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Eren no se sentía muy bien ese día. Se había despertado con el peor dolor de espalda que alguna vez hubiera tenido y el hecho que su gata no estuviera en casa, le deprimía más. Sabía que todo era a causa de su mala postura a la hora de trabajar (hacer streams y/o editarlos para subirlos a Youtube), así que se sentía muy culpable—se supone que tenía que poner su salud ante todo. Suspiró. Tendría que ir al médico, para que le diera la prescripción para comprarse las pastillas para el dolor.

Antes de irse a hacer el desayuno, agarró su toalla y se fue a bañar, para así relajarse un poco, además que tenía ya varios días sin hacerlo. No estaba pasándola bien en esos últimos días. Últimamente, era normal sentirse mal, sentir como si no fuera él, como si su existencia no tuviera sentido alguno — odiaba eso. Se desamarró la coleta que siempre se hacía en el pelo —el cual lo tenía muy largo— y se metió a la ducha. Esperaba que una buena ducha le ayudara a empezar bien el día.

Pensó y pensó, sin parar, en todas sus responsabilidades, en las deudas, en las ideas que tenía para futuros streams, pero nunca en sí mismo; Eren evitaba pensar en sí mismo, pues sabía que no era una buena forma de motivarse a seguir.

Cuando salió del baño y ya estuvo vestido, agarró su celular y se fue a la cocina a hacerse unas gachas de avena. Años antes, nunca las había probado, pero cuando Hange volvió de su viaje de Eslovaquia, le dijo que era la mejor comida que había probado en su vida. Sonrió al recordar esa vez que llegó a casa sólo para hacerle las gachas de avena y convencerle de que eran una exquisitez. Mientras esperaba que la comida estuviera, desbloqueó el celular y entró a Twitter, la red social que más utilizaba, pues siempre la había usado desde que se hizo fan de muchos youtubers, allá en el tiempo que estudiaba la secundaria.

En sus notificaciones había algo que se repetía con constancia: sus seguidores preguntándose por qué no ha hecho directo en esos últimos días. Sintió nervios. Dejó el teléfono a un lado y apagó el quemador donde se estaba cociendo su avena. Las sirvió en su tazón favorito y se sentó en la pequeña mesa para dos que tenía en su apartamento.

Mientras empezaba a comer, se armó de valor y desbloqueó el celular. Sin pensarla mucho, sin darle tantas vueltas al asunto, puso un tweet, para que sus seguidores no creyeran que estaba perdido. Aunque la verdad es que no tenía los ánimos para sentarse 5 horas frente a una cámara y dos monitores.

 Aunque la verdad es que no tenía los ánimos para sentarse 5 horas frente a una cámara y dos monitores

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Torció los ojos cuando vio el comentario de Hange. A veces se le salían unas cosas raras. Pero luego se rio. Siguió bajando y, justo debajo del comentario de Hange y de su respuesta al mismo, estaba el comentario que, inconscientemente, estaba esperando. Mikasa era una seguidora que lo veía más o menos desde que empezó en twitch, ella siempre era activa en los directos y en sus redes sociales; era una persona súper calmada, algunas veces había hablado con ella por dm para agradecerle alguna que otra cosa y era un amor de persona. Sonrió cuando vio su comentario, ella era muy especial para él.

 Sonrió cuando vio su comentario, ella era muy especial para él

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