Mariza despertó temprano, aquel día era la fiesta de Alessandro y Olivia. Había comprado un hermoso vestido el día anterior.
Miro a su esposo y sonrió. S u rostro se veía relajado, todo lo contraria a cuando estaba despierto. Salvatore era un hombre complicado y cerrado respeto a sus sentimientos.
Se levantó con cuidado para no despertarle.
Salvatore extendió una mano y al sentir el lado frio a su lado, frunció el ceño.
Abrió los ojos y comprobó que ella no estaba allí, tal como había supuesto.
Se colocó una toalla alrededor de la cintura fue en busca de su esposa.
La encontró en la cocina desayunando.
-Alguien despertó hambrienta hoy-murmuro a medida que se acercaba a ella.
Aquella voz sexy y profunda le hizo mirar por encima de su hombre.
Mariza sonrió, al sentir los brazos que le envolvían.
-Hoy me he levanto tan hambrienta – sonrió
-Me complace verte comer, eso significa que está mejor de salud.
-Estoy como nueva, no podría estar mejor- y era cierto, según habían ido pasando los días había ganado fuerza y color, su piel ya no estaba paridad y su semblante se veía fresco.
-Me complace escucharlo, pero aun así debes ser precavida.
-Lo seré, no debes preocuparte.
Él la beso en la mejilla y se alejó. Camino hasta estar frente a ella
-Hoy es la fiesta- comentó él.
-Lo recuerdo, por cierto me reuniré con unos amigos hoy-dujo mientras veía aquel monumento de hombre semidesnudo ante su vista.
Mariza había vivido un buen tiempo en aquel lugar, había hecho algunas amistades allí.
-Bien, cariño. Puedo llevarte donde quieras, luego regresare a trabajar un poco, tengo unos cuantos asuntos pendiente.
-No es necesario, tomare un taxi, conozco esta ciudad.
El protestó pero al final tuvo que aceptar.
No obstante hizo nota mental de hablar con Gino, para que la llevará dónde está quisiera, ella parecía estar recuperada pero él sabía que en ocasiones solía marearse, de vez en cuando tenía algunos malestares debido al embarazo.
Gino estaciono el auto frente al restaurante.
-Recuerde llamarme en cuanto desee regresar.
-Lo hare, gracia Gino.
Le regaló una sonrisa radiante antes de salir del auto.
Salvatore se pasó la tarde trabajando, por lo visto tendría que regresar pronto, tenía unos negocios que resolver personalmente. Por mucho que le gustará estar solo con su esposa, tenía un negocio que atender, además su madre no dejaba de llamar y reprocharle por abandonar sus deberes, pero le había dejado bien en claro que su esposa e hijo estaban por encima de cualquier deber.
Salvatore solo hizo una pausa para comer algo al medio día.
Miro el reloj y frunció el ceño al ver la hora, eran la 4 de la tarde, tenía hora sin ver a su mujer. Llamo a Gino para que preparará el auto. Iría por ella y de camino la llevaría a un agradable lugar.

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Boda por obligación. (4- Serie magnates apasionados)
RomanceAquel magnate se había casado con ella por el bebé. No la amaba y ella lo sabía, la única razón de la boda era por el bien de la criatura que venía en caminó. Pero entonces una gran tragedia paso, una desgracia que amenazaba con arroparlos como una...