - No hace falta. ¡Yo puedo ayudarte! - Tome su katana, me puse delante suyo con una pequeña sonrisa entusiasta. - Observa. - Retrocedi unos pasos mientras hacía trucos con el arma, viajaban a toda velocidad por mis manos, moviendo mis dedos en sincronía tomando la madera.

- ¡Ta-dan! - Hice una pose con el brazo que tenía la katana levantada a la altura del hombro, junto mi otra mano apoyada en el otro extremo de la katana. - Eres muy hábil. - Dijo, teniendo la cabeza hundida en su sandía. - ¡Gracias! No estoy acostumbrada a hacer está clase de movimientos como trucos. - Respondí al cumplido.

- El problema que tenía antes al tomar mi katana... - Estaba ahí, ya sentada junto a el, dándole consejos y contando errores que me habían atrasado con mi aprendizaje durante el pasado.

Y con la mañana, el sol y los demás muchachos llegaban para quedarse. Los clásicos entrenamientos, katanas y golpes repartidos como el sudor por todo el cuerpo. - ¡Vamos, vamos! - Motivaba a Zenitsu, en el tiempo de ausencia de nuestro "querido" entrenador nos la pasamos haciendo entrenamiento brusco. Diversión estúpida para algunos. - Ahgg... - 31 flexiones seguidas. Había comenzado como un rayo, empezó a cansarse y sus brazos temblaban junto al resto de su cuerpo.

- ¡Eres débil como la mierda! - El tiempo que Inosuke estuvo cerca y escucho a Sanemi lo había afectado. - ¡Mira esto! - Se puso a un lado, hacia flexiones como si su vida dependiera de ello. Se impulsaba y levantaba un poco para aplaudir en el momento dónde sus brazos no estaban flexionados.

- ¡Te reto a un duelo! - Me hablo con aires de superioridad, ahora levantado y acercándose a mi hasta que nuestros pechos casi chocarán, impidiendo la interacción completa gracias a que inclino su cabeza. - ¡Duelo de flexiones! - Era un juego no muy original, pero divertido. - ¿Acaso me ves la cara de que hago esa clase de cosas?... Es broma, hagámoslo ahora.

Levantamos a Zenitsu el cual estaba tirado en el suelo boca abajo, demaciado cómodo como para creer la escena. Volvimos a posicionarnos para comenzar el duelo.

¿Cómo terminó? Mejor dicho, ¿Cómo empezó? Bueno, Inosuke tenía muchas ganas de presumir su destreza, hizo lo mismo de aplaudir e incluso flexionó sus dedos suplantando a sus brazos. Me concentraba en hacerlo rápido, tanto como para marearme yo también.

Parecíamos emanar alguna clase de ki a lo lejos, demaciado competitivo. Oh, eso pensó el intimidante muchacho que los miraba desde la cocina. Nadie se le había acercado a el desde la mañana, tenía la mirada fija al suelo hasta que escucho los gritos y reclamos en el patio. - ¿Que sucede? - Alguien, esa clase de persona la cual no te acordarás de su rostro, le hablo a Genya con una sonrisa en el rostro.

- Miras perdido. ¿Estás concentrado en esos 3? También me gustaría tener amigos así, creo que no todo se puede en la vida. - Parlanchín, tal vez usaba como excusa el estar frente a una persona y fingir prestarle atención también para poder balbucear.

Cuando te vea otra vez | Genya ShinazugawaWhere stories live. Discover now