12; Conexión Eterna

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—¡Maldita sea, Jeon! ¡No! —Yoongi tocó el puente de su nariz, frustrado al ver que su hermano no comprendía las palabras. La conversación sobre los diagramas de la "técnica de enlace" estaba resultando inútil.

—¡Es que no entiendo, hyung! —Jungkook hizo un puchero, señalando un dibujo vago sobre la cama.

—Quién te viera en la escuela haciendo temer a todos, pero en casa eres un completo berrinchudo —Hoseok se burló, recostado en el sofá.

—Pues no tendría por qué hacer berrinche si me explicaran bien las cosas —respondió Jungkook, ofendido, con el rostro sonrojado.
Namjoon intervino antes de que la pelea terminara en un golpe.

—No es difícil, Kook. Mira, es extraño que estemos haciendo esto —se levantó, quedando frente a ellos—. Sabes lo necesario. Cuando llegue el momento, la clave es la conexión, no la técnica. Solo deben estar presentes tú y tu lobo, y tu Omega y el suyo—
Yoongi asintió, dándole la razón.

—Simplemente confía en tu lobo, idiota. Y sé delicado —agregó el pálido—. ¿Quieres que tu Omega piense que eres un cavernícola desesperado?

—Y recuerda lo que dijimos: el consentimiento importa más que el instinto. Él tiene que quererlo en cada paso —añadió Hoseok.

.

Jungkook se encontraba junto a los casilleros en el pasillo principal. La conversación con sus hermanos aún resonaba en su cabeza, pero ahora su atención se centró en su alrededor.

—¿Y Tae? —preguntó Jungkook a Jimin.

—Creí que estaba contigo —respondió Jimin, confundido.

Jimin había visto a su mejor amigo salir corriendo del salón sin dar explicaciones, y pensó que, emocionado, había ido a buscar al Alfa que lo traía loco.

Jungkook frunció el ceño.

—¿Tengo algo en la cara? —preguntó Jimin, al ver la mirada intensa del rubio.

—Estoy pensando dónde puede estar TaeTae —contestó Jungkook, su lobo empezando a inquietarse. Yoongi se acercó a ellos, escuchando la conversación.

—¿Y si está en el baño? —sugirió el pálido.

El Alfa rubio asintió, caminando con prisa para ir por él.

.

Su frente estaba mojada por las frías gotas de sudor que resbalaban. Punzadas dolorosas emanaban de su vientre, y su aroma a vainilla y chocolate blanco comenzaba a expandirse por todo el pequeño baño, cuya puerta estaba cerrada con seguro para prevenir.

Buscó desesperado las pastillas para su celo. Tiró el contenido de su mochila al suelo con la esperanza de encontrarlas: bolas de papel, envoltorios, libretas, lápices y snacks. Ninguna señal de lo que necesitaba. Jadeó, asustado. Si no se controlaba, su aroma se extendería por el campus, atrayendo a los Alfas. Por este motivo odiaba un poco ser un Omega de Linaje, ahora más que nada, su aroma se disparaba en una intensidad adictiva.

Lloró, sus ojos le dolían por el esfuerzo. Pensaba lo peor: no quería ser tocado por otro estúpido Alfa que solo seguiría los malditos instintos guiados por su poderoso aroma de Omega.

Quería a su Alfa con él.
Los toques en su puerta lo hicieron temblar.

—Omega. Soy yo —La voz de Jungkook sonó calmada.

Taehyung se levantó del suelo, abrió la puerta y se lanzó a los brazos del más alto, buscando protección. El aroma Primario golpeó a Jungkook. Al instante, gruñó al ver a un Alfa castaño que pasaba por el pasillo. El Alfa se alejó con miedo, huyendo del lugar.

—Te llevaré a casa, bebé —dijo Jungkook, sosteniéndolo.

El peliazul negó, con la voz ahogada.
—Quiero estar contigo. Quiero tu marca.

Jungkook carraspeó, desviando la mirada, luchando por el control.

—Estamos en la Universidad, Tae. No hemos acabado la carrera y... —fue interrumpido cuando el dolor en la panza de Taehyung se intensificó, y su lobo, desesperado, tomó la delantera.

Los ojos avellana de Taehyung cambiaron a un lila brillante, encantadores y llenos de vida, con las pupilas dilatadas. Soltó susurros suaves, diseñados para llamar únicamente a su predestinado.

—Alfa —suplicó.

Jungkook tragó grueso. Cargó al Omega, sosteniéndolo por los muslos. Taehyung hundió su cara en su cuello, buscando calmarse con el potente olor de su Alfa. El aroma tranquilizaba los dolores de su abdomen.

El rubio, a pesar de su deseo ardiente, hizo una pausa crucial. Quería ayudarlo, quería formar su lazo y marcarlo. Le daría la paz de saber que nadie más se atrevería a mirarlo. Pero el miedo a lastimarlo, a dejarlo en cinta tan jóvenes, y la responsabilidad del linaje lo detenían.

—Espera, Tae —Jungkook logró decir con voz ronca.

Hizo lo único responsable que podía hacer: buscar su total y absoluto consentimiento en este estado vulnerable.

Luchó por sacar su celular, a pesar de que el peliazul se movía desesperado sobre él.

—¡Jimin! —llamó por el celular, su voz tensa—. Necesito la dirección de la casa de Tae... y necesito que puedas ir a decirle a mi familia dónde estoy.

—¿No vas a...? —La voz de Jimin era incierta, sabiendo la urgencia.

—Sí, lo haré. Pero debo asegurarme de que esté seguro de esta decisión, Jimin. Necesito un lugar seguro.

Jimin le dió la dirección, y Jungkook, en un torbellino de decisión, cargó a Taehyung y salió del edificio. El coche era la única opción.

Condujo a una velocidad imprudente hasta la casa de Taehyung, milagrosamente vacía como le había confirmado Jimin.

Dentro, en la seguridad de la habitación del Omega, Jungkook sostuvo el rostro de su pareja, sus ojos azules fijos en los brillantes ojos lila de Taehyung.

—Mírame, Omega. Sé que me quieres, sé que tu lobo lo pide. Pero necesito que me lo digas. ¿Estás seguro? ¿Quieres mi marca? Quiero que seas mía, pero solo si es tu voluntad, sin dudas, sin arrepentimientos.

—Sí, Alfa —La respuesta de Taehyung fue un jadeo cargado de profunda convicción, su lobo y su yo consciente unidos por el dolor y el deseo. Se aferró al cuello de Jungkook, guiándolo—. Por favor, enlázame.

Jungkook no dudó más. Se entregó al lobo, entregándose por completo a la conexión con su predestinado.

Ese día, Alfa y Omega se unieron como uno solo, entregando su alma al otro y amándose en cada toque. Porque ellos estaban destinados desde siempre, porque Kim Taehyung y Jeon Jungkook se amaban desde que el primer latido de su corazón se escuchó.

El potente aroma a jacinto, menta y tierra húmeda del Alfa se mezcló con el dulzor intenso a vainilla, chocolate blanco y sándalo dorado del Omega, un lazo irrompible que sellaba su destino para siempre.

Ꭺꮮꮁ̵ꭺ Ꮲꭱꮻꭲꭼꮯꭲꮻꭱ [KookV] Where stories live. Discover now