Prólogo

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Ya muchas conocerán esta historia de hace tiempo. La dejé abandonada y la quité de Wattpad hace bastante. Tengo todo guardado, no se preocupen.

Comencé esta historia cuando estaba en el instituto, actualmente ya tengo incluso un título. Pasaron demasiados años y no me agradaba cómo estaba escrito. Igualmente me da nostalgia y era mi entretenimiento en aquel entonces. No quiero cambiarla por esa razón. Es cierto la voy a modificar, pero intentaré mantener todo igual a excepción de redacción y alguna falta que vea.

Muchas gracias a todas las personas que seguían esta historia, les debo mucho. Sin más les digo lo mismo de siempre.

Disfruten.

Disfruten

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Namimori. Una ciudad en Japón donde la gente hacía sus vidas como en cualquier otro sitio. 

Un día normal y corriente. Varias personas ignoraban los pensamientos o lo que les pasaba a otro con el que se habían cruzado por la calle, cada uno tenía sus propias preocupaciones si es que poseían alguna. 

En cierta escuela un joven de cabello negro y ojos azul metálico perseguía a otro de menor tamaño y cabello castaño que huía junto a dos amigos para evitar la evidente paliza que podría recibir del otro. 

Cualquiera que escuchase eso podría pensar que se trataba de algún matón, sin embargo la realidad era otra y había una razón para ello. Tampoco era la primera vez que sucedía. 

El grupo de tres había llegado tarde a la escuela rompiendo casi la puerta de la entrada al querer pasar para poder ir a clases, siendo pillados por el líder del comité de disciplina. Sabiendo ni una excusa podría ser suficiente empezaron a correr como alma que lleva el viento hasta el salón de clases pensando que así podrían librarse del castigo. 

Desgraciadamente (por suerte para los otros), el prefecto no llegó a alcanzarles. Bien podría entrar igualmente y disciplinarles, tenía permiso para ello, pero el profesor ya se encontraba en la clase. No iba a interrumpir cuando podía más tarde encargarse.

De esa forma fue como se retiró. 

No teniendo nada más de lo que encargarse en el momento que ya todas las personas estaban en clases fue que se dirigió a la azotea para tomar una siesta. Podía hacer esto debido a que él ya se graduó con anterioridad de aquella escuela hace tiempo, si permanecía era para comprobar todo siguiese en orden y porque le gustaba demasiado. 

Antes de que el descanso acabase un pequeño canario voló hasta la azotea llamando el apellido de su dueño para despertarle y avisarle de la hora. Una vez que comenzase el receso tendría que vigilar nadie rompiese alguna norma.

Dos personas. Ese fue el número que había golpeado el prefecto en lo que llevaba de día. Porque a pesar de que usaba unas tonfas y conocían perfectamente el posible castigo no quitaba el que todavía hubiese gente que hiciese la estupidez de ir en contra de las reglas establecidas. 

Una vez aquel joven de ojos azul metálico volvió a la sala del comité de disciplina se encontró para su sorpresa con el director. 

— Hibari, tengo que decirle algo ¿Qué le parece tomarse un descanso?

Repentinamente entrando ahí y diciéndole eso de la nada. Incluso si se trataba de quien le estaba dando el permiso de quedarse ahí a hacer el deber de mantener el orden, no le importaba. Sacó las armas con las que anteriormente disciplinó a los otros dos, dispuesto a hacer que se retirase. No pensaba tomar ninguna clase de descanso, estaba bien de esa forma.

— Tranquilícese, solo lo digo porque siempre esta haciendo un gran trabajo y por lo menos para que descanse de su tarea.

La realidad era otra, pero se lo iba a omitir. Siendo que un sobrino lejano iba a ir a comprobar como era la escuela era mejor evitar que se encontrase con él solo por seguridad. No quería igual acabase golpeado. Ya sabía el pelinegro no le escucharía si le decía, era demasiado extremo con las normas.

— No me interesa.

Una respuesta rápida y clara. Mejor desistiese de algo así.

— Solo será una semana. Iras a clases como todos los demás.

Había sido lo único que se le había ocurrido. Ya era consciente que se graduó, pero no podía expulsarle sin más viendo que incluso cuando no había clases iba a patrullar. Permanecería como siempre solo que estaría bajo la vigilancia de algún profesor que pudiese avisarle dónde se encontraba. 

— Un día.

No sabía de qué trataba eso, sin embargo había un límite de lo que podía y no podía hacer. Si era una orden del director mismo podía pensarlo. 

— Tres.

— Uno.

— Esta bien, un día... — se da por vencido.

Tendría que convencer la visita fuese justo el mismo día que "descansase".

Se despidió saliendo de la sala y dejando al otro. 

Una vez se retiró fue a sentarse. No estaba interesado en algo como eso. Aún así ya dijo lo haría por lo menos un día. 

Si lo pensaba de otra forma podría comprobar cómo se comportaban en clases los que serían sus compañeros. Solo esperaba no fuesen realmente ruidosos.

No me pareció la mejor idea empezar un prólogo con su punto de vista directamente, cambié ese detalle para poder hacerlo mejor

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No me pareció la mejor idea empezar un prólogo con su punto de vista directamente, cambié ese detalle para poder hacerlo mejor. Espero este estilo de escritura les guste más.

Hay varias historias que sé que están esperando. Pensé demasiado cuales podía empezar a resubir e incluso pensé hacer una historia donde ponga un capitulo de cada una para preguntarles, pero estoy seguro muchas querían volver a ver esta historia... Y siendo sinceros puede que yo también.

Por el momento subo solo el prólogo pero ya subire los otros igual. Gracias por leer. 

Ciao Ciao!

Ciao Ciao!

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SoledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora