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Chapter Thirty Six

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capítulo treinta y seis . . . ❞
DRACO MALFOY

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Su corazón se había congelado en el segundo en que había debido soltar las manos de su madre, viéndola derramar lágrimas mientras lo veía alejarse, desapareciendo en segundos.

La Aparición fue más corta de lo normal y quizá era por el miedo que sentía de llegar al lugar aclamado.

Hogwarts.

Era prácticamente una ruina. Los escombros seguían acumulados y la peste junto con el sonido de la muerte rugían en sus oídos. Aún recordaba con vividez el momento en que rumbo cambió. Los segundos en que su varita escapó de sus dedos hacia los de Potter, dándole un giro inesperado a sus destinos.

Porque así fue. Ese solo acto provocó que todo cambiara.

Que sus vidas se transformaran en lo que son hoy.

No podía arrepentirse. Estaba realmente feliz de poder haber hecho un cambio luego del desastre que había creado.

Pero ahora debía poner los pies en la tierra y asumir las consecuencias. Con un terror que lo mantenía helado avanzó, traspasando los pasillos por los que un día caminó a sus clases, portando sus libros bajo su brazo y siendo seguido por sus amigos.

Su dirección era exacta. Sus pies avanzaron y pronto estaba frente a las altas puertas del Gran Comedor, donde él lo esperaría de brazos abierto. Ciertamente no muy feliz.

Dando un respiro, bajó su rostro, apretando sus puños mientras llamaba a su corazón a tener fuerza y no romperse ahí. No en ese momento.

Apenas entró pudo oír murmullos, risas. La sala estaba repleta de Mortífagos que lo miraban, algunos sorprendidos, otros disgustados, para él era igual. No le importaba demasiado.

—Draco Lucius Malfoy...

La voz de Voldemort sacudió su piel. Sus palabras fueron como el siseo de una serpiente, deslizando su lengua una y otra vez de manera serpenteante.

El se inclinó, haciendo una pequeña reverencia— Mi Lord.

—¿Has recibido mi mensaje, joven Malfoy?

Su ceño se frunció levemente ante la confusión. Las palabras burbujeaban sobre él.

Su rostro se elevó suavemente— ¿Mensaje?

La mirada de Voldemort lo hizo sentir un mareo. Náuseas inundaron sus sentidos.

—Lucius fue muy amable al encargarse de ti la noche en Le Théâtre.

Sus ojos se sellaron con fuerza al memorizar el terrible dolor del momento. Los cortes, la tortura, la sangre. Entonces no fue él... su propio padre había sido enviado a cobrar venganza, sabiendo que aquello era inhumano.

El hombre se puso de pie. Su piel descalza tocando el frío piso de piedra— Siempre he tenido una gran confianza cuando se trata de tu familia Draco —respondió, manteniendo un tono severo—. Pero mi confianza se vio indignamente rota luego de la batalla.

Su cuerpo se sintió aún más pesado y por respeto volvió a inclinar su cabeza, evitando su mirada. Era mucho más fácil a sí. A él no le gustaba que se le dirigieran pero si que le dieran su atención.

Draco estaba tratando de darle lo que quería.

—Me sorprendí bastante cuando vi lo que hiciste... —siguió diciendo él. Su larga túnica arrastraba por el suelo mientras lo rodeaba—. Jamás creí que mis cercanos pudieran traicionarme de esa manera. Severus fue una enorme decepción esa noche.