In our own woodland

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NdA: Esto salió de una simple mañana entre sábanas, mucho frío y un recuerdo pequeñito de la infancia. Voy a subir 2 capítulos más (ya están escritos y se publicarán el martes 18 y 25, aunque si tienes prisa los encontrarás en mi FFnet, porque los volqué allí hace un tiempo), todos girarán al rededor de cómo llegaron a estar juntos (ya que para verles revueltos está el primero el primero :3).

Es cortito, pero espero que te guste y me des tu opinión ;w;

Es cortito, pero espero que te guste y me des tu opinión ;w;

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"—Es el anillo del humor, señala de qué humor estoy.

—Tonterías, siempre está negro.

—Se pone negro cuando estás a mi lado porque me pones de mal humor." Thomas y Vada, en My girl (1991)

" Thomas y Vada, en My girl (1991)

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—Hajime. Dime una cosa. —Tōru lo mira con el olor a madreselva metido en la nariz. Encuentra una tirita sobre el pómulo derecho de su mejor amigo, cubriéndole una herida que él mismo provocó—. ¿Estás enfadado conmigo?

A lo mejor no se lo dice para no molestarlo. Hajime siempre se guarda las cosas más importantes, las acumula y luego las suelta cuando menos se lo espera. Como en Halloween, que esconde las chocolatinas Reese's en el bolsillo interno de su mochila y no se las saca hasta que le parece oportuno. Aunque ese momento sea después de que se hayan atiborrado a golosinas mediocres y estén tan llenos que no puedan más.

—¿Qué?

Tiene los ojos verdes, pero no como la hierba que hace de cama bajo sus espaldas. Ni como los picos de los pinos que bordean las estrellas sobre sus cabezas. Ni como las botellas de vidrio que su madre recicla para hacer muebles. Tōru no sabe con qué compararlos pero le gusta verlos a su lado. Que observen las mismas cosas que él. Que sean capaces de confesarle secretos sin hablar.

—Que si te has enfado conmigo —repite—. ¡Vamos, Ha-ji-me-kun!

Tōru sonríe al verlo taparse la cara con el brazo. Sonrojado.

—Odio que me llames así.

—¿Prefieres Hajime-chan?

—¿Quieres que te pegue?

—Hajime-san es muy formal —medita en voz alta. Alarga la mano y le toca la mejilla—. Perdón.

Sus cejas son muy oscuras. Destacan incluso dentro de un sitio sin luz. Es como pintar de grises un papel y dibujar siluetas de negro. Las observa fruncirse. Hajime a veces arruga la nariz. Cuando está en desacuerdo con algo. Cuando tiene un examen delante y no entiende alguna pregunta. Cuando el escarabajo que llevan horas observando sale volando sin más.

—Déjate de boberías, Tontōru, si te hubieras caído al río seguramente te hubieses resfriado y te hubieras echado a llorar.

—Yo no lloro.

—Claro que no, solo tienes alergia constante dentro de los párpados.

¡Hajime!

—Vas a gastarme el nombre.

A Tōru se le dispara el corazón contra el pecho al verlo sonreír. Es una sonrisa que hace que le duela el estómago.

—¿Vamos a estar juntos siempre?

A veces le entra el miedo y se le instala en el cuerpo, de la misma forma que ha visto en Aliens cómo los parásitos invaden a los pasajeros. Quizás en algún momento también lo abra en canal.

—Si no te mato antes por el camino.

La brisa viaja sobre el césped, provocando un suave siseo entre la hojarasca. Deberían estar dentro de una tienda de campaña azul y amarilla que ellos mismos se han empeñado en montar porque ya tienen 8 años y pueden con el peso del mundo. Junto a la de su hermana y la de sus padres. Debería haber cogido el anorak antes de agarrar a Hajime de la mano y llevárselo hasta ese terraplén atestado de flores silvestres.

—Tengo ganas de crecer.

—¿Para qué?

—Para seguir viviendo cosas contigo.

Diferentes. 

                                   Más lejos. 

Solos, como ahora.

More than us there is nothingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora