Podoballetofobia

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Cuando despertó, la zapatilla todavía estaba allí

—¿Todavía te exige que te disfraces de gitana? —pregunto Silvia

—Todavía —dijo Tina con aire de resignación —Sé que el Rey de Aragca ha ordenado que para tener intimidad los hombres deben vestirse de payaso y las mujeres de bailarina, pero Jack le tiene terror a los pies del ballet.

—Pues tu marido se pasa de pervertido —recalco Silvia.

Luego de esta amena conversación, Tina se despidió de su amiga un tanto entre incómoda y herida. Mientras iba caminando, se preguntaba: ¿Por qué sería precisamente ella la única mujer a la que no le toco un marido normal? Hoy mismo pondría fin a las fechorías de Jack. Se iba a vestir de bailarina. Podía imaginarse como lo perseguiría alrededor de toda la casa, luego al alcanzarlo le amarraría las manos con las zapatillas de ballet para que se le pusiera roja toda la piel, se inflamaría y perdería el aliento, cuando cayera al piso convulsionando le pondría los pies en la cara y le enterraría los deditos por la nariz y la boca, hasta que la cabeza le estallara o le diera un paro cardiaco a ese miserable podoballetofobo.

Estaba feliz pensando todo esto, cuando de pronto sintió en la espalda que un objeto frío y duro le oprimía las costillas.

— Queda arrestada bajo los graves cargos de conducta indecorosa y faltas a la moral. Hemos recibido noticia de que usted no está cumpliendo los decretos del Rey. Serán 10 años de prisión entre una mazmorra turca —dijo mecánica y fríamente la detective Ada Scully.

Mientras tanto, Silvia contaba 30 monedas de plata

Sueños de Detective (Volumen I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora