u n o.

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Día lunes.

"01/04", esa era la fecha que se mostraba en la parte superior de su celular junto con la hora.

Eran las 7:40, debío haber despertado hace más de veinte minutos pero seguía allí, tirado en la cama mirando el techo, esperando que el tiempo pasara tan rápido como era posible.

No quería levantarse a desayunar, sabía que sus padres lo esperarían en el comedor y probablemente le dieran una charla acerca de su nueva escuela.

Hoy era el primer día de clases, ingresaría a una nueva escuela y no tenía idea alguna de lo que le esperaría; sabía hablar y escribir perfectamente en japonés, pero se había acostumbrado tanto al inglés que hasta su manera de hablar tenía un típico acento americano, quizás fuera un poco más complicado presentarse o entender normalmente la clase de algún profesor. Luego de observar su reflejo obsesivamente por más de 10min decidió salir de su habitación, bajando las escaleras lentamente al escuchar las voces animadas de sus padres conversando en la mesa del comedor.

—¡Por lo mismo, debemos averig...!— su madre calló al verlo entrar en el lugar, quedó bastante asombrada.

Su esposo volteó y copio la expresión de la rubia mujer, su pequeño hijo ahora era todo un hombre, no tenían idea de cuando había crecido tanto. Su esbelto cuerpo se amoldaba a su nuevo uniforme dándole un aspecto bastante elegante y bonito, ambos estaban muy alegres de que no hubiese puesto objeción alguna con la idea de continuar con su educación tan rápido.

—Te ves genial, hijo.— Masaru levantaba sus pulgares hacia el menor de la familia, sonriéndole sinceramente.

—Mi pequeño bebé, mira cuánto has cambiado.— Mitsuki se levantó de su asiento para levantarse y abrazar a su hijo.

Siendo sorprendido por el repentino acto de su madre, Katsuki aprovechó la situación para sujetar la espalda de su madre y afianzar más el abrazo. Estaba un poco nervioso a decir verdad, quizá una pequeña dosis de amor materno lo ayudaran a manejarlos. Suspiró levemente mientras el olor del shampoo de aquella mujer impregnaba sus fosas nasales, hace poco había pasado a su madre en altura y eso era una tortura para la mujer, sentía cada vez más y más ansiedad al saber que su hijo pronto sería todo un hombre.

—Ven, comamos algo.— habló la mujer sonriente, levantando su cabeza para ver los iris carmesí de su hijo.

Ambos caminaron hasta el comedor, una vez sentados Mitsuki empezó a servir el desayuno para todos, se había esmerado preparando unos lindos panqueques con su respectiva jalea, crema para untar y unas cuantas frutillas. A diferencia de lo que el menor pensaba, nadie dijo nada fuera de lo común durante la comida, mencionaban una que otra cosa referente a su nuevo trabajo y lograron mantener una conversación estable con él por primera vez en mucho tiempo, sin duda se estaba esforzando.

Al terminar de comer dejó su plato y el de sus padres en el lavavajillas, subió rápidamente a tomar su respectiva mochila y su celular, apareciendo de nuevo en el comedor segundos después.

—Estaré bien, no se preocupen demasiado.— se agachó hasta quedar entre ambos adultos, depositando un suave beso en la cabeza de cada uno

—¡Te amamos, Katsuki!— escuchó a sus padres gritar al unisono una vez que salió por la puerta principal.

Tomó las llaves de su bolsillo y se dirigió hasta la camioneta de su padre. Aunque la escuela le quedara a solo 10min de su vivienda prefería aguantar un poco de tráfico que irse a pie, no le agradaba la idea del ejercicio matutino. Conectó su celular al reproductor de aquel vehículo, asegurándose de reproducir por tercera vez en el día la primera canción de su playlist, salió a una velocidad prudente hacia la escuela con una pequeña oleada de nervios recorriendolo de pies a cabeza.

Cool Kids| k.dDonde viven las historias. Descúbrelo ahora